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julio -agosto 2000  num 19

biografía 

El Masturbador
Juan Abreu

 

 Soñó rojo. Carne interior. De un cuerpo que lo absorbía. Cuerpo negro en el exterior. De poros abiertos. Cuerpo acogedor. Caliente. Cuerpo a punto de sudar. Amoroso. Chorreante. Lubricado. Negro maternal. Rojo erección. Bombeante. Rojo lujuria. Rojo protección. Lo introducían a sorbos en el túnel caliente: regreso mojado. Rojo entrañas. Latiente. Rojo interior de la Madre de Dios, el mismo de los óvalos púrpura en el sagrado vestido, ligero, vaporoso, remangado hasta la cintura en el sueño. Teticas negras, pétreas, dejando escapar gotas de nutricia leche. Marejada acelerando hacia la punta engordada del miembro. Gotas vertidas en su lengua anhelante. La Madre venerada escarranchada sobre su cara, las redondas orejas amorosas creciendo y arropándolo. Abanicando. Las manos enguantadas apoyadas en su vientre. Crema firme la lengua. Raja absorbente, calva, hinchada, protuberante, ventosa, liqueante, pulsando. Tragando. Parloteo seboso de fluidos. Éxtasis: la cercanía de la piel felpuda de los muslos a cada lado de su cabeza. El sagrado hocico levantado, la sagrada nariz en el extremo del hocico, reluciente. Pelota infantil. El blanco puro inmenso de los ojos. Amparo.
      La sagrada voz murmurando: Hijo mío.
      Despertó tieso y sudado.
      Necesitaba visitar el Masturbador.
      Recogió a 3Jordan y se metieron en el tubo subterráneo. 3Jordan eufórico con sus nuevos pies zapatones; voluminosos, amarillos, permanentes. Brillantes, gomosos. 3Jordan, que lo primero que hizo al verlo fue girar como un trompo para que admirara su cola, ya fullcrecida, cimbreante y punzante.
      Pocos minutos después, el ascensor los depositó, con un machacar de colchones de aire, a la entrada del edificio.
      Le gustaba su amigo 3Jordan: chispeante, elástico, rebotante, decidido a transformarse: las manos grandes, desproporcionadas respecto al cuerpo, macizas al extremo de los delgados y cilíndricos brazos, gordas y blancas; reproduciendo con exactitud las santas manos enguantadas de El Resucitado. Ojos oblongos, pestañas largas, curvas y gruesas, orejas cultivadas ya casi redondas que sobresalían sobre el ondulante amarillo del pelo. 3Jordan efervescente, alegre, devoto. Ejemplo de la nueva religiosidad. Todo es Juego, Entretenimiento: Palabra de Dios. Su mandamiento preferido. A punto de ser admitido en la Santa Cofradía de los Semejantes. Compañía selecta: Poder Infinito de Consumo; Rango Consumidor Perfecto. Lo supremo en la Escala. Los que deseaban, y tenían dinero suficiente para aspirar a ello, renunciar a sus cuerpos y adquirir el cuerpo divino. No era fácil, requería toda una vida de dedicación. Entregarse en cuerpo y alma, exclusivamente, a Consumir, Entretenerse y Transformarse. Sólida formación académica necesaria. Impecable Talento Prenatal, comprado.
      3Jordan. Su cerebro mejorado podía entrar directamente al Webland. Piel negra en brazos y piernas. Color Negro Dios, lustroso, carísimo y aterciopelado. Face in progress: las nanomáquinas trabajaban en su rostro instalando el blanco puro y el negro puro del rostro del Resucitado.
      3Jordan, algo monotemático, eso sí, para el gusto de Moitón. No un Multientretenido, sin duda. Todo lo contrario, un verdadero Especialista. Absoluta concentración en, exclusivamente, dos temas: Dios y los Toons. Lo que en cierta manera venía a ser un solo tema.
      Lleno de sana envidia, Moitón lo contemplaba, desplazándose elegante, despertando murmullos de admiración a su paso, comprando sin cesar durante el viaje; y luego arrojando todo lo comprado en las insaciables bocas de las máquinas encargadas de computar el CPH.
      Cuando acudían al Masturbador, se empeñaba en contarle con lujo de detalles sus encuentros con Betty Boop, Jessica Rabbit, Smurfette, Miss Piggy; o las orgías ¾ para las que intentaba sin éxito reclutar a su amigo¾ que organizaba con Cheetara, Pumayra, Wiley Kit, Sailor Moon, Sailor Venus, Sailor Júpiter y Sailor Mars. Lo suyo era lo arcaico. Las heroínas modernas como Equina, Lobotama o Blondota, no conseguían despertar su interés. O despertaban un interés en modo alguno comparable al producido por las heroínas olvidadas, descontinuadas desde tiempos remotos. En los últimos años se había convertido en un consumado arqueólogo. Un verdadero experto en viajar por el TimeWeb en busca Toons fósiles. Su más reciente descubrimiento, una tal Rosario, lo tenía encandilado.
