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UNA GRAN CANTIDAD DE ÁRBOLES, DIANE

 



¿Podéis ver a través de una pared? ¿Podéis ver a través de la piel humana? Los rayos X ven a través de lo sólido, de los llamados objetos sólidos. En la vida hay cosas que existen, pero nuestros ojos no las pueden ver.

Lady Leño



Es en el momento de desvelar el asesino de Laura Palmer1 cuando el agente Cooper resume las técnicas que ha utilizado en el caso: directrices del FBI, deducción, métodos tibetanos, instinto, suerte y, a falta de otra definición, magia. Y habría que añadir también la palabra. Al cumplir los trece años, según la autobiografía que le construyó Scott Frost2, Dale Cooper3 recibió de regalo una grabadora Norelco B2000, convirtiéndose desde ese momento en un elemento indisociable para el agente.

      En esa autobiografía, montada de grabaciones realizadas durante sus años de formación y entrada al FBI, se dan algunas claves de la personalidad de Cooper. Una de sus primeras grabaciones comenzó a gestar la importancia de los sueños: “27/12/67. Madre dice que nosotros podemos ver cosas en nuestros sueños que no podemos ver cuando estamos despiertos (…). Madre dice que ella estaba (en el sueño) sola en un campo con miles de pájaros llenando el cielo, bloqueando toda la luz…”.Y un año más tarde se repite la referencia: “12/1/68. También esta mañana madre estaba muy tranquila en la mesa del desayuno. Creo que ha soñado otra vez con los pájaros en el cielo. Este sueño parece asustarla y no sé por qué.” La extrañeza del descubrimiento deja paso al sueño como adivinación, así dos meses después deja constancia de ello: “8/3/67. La abuela Cooper tuvo un derrame cerebral y murió hoy. Ella tenía que visitarnos esta semana. Mamá dijo que había soñado que algo malo iba a suceder, y esta mañana cuando la abuela estaba haciendo un pastel en la cocina tuvo un derrame y cayó al suelo con el pastel.” De esta manera sumamos un par de elementos más a la conducta futura: el sueño revelador, esa parte del inconsciente que comunica con otro lugar y que será continua en la serie, y, cómo no, la predilección por las tartas. Y si quisiéramos buscarle una explicación al otro elemento natural que es indisociable a Cooper, el café, también podríamos toparnos con un par de antecedentes sugerentes en estas grabaciones. El primero de ellos fecha la primera taza de café de Cooper: “30/07/69. Estoy en el restaurante Post and Beam de la Ruta 487. No puedo describir el gusto de la tarta de cerezas caliente en un viajero mojado y cansado. He tomado también mi primera taza de café, y mi segunda. Mi pie parece sentir un hormigueo y estoy muy agitado. Me siento como si corriera muy rápido mientras grito como un indio. Creo que deberé considerar ésta como mi primera experiencia.” Y otro antecedente interesante, y que desvela la personalidad metódica que se fue construyendo Cooper en esos años de adolescencia, fue el que fecha del 27 al 29 de diciembre del 73 donde decide experimentar las limitaciones del cuerpo sin el sueño, dejando de dormir y calculando el mínimo de sueño requerido, desechando la ingesta de estimulantes como el café. Cuarenta y ocho horas después concluye que Lee Harvey Oswald no actuó solo en Dallas, que entre la muerte del presidente y de Marilyn había conexión.4 Así que, a los elementos que revelaba Cooper en el capítulo en el que reúne a los principales sospechosos (directrices del FBI, deducción, métodos tibetanos, instinto, suerte y magia) hay que sumarle estos elementos que construyen el personaje de Cooper en la serie y por los que es reconocido: el café, la tarta de cerezas, la grabadora y Diane como receptora de la palabra que fija la reflexión y escarba en las causas5; un mástil que planta en el centro de su racionalidad y que va marcando con sus ordenadas y originales reflexiones. Todo ello conforma una de las más insólitas puestas en escena del investigador policial. David Lynch y Mark Frost acaban con el detective estereotipado que conocíamos y rediseñan el thriller policiaco.

       Que Scott Frost fuese el que bosquejara las primeras grabaciones tomadas en la Norelco B2000 por el agente, antes de su llegada a Twin Peaks, dota a esa autobiografía de legitimidad. De legitimidad creativa, claro. El hijo de Mark Frost fue el guionista del capítulo 16 y 22 de la segunda temporada, estuvo dentro del proyecto y participó en el proyecto del personaje. Es por eso que pueden tomarse otras grabaciones de ese compendio de Scott para comprender algo más los motivos que guían a Dale Cooper, su construcción. De esta forma, el 26 de septiembre del 71 Cooper comienza a tener sueños complejos: “Despierto de un sueño. Estaba sentado en una habitación oscura. Había una puerta con una grieta que dejaba ver una luz. Afuera podía oír voces. Una, creí, que era de mi madre. La otra no se distinguía. Creo que era la muerte.” Y el 17 de enero del 88, en plena investigación, teoriza sobre el mal, ese mal que en Twin Peaks no está definido en una única persona, el mal que hace que todos sean culpables6 y el responsable final tan sólo sea portador de la semilla que pervierte: “No sé cómo articular esto, pero algo aquí va muy mal. Eso parece una afirmación obvia. Pero hay algo en el trabajo con lo que siento que he llegado a contactar antes. Llámelo un mal, una sensación de algo viejo y muy peligroso que con lo que he estado en contacto con tres veces antes. Una vez en un pequeño pueblo de montaña cuando viajaba. Otra vez en la universidad. Y una vez, cuando Caroline fue asesinada. La Oficina no cubre, ni siquiera reconoce, la existencia de fuerzas fuera del mundo físico. Nadie en el Oeste piensa en eso. Pero está ahí. Tanto si se viaja a la sombra de la noche o si resbalas por una ráfaga de viento. Se lleva alrededor en el alma como una serpiente, esperando su momento para atacar.”

