The Barcelona Review

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Sesenta y cinco momentos en la vida de un escritor de posdatas

 

 

 


I

Antes de comenzar, autor y personaje se desearon suerte.

                                              (Cuaderno de apuntes, 1980)

II

Lo peor de un escritor es que piensa que todo le pertenece.
                                               (Libro de las anotaciones, 1984)

III

La creación literaria supone una particular caída al vacío. La función de la literatura sería trasmitir lo que encuentra en ese descenso.

                                              (Si es que son ajenas las palabras, 1987)

IV

Pienso en Maurice Blanchot y me pregunto si al escribir nos hacemos legibles a los demás e indescifrables a nosotros mismos.

                                              (En préstamo, 1997)

V

Mi única originalidad consiste en pasar como propias citas ajenas. En eso reside la destreza de un escritor: en que el lector piense que ha sido el primero en decirlas.

                                              (Cuando regresen los bárbaros, 1994)

VI

Alguien le preguntó al escritor de posdatas a qué se refería cuando hablaba de crear un personaje que fuera un pirata literario. ¿Un ladrón de historias?, preguntaron. En absoluto, respondió el escritor. Y siguió diciendo: No se trata de un personaje que robe historias ajenas. Como sabéis, un pirata es alguien que ve por un solo ojo, porque uno de ellos lo tiene tapado. Pues bien, ese ojo con parche es el que le permite observar lo que sucede. Su escritura se limita a describir su propia oscuridad.

VII

La poesía genera preguntas, la narrativa elabora respuestas. Lo interesante del asunto es que ni la poesía espera que alguien responda, ni la narrativa espera que alguien le pregunte. Es esencial comprender que nadie las ha convocado y, sin embargo, ambas son extrañamente necesarias.

                                              (Cuaderno de apuntes, 1980)

VIII

Persigo lo mismo que Charles Simic: escribir un poema imposible, una piedra que flota.

                                               (En préstamo, 1997)
IX

Si suelen ser difusos los motivos que nos conducen a escribir, resultan aún más imprecisos los que nos empujan a dejar de hacerlo. Quizás sea ahí, en esa decisión a veces tan vaga, donde se encuentre el verdadero alcance de un escritor. Deberíamos prestar más atención al hecho de que alguien, en un momento de su vida, abandone aquello para lo que parecía destinado. ¿Por qué deja de escribir? ¿En qué momento la escritura se convierte para él en una reiteración innecesaria? ¿Qué ha dicho que no deba ser traído, una vez más, de vuelta?

                                              (Si es que son ajenas las palabras, 1987)

 

© Álex Chico


       Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review.
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Álex Chico (Plasencia, 1980) es licenciado en Filología Hispánica y DEA en Literatura Española. Ha publicado el cuaderno de notas Sesenta y cinco momentos en la vida de un escritor de posdatas (La Isla de Siltolá, 2016), la novela de ensayo ficción Un hombre espera (Libros en su tinta, 2015) y los libros de poemas Habitación en W (La Isla de Siltolá, 2014), Un lugar para nadie (De la luna libros,2013), Dimensión de la frontera (La Isla de Siltolá, 2011) y La tristeza del eco (Editora Regional de Extremadura, 2008), además de las plaquettes Escritura, Nuevo alzado de la ruina y Las esquinas del mar. En 2016, la editorial chilena Andesgraund ha publicado Espacio en blaportadanco, una antología que reúne algunos de sus poemas desde 2008 hasta 2014. Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios, como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Nayagua, El Cuaderno, Excodra, Revista de Letras, Clarín o Ex Libris. Fue cofundador de la revista de humanidades Kafka. En la actualidad ejerce de profesor en un instituto de El Prat (Barcelona) y forma parte del consejo de redacción de Quimera. Revista de Literatura.