      Mientras Moitón contaba el sueño, su acompañante lo escuchaba con enorme interés. Al concluir el minucioso recuento, 3Jordan abrió los brazos y desplegó una perfectamente semicircular sonrisa. A continuación aseguró categórico que se trataba de un sueño premonitorio: un acontecimiento místico-onírico de extraordinaria importancia.
      Elaboró: un sueño sexual con la Madre del Resucitado siempre indicaba distinción. Divino Entretenimiento, la manifestación superior del ser, según las Escrituras. Pero soñar que la Madre Santísima lo introducía a uno en su interior, que lo reclamaba, atrayéndolo hacia el inicio de todas las cosas, hacia el sitio donde creciera Dios, eso sin duda requería una interpretación especial y constituía una señal, un mensaje.
      Pidió permiso a Moitón para consultar a su Maestro Teólogo al respecto. Este aceptó emocionado. No provenía de una familia rica como 3Jordan, así que cualquier posibilidad de un informe positivo en su Expediente Onírico, que lo ayudara a acelerar su ascensión en la Escala de Consumo, la recibía como una verdadera bendición.
      El Masturbador bullía en medio de la extensa, circular plaza. Numeroso público fluía hacia sus puertas. Después de detenerse un instante a jugarezar ante la gran efigie virtualcarnal del Resucitado que los exhortaba, animándolos con su ejemplo, a bailar un pegajoso ATD. 3Jordan arrancó aplausos de la multitud emocionada por sus transformadas extremidades y su habilidad como bailarín. Los niños retozaban entre los zapatones de Dios y trepaban a sus manos y cola mientras aguardaban que los padres salieran del edificio una vez terminada la sesión de Entretenimiento Sexual.
      Más que edificio turgencia: una mole roja, porosa y brillante de superficie terminado carne. El Masturbador. ¡GOD IS FUN! proclamaban las letras que abultaban en su fachada como una hinchazón luminosa. La boca de la entrada los recibió ensalivándose. Introdujeron las tarjetas de ADN en los identificadores. Deambularon por los concurridos pasillos en busca del área destinada a las cabinas individuales. La multitud estaba compuesta por profesionales, jóvenes ejecutivos, estudiantes, obreros. A pesar de que los Masturbadores caseros empezaban a imponerse en el mercado, los colectivos, que levantaban sus moles de carne a lo largo y ancho de Manhattan, continuaban siendo muy populares, ya que ofrecían mayor capacidad para juegos colectivos y un mayor alcance al viajar en el WebTime. Debido en parte a las plagas, y al acatamiento mayoritario de los Mandamientos Divinos, las relaciones sexuales físicas estaban en desuso. Resultaban limitadas y aburridas en comparación con las virtuales ofrecidas por los Masturbadores. Tampoco eran necesarias para la reproducción de la especie.
      Llegados a las cabinas, Moitón y 3Jordan se separaron.
      Deseándose Entretenimiento Total.
      Ya en el interior, Moitón se desvistió completamente. El asiento se plegó sobre su cuerpo desnudo, envolviéndolo. Inmersión. Poder. Estableció contacto mental y entró. Oscuridad primero, luego esplendor. Desechó al Guía que acudió solícito en su ayuda. No lo necesitaba. Se dirigió al Umbral del Webland. Estridencia voluminosa y seductora. El Umbral era una verdadera jungla de productos corporizados, reclamantes. Los eludió entristecido: su Nivel de Consumo Mensual estaba peligrosamente cerca del punto de saturación. ¡3Jordan pasaría un buen rato allí!
      En su visita anterior había localizado una isla que ahora se usaba como basurero. Parte de Garbageland. Territorios aprovechables Clase C4, destinados a tareas de reciclaje AZ3. Antiguo Caribe. Una isla gobernada por un tirano encantador y atractivo. Mucho antes del Primer Reorden. Durante un tiempo pasó por alto esa zona durante sus viajes y, víctima de cierto elitismo romántico y cultural se dedicó a buscar figuras autoritarias en la antigua Europa. Meses consiguiendo Entretenimiento Sexual Total traspasando a Franco, impelido por su aire marcial, rostro adusto, y aquel divino uniforme cubierto de medallas y charreteras. Hitler y Mussolini despertaron también su interés. Ceausescu, Stalin. Pero ya no lograban entretenerlo. Y lo cierto era que empezaba a aburrirse del culo blanco, hermosamente ajado y canoso del llamado Caudillo de los antiguos españoles.