       Cooper es capaz de viajar al cielo y al inframundo en sueños. El iniciado camina entre dos planos. Y Cooper recuerda a la carta de El Mago del Tarot de Marsella; en ella una de sus manos señala al cielo, otra a la tierra, su sombrero representa el símbolo del infinito y uno de sus pies mira a la derecha (futuro) y otro a la izquierda (pasado). El hermetismo está presente continuamente en Twin Peaks, la simbología y los animales como representación del alma, también las plantas, los árboles, las rocas, todo lo orgánico, incluso la contraposición del ave ratona7 con la fábrica humeante en los créditos iniciales (¿el bien y el mal?) dan una textura profunda a las escenas. El bosque actúa como elemento telúrico que esconde secretos y domina desde la aparente quietud, influye en los sueños; la religión de la tierra hace pequeños a los hombres. La cascada de Twin Peaks es fuerza y energía creadora, es purificación, pero también los ríos pueden conducir al inframundo, como el Aqueronte, uno de los cinco ríos del inframundo, donde el barquero Caronte transportaba las almas de los fallecidos hasta el Hades. La Tabla de Esmeralda de Hermes Trismegisto, mensajero de los dioses, ya nos dejó eso de que lo de abajo es como lo de arriba, y lo de arriba es como lo de abajo, para obrar los milagros de una sola cosa: la tierra es representación del cielo. El agente Cooper, por lo tanto, se presenta como un “fuerte emisor”, un intermediario entre dos mundos; es receptor de esos mensajes que no se pueden ver desde lo racional. Como dice la señora del leño, alma de Twin Peaks con sus mensajes que escribió David Lynch al acabar la serie, sobre la dualidad: “A veces la naturaleza nos confunde y nos hace pensar que somos algo que no somos realmente. ¿Existe una clave para la vida? ¿Y para los esquizofrénicos? Para ellos, cada una de sus personalidades piensa que es la otra la que va a la zaga. Finalmente, cuando una de ellas se distrae, la otra le dispara entre los ojos, matándose, naturalmente, a sí misma.”8

       Édouard Schuré en su obra Los grandes iniciados9 nos da relación de esa doctrina originaria que fue síntesis de las religiones y las filosofías, la Tradición Primordial que ha venido expresándose mediante el lenguaje de símbolos y el estudio de la cosmogonía y la metafísica. La espiritualidad del Tíbet, lo sensitivo y anímico, la percepción como conocimiento fue absorbida por Dale Cooper unos años antes del asesinato de Laura Palmer. La primera referencia la tenemos en ese experimento citado en el que Cooper deja de dormir durante días, según su grabación del 28 de diciembre a las 4 A.M.: “Dios deletreado al revés es perro. Creo que el patrón de prueba utilizado en la televisión es similar en su capacidad para despejar la mente a girar una rueda de oración tibetana. (…).” Y luego el 28 de enero del 79 al investigar el secuestro de Caroline Earle: “Tal vez es la noción tibetana de que no hay eventos no relacionados, que todo está conectado.” Y el 24 de agosto del 87: “Pueden ser justo el tipo de personas que pueden evaluar una nueva técnica de investigación que estoy trabajando sobre la base de los escritos de un monje tibetano llamado Gumm.” Durante Twin Peaks el Tíbet aparece en materialmente en diversas ocasiones: cuando Lucy Moran, la secretaria del Sheriff, recibe al forense Albert Rosenfield tiene un libro en sus manos con el enorme título de Tíbet en su portada; en el momento que entrevista al excéntrico psiquiatra de Laura, el Dr. Lawrence Jacoby, aparece en un mapa colgado en la pared y hablan de esa región; y en unas de sus grabaciones Cooper desea que el Tíbet recupere su país y que el Dalái Lama pueda regresar allí. No obstante, una de las pruebas deductivas de esa nueva forma de investigar la encontramos en la conocida escena en la que convoca al departamento del Sheriff en el bosque para ir descartando a sospechosos a partir del lanzamiento de una piedra contra una botella. 10 El principio de la escena comienza con Cooper explicando la dominación del Tíbet por China y el nuevo método. Seguidores de la doctrina budista han criticado el método tibetano representado por ambivalente, casi esquizofrénico, llegando a la burla. Pero la importancia de las acciones de Cooper deben situarse en el plano narrativo: con él se rompen los tópicos del investigador, el mundo cerrado de pruebas materiales se abre a la conexión con lo sensitivo, a la otra verdad que se esconde tras la resolución de un caso: el origen del mal. Precisamente la conexión entre lo metódico racional y el impulso sensible inmaterial conforman al agente durante toda la serie. En el bosque Cooper se alía con la naturaleza y deja a lo que se esconde detrás de reflexión actuar, su mano impulsa la piedra después de que la ayudante del Sheriff pronuncie el nombre de un sospechoso y “algo más”, lo que no se ve, ayuda a continuar por el camino preciso. Ello dará con una nueva senda que explorar, la piedra al dar a la botella no señala el sospechoso exclusivamente, sino que guía a Cooper por ese jardín de senderos que se bifurcan. Cooper a la pregunta del Sheriff de si esa idea de hacerlo así era suya responde asombrado que lo soñó; con este nuevo método, jamás utilizado en un detective, cruza las fronteras, llega a otras dimensiones. Narrativamente, además, puede entenderse como una ingeniosa forma de recordar al espectador la larga lista de personajes que han aparecido hasta ese momento en la serie y que se consideran sospechosos. Y, curiosamente, en el momento en el que a Cooper le toca lanzar la piedra para averiguar si el burdel “Jack, El Tuerto” tiene algo que ver, la racionalidad le aparta de ese camino al ser alertado por la ayudante de que ese era un lugar y no un sospechoso, por lo que había que eliminarlo de la lista. Es un ejemplo más en la serie de que lo racional actúa limitando la verdad.

