1. ¿Quién es J.C.O.?
2. Una comedia humana
3. Vargas Llosa y Onetti
por Claudia Apablaza y Ernesto Escobar Ulloa
Video de Canal-L
Centenario de Juan Carlos Onetti
Nora Catelli, Edgardo Dobri y Andrés Ehrenhaus
Relatos
Querida Tan Triste: Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas. Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa, la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme —sólo para nosotros, claro— invocando la dificultad que impone navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto también, como merecidos, los momentos dichosos. En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía. J.C.O.
Prosiga la lectura en: www.onetti.net/es/cuentos/tan_triste_como_ella
Publicado en 1963, “Tan triste como ella” de Juan Carlos Onetti (1909-1994) es una propuesta literaria. Incluso temáticas típicamente onettianas como la soledad, la desesperanza y la muerte pasan a segundo plano para dar relieve a un juego intelectual, que en su tiempo libre acaso ensayan jóvenes narradores en libretas imaginarias, en el metro o antes de cerrar los ojos para dormir.
¿Quién será el tal J.C.O. que firma la carta inicial? La interrogante es una forma de pasar las horas buscando el camino de retroceso, la disección del cadáver; tal vez ni el mismo Onetti halló la solución, debió de haberse planteado el juego de narradores hasta caer en la trampa de su propio artificio. ¿Dos narradores o uno? ¿Quién escribe la carta a Tan Triste? ¿Es acaso el autor mismo, traspuesto en narrador y personaje, a modo de pirueta metaléptica, o es un narrador tras bambalinas que viene a coger al lector por el cuello sin que éste tenga opción de decir: “él es, es él”?
La confusión, o digamos, la invención comienza con este pequeño gesto:
“Querida Tan Triste:
Comprendo, a pesar de ligaduras indecibles e innumerables, que llegó el momento de agradecernos la intimidad de los últimos meses y decirnos adiós. Todas las ventajas serán tuyas. Creo que nunca nos entendimos de veras; acepto mi culpa, la responsabilidad y el fracaso. Intento excusarme -sólo para nosotros, claro- invocando la dificultad que impone navegar entre dos aguas durante X páginas. Acepto también, como merecidos, los momentos dichosos. En todo caso, perdón. Nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía. J.C.O”
La historia a continuación narra la vida de una mujer triste y desventurada que mantiene una relación amorosa llena de tormentos, que ha sido castigada por su pareja por haber engendrado un hijo con otro hombre. Lo último que le quedaba, el gran bosque de su infancia, será mandado a cortar a modo de venganza. El proceso de desmantelamiento que conmutará el bosque por peceras enormes conformará la trama del relato.
Además de ensayar en mis tiempos de ocio algunas respuestas, he recolectado en la ciudad donde vivo algunas impresiones inéditas de los caminantes.
Por ejemplo, una de ellas se la escuché a un vecino, le recalcaba a su mujer que el protagonista del cuento, él, es el mismo autor convertido en personaje (metalepsis), es decir J.C.O.; lo que se dejaría ver en el tono de la carta arriba escrita, en tanto él, hombre que le ha causado tanto daño a ella, será el mismo que le pedirá disculpas en la misiva por los tormentos sufridos en la intimidad y el castigo.
Otra de las ideas que apunté en mi libreta, en un viaje en metro de Joanic a Lesseps, fueron las enunciadas por una anciana que leía España de Manuel Vilas. Le comentaba a su acompañante de asiento que la firma indicaban las iniciales del nombre del autor, Juan Carlos Onetti. Mientras el acompañante la miraba sorprendido, y yo por mi parte pensaba en que era un magnífico descubrimiento, una idea bastante aceptable en principio, hasta que recordé el rostro de espanto de algunos amigos cuando se les menciona la cercanía o romance entre autor y narrador.
La tercera que recuerdo la apunté en un seminario de Onetti en Buenos Aires, exclusivamente dedicado a este cuento. La idea expuesta por un becario era que el relato no era sino una larga tensión de sufrimientos y venganzas entre él y ella, y al morir ella, él podría haber escrito la carta para luego contar lo sucedido sin culpa, exorcizando así el dolor. Y la frase “…nunca miré de frente tu cara, nunca te mostré la mía…”, representaría la historia vivida por él y ella en el relato, a modo de gran metáfora.
Por último y otra de las que recuerdo de ese seminario, fue la que mencionó un tal C.A. Según dijo el autor se introduce en el cuento, como sucede casi al final de Tan triste…, para hablarnos del narrador, podría estar declarando y dejando entrever la más exacerbada forma de intromisión de un autor en un texto, las más antojadiza y desubicada, e incluso la más inmoral de las actitudes hoy descritas en la literatura universal.
Acá me detengo. Sin duda recomiendo leer Tan triste como ella de Juan Carlos Onetti en este centenario de su nacimiento, a disfrutar la lectura de otros relatos, y a procurar advertir sus detalles, como el significado de unas iniciales, y tal vez en esos paseos demos con alguna clave de nuestras propias formas de reescribir y recordar.
© Claudia Apablaza 2009
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