      Lo estimulaba especialmente escucharlos chillar aterrados usando las jerigonzas extinguidas que infectaban el planeta antes que la llegada del Resucitado remediara aquel horror e instalara en el cerebro y las almas de todo humano nonato la lengua universal de Dios.
      Se sentía tranquilo y relajado. Sensación de desplazarse por el interior de un líquido tibio, cremoso. Dulce. Infantil. Su cuerpo bullía, recorrido por millares de punzadas turbias. Tibias. Manos líquidas relajantes. Al principio lo preocupó aquella afición que se le antojó extraña. Hasta malsana. Pero pronto su Teólogo Consejero Regional despejó sus dudas. La actividad sexual virtual era sana y acorde a los Mandamientos. Cumplía con los dos fundamentos básicos de la Iglesia del Paraíso Alcanzado en Tierra Firme: Consumo y Entretenimiento. Podía estar tranquilo.
      Alcanzaba un raro éxtasis penetrando aquellos seres que, en su momento, disfrutaron de un poder casi ilimitado y dispusieron de las vidas de miles o millones de personas en la oscura, monstruosa y bárbara época del PreReorden. Gracias a El Resucitado superada y desaparecida. Había descubierto esto un par de años atrás, gracias a un encuentro casual con Calígula y desde ese momento constituía su principal fuente de Entretenimiento Sexual. Muy alejada sin duda de las que entusiasmaban a su amigo, pero teológica y moralmente correcta.
      Pulsó los controles de entrada. El paisaje del Webland desplegó sus cumbres y sus simas, sus praderas, sus cordilleras y sus océanos, sus descomunales ciudades y sus bosques profusos cuyo génesis en aquellos primitivos herbarios virtuales resultaba imposible de imaginar. Millones de años de evolución natural vencidos por apenas tres siglos de evolución virtual. Un universo mucho más completo e interminable se expandía ante sus ojos. Interminables formaciones viscerales. Siempre recientes. Siempre cambiantes. Siempre controlables. Siempre perfectas. Eternas. La verdadera Creación. Al alcance de todos. Certeza de atravesar el cuerpo de Dios, de navegar en sus entrañas y ser parte de su sangre y su carne: se le humedecieron los ojos.
      Estaba decidido a mudarse definitivamente al Webland en cuanto sus méritos ciudadanos se lo permitieran.
      ¡Si aquel sueño con la Madre de Dios lo ayudara a acercarse a su meta!
      Una sonrisa cruzó su rostro feliz.
      Los territorios salían a su paso invitantes conminándolo a recorrerlos, a penetrarlos; pero Moitón volaba hacia el WebTime. Indicó el año al navegador: 1999. Sabía exactamente a dónde se dirigía. Había estudiado el período con antelación.
      Sumergido en una nata negra, surcada por miríadas de puntos luminosos vio desfilar los escenarios, los acontecimientos, los paisajes, las multitudes. Nitidez espléndida. A pesar de la enorme velocidad. Podía detenerse donde quisiera, pero continuó hasta llegar a la isla y a la ciudad mortecina y carcomida; gris general.
      Paredes color miedo. Muros de agua aterrorizada.
      Después una luz imperfecta y ruinosa proveniente de un bulbo de cristal amarillento y estaba en la habitación.
      La tosquedad del bulbo luminoso hería su sensibilidad. La grosería del cerebro que concibiera aquello le revolvía el estómago. Nauseas. El resto era igualmente grotesco. Contuvo las ganas de vomitar.
      Un hombre sentado ante el televisor. Tela primitiva. Bata de casa púrpura. Pantuflas. Gritos brotando del aparato. Mando a distancia en la mano sobre el regazo. Paredes blancas. Pintura aplicada manualmente.Olores nauseabundos. Más tela primitiva colgando ante la ventana. Olores burdos. Deterioro inconcebible en el cuerpo del anciano. Manchas en la piel. Granos. Primeros síntomas de excitación. Un artefacto con aspas en el techo. Giraban. Lecho en desorden. Libro de papel. Moiton atrasó un poco el tiempo de llegada y vio a un ayudante uniformado entrar a la habitación e interrumpir la lectura del Líder, ya acostado. Entrega de la tosca caja negra. Video. Suelo de madera de árboles.
      Erección proveniente del conjunto de extrañezas. Asquerosidades humedecientes.
      Al principio siseos lumínicos en los intersticios de la superposición temporal.
      Poco después realidad disfuncional superada.
      Período de asentamiento.
      Autonomía de la realidad invasora.
      Realidad futura controlando.
       
