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índex     marzo- abril 2002  num 29

Barcelona,
mujeres poetas (4)

Concha García

 

Nacida en La Rambla (Córdoba) en 1956, vive en Barcelona desde su infancia. Licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Barcelona, es miembro fundador del Aula de Poesía de Barcelona y de la Asociación Mujeres y Letras, cuyo objetivo fundamental es dar a conocer la obra de mujeres poetas. Colabora como crítica literaria en el suplemento cultural del diario Avui y también en ABC Cultural. Sus trabajos sobre poesía se han publicado en revistas como Ínsula, Revista de la Universidad de México, Taifa, Zurgai y Cuadernos Hispanoamericanos. También codirige la revista de literatura Ficciones. Ha publicado los siguientes poemarios: por mi no arderán los quicios ni se quemarán las teas; Premio de poesía Aula Negra (Universidad de León, 1984); Otra ley (Valencia, Ed. Víctor Orenga, 1987); Ya nada es rito, Primer premio de poesía Barcarola (Albacete, 1988); Desdén (Madrid, Ediciones Libertarias, 1990); Pormenor, Madrid, Ediciones Libertarias, 1992); Ayer y calles, Primer premio Gil de Biedma (Visor, 1995); Cuántas llaves (Barcelona, Icaria, 1998); Árboles que ya florecerán (Montblanc, Igitur, 2001), y la novela Miamor.doc (Barcelona, Plaza y Janés, DeBolsillo, noviembre 2001). Su obra figura en diversas antologías en castellano (Conversaciones y poemas, Madrid, Siglo XXI, 1991; La prueba del nueve, Madrid, Cátedra, 1994; Ellas tienen la palabra, Madrid, Hiperión, 1994; Historia de la literatura española, Crítica, Madrid, 2000) y también extranjeras: Poesia espanhola de agora, editada por Joaquín Manuel Magalhaes (Lisboa, Relógio d’Agua Editores, 1997), Agenda. An Anthology of Spanish Poetry, vol. 35. 2, Londres, 1997; Antologia della poesia spagnola dal 1961 ad oggi (Cittadella, Italia, Nove Amadeus Edizioni, 1996), Sette poeti spagnoli d’oggi (Emilio Coco, traductor. San Marco in Lamis, FG, Italia, de Carolis, 2001).

Más allá de ser mujer

Estoy viva. Oigo pájaros
porque una cortina tapa la ventana.
pero estoy viva.
También estoy oculta
y me sumerjo en taburetes. Noto
que aprender a vivir es estimulante
para aprender a morir, pero estoy viva
en un pasadizo que me conduce
a voces que no me llaman
y piden ginebra a un hombre de blanco
vestido como un farmacéutico
de hace un siglo. Mis elucubraciones
me hacen pensar en la distancia
como si fuese abstracto estar en tres sitios
simultáneamente.
 
La sensación de estar viva
Mientras permanecía en la habitación
alguien pidió la cuenta. Yo conté
una desgracia absurda a la visita
y se hizo de noche. Parece verdad
verlo ahora.
Tienes sed y un candelabro.
la inspiración de un año de vida
en el contorno de un cuerpo
no da entendimiento. Ven.

Juraría que había un mar
y que las velas eran una trampa
para derrotar el aire. Qué bello
fragmento inspirado en una pena.
Debo regresar a las sábanas
pagaremos mañana. Ven.

de Cuántas llaves

 

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Lo siento
entorpecí los pasos. Lo siento.
No quiero rendir cuentas,
ni vestirme de oscuro.
Huelo a ti.
Almas que se invitan a cerveza
y coros que no saben qué hacer
con su saliva. Te amo a ti.
Lo dije desayunando,
pero qué importa
si a ellos les interesa solo
un breve paseo, aunque no lo detecté
eso es todo. Ahora una gabardina
o dos. La otra es tuya. Mi amor.
Los labios se ensanchan, son de carne
Y el mármol petrifica mi soledad,
qué asco, qué terrible el museo
de lo no vivo o lo que murió.
Qué asco.
Mi yo bebe
de la paradoja donde reinan
mudos entendimientos. Aquel pintor
se suicidó y ocho poetas también
pero hay mujeres que
taconean solas.
 
 
Pero árboles que ya florecerán.
Estancamiento en la visita.
no me llenes más. Días así,
de un apretado bienestar, caen,
dicen que caen cuando se secan,
me doblo en tres, soy tu ciudad
La manera de cruzarla. Te veo.
asentamiento de un barrio.
Dos cines para veinticinco mil almas.
perpetro en lo sabido ¿nunca dije?
cien grifos sacando agua
te amo en cada gota.
La proximidad entre dos cuerpos
no es una invención cultural.
Reírse así de fácil en noes
para escudarte a solas conmigo.
rellenas los envoltorios vacíos
y una sucesión de cromos
completa albums sin el peso
de las fotografías agujereadas
de ojos que ya no. Ya no.
Qué frío. ¿Qué son los años?
 
Hace mucho tiempo que las dudas
esparcidas significaban vacíos
las comprimió la sed de no estar
y melancolía. Alguien cabizbaja
pone los presentimientos al final
de estos muebles. Tomemos aisladas
en cuenta la belleza
allí donde se resquebraja
todavía más.
Y ahora ¿qué? Tic, tac,
en un suelo donde me podría
morder pero no estoy sola
¿o sí? Esto no es el final.
¿Ah, no? Cierra la puerta.
 
No estar es la distancia
entre la ventana y el regodeo
de la memoria. Si lo sueñas
todo perece. Emerge
la imagen preponderante del porvenir
inventado mediante saturaciones
de lugares que no se han visto
nunca. La verdadera dimensión
de la realidad está atrapada
en este recuerdo volátil
de lo que viví apretada entre las sábanas.
 
Desde la sala de estar
Porque en algún lugar tiene que situarse una
o en alguna parte, a veces
en la sala, otras en un recuento
de días y noches como bolas páginas
sin contenido especial
bolas redondas y chatas en los extremos.
 
Va comparando si fue más feliz
en la profusión de dos amores,
distintos ayeres,
y se sorprende al ver un estuche
cerca de ella, para qué.
y ahora está la calle
de más abajo, la de la panadería
un endeble olor esparce su aroma.
ya lo sé que ya está.
 

de Árboles que ya florecerán

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4
Deshielo de los fríos
azuzan el sentir.
tiempo, ganas de decirlo
agitan
¿qué veredas?

5
Lo de ella, no vientre,
dejadme olivos
trenes,
cerillas de encender
los intangibles cigarrillos.

31
Mi amalgama de sosiegos
rodea tu rostro de retratos,
química dura de lo raro
entre quien se oculta
y quien lo sabe.

de Lo de ella (poemario inédito)

© Concha García

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 marzo - abril 2002  num 29 

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