      

(…)

      

Extracto del ensayo del mismo título publicado en el libro TWIN PEAKS. 25 años después todavía se escucha música en el aire (Editorial INNISFREE, 2016).

      

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1 Twin Peaks: The Complete Series (The Definitive Gold Box Edition, 2007). Universal Pictures. Episodio 17 de la segunda temporada en el que Cooper recuerda su sueño y las palabras de Laura Palmer donde señalaba a su padre. Mark Frost regresa en este capítulo al guión junto a Harley Peyton y Robert Engels. La numeración de los capítulos que siguen toma como número 1 el capítulo piloto. Las descripciones y textos contenidos se encuentran en la compilación citada.

2 Frost, Scott (1991) The Autobiography of F.B.I. Special Agent Dale Cooper: My Life, My Tapes. Ed. Pan Macmillan Australia.

3 Lynch le puso ese nombre en referencia a D.B. Cooper, un hombre no identificado que secuestró un avión Boeing 727. Davis, Jeff; Al Eufrasio; Mark Moran (2008). Weird Washington. Sterling Publishing Company, Inc.

4 En el episodio 1 de la primera temporada Cooper, colgado boca abajo en su habitación, reflexiona en la grabadora y tras descolgarse deja grabado: “Diane, esta mañana ha vuelto a sucederme. Y no lo digo ahora como agente del FBI, lo digo como ser humano. De verdad. ¿Qué hubo entre Marilyn Monroe y el clan de los Kennedy? ¿Y quién disparó realmente contra JFK?”

5 Es el 19 de diciembre de 1977 cuando a Cooper se le asignó la secretaria Diane. Y en esa fecha deja constancia, la única que existe, de su apariencia física en su grabación: “Creo que su experiencia puede servir de fantástica ayuda. Ella parece un cruce interesante entre una santa y una cantante de cabaret”.

6 En el episodio 4 de la primera temporada, delante de la tumba de Laura Palmer uno de sus amantes, Bobby Briggs, estalla y culpa a la comunidad: “¿Qué esperan ahora? Me dan asco. Sí, malditos hipócritas: me asquean. ¿Quién no sabía que Laura tenía problemas? Y nadie hicimos nada. Y ahora… ¡qué buenos somos! ¿Quieren saber quién mató a Laura? ¡Ustedes! ¡Todos!” El mal es colectivo, individualizado cuando hay que simplificar su existencia.

7 El film Blue Velvet ya nos dejaba la idea primordial del bien con el petirrojo. La lechuza es Bob, oscuridad.

8 Intro al episodio 12 de la segunda temporada.

9 Édouard Schuré (1989) Los grandes iniciados. Galaxia del Libro S.A., 1993.

10 Episodio 3 de la primera temporada. Su título es Zen, o la habilidad de atrapar a un asesino. Este capítulo junto al primero y al noveno de la segunda temporada son los únicos donde David Lynch dirigió y él y Mark Frost se ocuparon conjuntamente del guión. A partir de esta escena se rompe con la lógica del detective clásico, ahondando en ello al final del capítulo con el sueño en la Habitación Roja.

 

© Iván Humanes


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Iván Humanes (Barcelona, 1976). Ha publicado los libros 'La memoria del laberinto' (CyH, 2005) , 'La emboscada' (Inéditor, 2010), 'Los caníbales' (Libros del Innombrable, 2011) y 'Lengua de orangután' (Editorial Base, 2016)