      El hombre atado al poste gritaba. Lloraba, suplicaba. Pérdida de control: no esperaba clemencia, la sabía imposible. El rostro del Líder no expresaba emoción alguna. Barba rala y canosa. Ojeras. Los ojos se le cerraban. Estaba cansado. Otro día terrible tratando de gobernar este país de mierda. Pensó. Sólo hay putas y mierdas en este país de mierda. Pensó. Estaba sentado frente al televisor. La calidad del video era mala. Poca iluminación. Difuminaciones. La figura del hombre atado, en ocasiones, apenas se distinguía contra la oscuridad rugosa del muro a sus espaldas. La iluminación, pésima. Esos comemierdas que filman; maricones a los que le tiembla la cámara en las manos. Pensó. Ordenaba que trajeran los videos de los fusilamientos. Daba igual si se trataba de delincuentes o contrarrevolucionarios. El pelotón de cuatro hombres alineado. Estampido. El hombre atado al poste se sacudió. La cabeza fue a caer hacia delante, pero se quedó a medio camino. Los contornos se desdibujaron, luego adquirieron una definición insólita. Alarma. El Líder intentó levantarse pero no podía moverse. Quiso gritar. La imagen del televisor mejoró drásticamente. Efecto residual de superposición de realidades, pero eso el Líder no lo sabía. La cabeza continuó su caída ahora más hermosa en su espléndida imposible definición. Gotas de sudor. Lágrimas desprendiéndose iridiscentes de la piel aceitosa y precipitándose al vacío y la hierba abajo. Los rasgos del hombre contraídos en un gesto que es más que nada asombro. Ojos desorbitados. Siempre es igual: no creen que está pasando. Los proyectiles llegando a la tela. Los agujeros en la tela; comienza a humear; el pecho empujado hacia adentro. Quiso gritar llamando. Golpetazo como de arena compacta y mojada. Sangre. Chorros de sangre. Algo baboso cayendo de la boca. Había un hombre desnudo en la habitación, de pie junto a él contemplando también el fusilamiento. Quiso gritar llamando a sus guardaespaldas. Pero en vez de eso se levantó y fue a buscar su traje de gala. Su cuerpo no lo obedecía, y su cerebro asistía a sus acciones como un espectador. Cuando cortan las sogas el cuerpo se derrumba. La cámara hace un zoom. El cuerpo ovillado, boqueante. Unas piernas se acercan, una mano armada se dispone a dar el tiro de gracia. Acero tocado por el rocío. Ha terminado de ponerse el traje. Se ajusta la gorra, las botas relucen. El cerebro, a punto de estallar sigue dando alaridos. Enviando órdenes, llamando a los feroces guardaespaldas del Líder. Están ahí afuera, ahí mismo al otro lado de la puerta de la habitación. Tiene conciencia exacta de lo que sucede, asiste despavorido a sus propios actos. La mano en la pantalla pega el cañón de la pistola a la cabeza. Dispara. La cabeza salta como un balón pateado. Cabellos quemados. Moitón considera por un instante anular totalmente aquel cerebro chillante, pero decide dejarlo consciente aunque sea un poco molesto. Le produce placer el sonido del monstruoso idioma. Da otra orden al cuerpo del viejo ya militarmente engalanado.
       
      La ejecución recomienza. El hombre avanza otra vez hacia el poste de madera. Moitón jadea. Hace que el Líder se ponga a cuatro patas delante del aparato. Le baja el pantalón y deja al aire las nalgas pálidas, arrugadas. Moitón acerca su enorme erección al trasero del viejo. El hombre está nuevamente atado y los militares levantan los fusiles. Voces de mando. El primitivismo de aquella escena, lo rudimentario de la filmación y la horrenda calidad de la imagen aumentan la excitación erótica hasta el paroxismo. Resulta una maravillosa coincidencia ¿o ha sido la mano de Dios? que el Líder esté contemplando la ejecución al momento de su llegada. No consigue una erección tan poderosa y total desde hace largo tiempo. Franco y Hitler han estado bien, rememora, pero esto es algo diferente. Las manos del viejo, largas, delicadas, de uñas bien recortadas, abren las nalgas, tirando de ellas hacia los lados. Pliegues distendidos. Sol carnívoro. El estampido. La gorra, de visera de charol, yace sobre la alfombra. Rostro convulsionado, ojos desorbitados, boca abierta en un alarido interior cuando el glande morado, a punto de estallar fuerza el ano rodeado de hebras canosas y entra chapoteando. Los plomos cruzan chillando la distancia y sacan humo y sangre y un trallazo rajado del pecho del hombre amarrado. La cabeza cae hacia delante como si le hubiesen asestado un golpe brutal en la nuca, rebota contra el pecho y levanta el rostro crispado, asombrado del hombre. Moitón, extasiado, el rostro contraído por el deleite, empuja el falo dentro del intestino tropezando, rasgando. No aparta los ojos de la pantalla. Han cortado las cuerdas. El cuerpo del hombre se derrumba. Una mancha de orina oscurece los pantalones a la altura de las entrepiernas. Ajusta el ritmo. Mete y saca. Empujar. Hinchazón. Sangre. Gritos del viejo. Aferrarse a las caderas. Empujar. Eyacular entre chillidos gozosos.
      ¡Oh gracias Madre Santísima, gracias por tu Hijo y su Reino!
      Entretenimiento Sexual Total.
      Regresaré muchas veces, piensa Moitón.
      Jadea.

© 2000 Juan Abreu

Esta historia  no puede ser archivada ni distribuida sin el permiso expreso de Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
biografía

Juan AbreuJuan Abreu (La Habana, 1952) es escritor y artista plástico. Ha publicado Libro de las exhortaciones al amor, A la sombra del mar y Habanera fue. En la actualidad trabaja en una trilogía futurista bajo el título general de Garbageland. Su obra plástica ha sido exhibida en Estados Unidos, Europa y América Latina, y forma parte de prestigiosas colecciones privadas y museos norteamericanos. El relato que publicamos en esta edición de la Barcelona Review pertenece al libro de cuentos del mismo título. Abreu vive y trabaja entre Barcelona y Miami, Florida. Pueden comunicarse con él a la siguiente dirección: jaamim@hotmail.com

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