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Entrevista
a
A.M. Homes

 
 por William Cuthbertson  Una muñeca de carne y hueso | crítica de The End of Alice (en inglés)

 Picture of Homes
foto:©Marion Ettlinger

A.M. Homes es la autora de las novelas The End of Alice
(que saldrá publicada por Anagrama a mediados del 1998), In a Country of Mothers (Sólo una madre, publicada por Ediciones B en el 97) y Jack, así como de la colección de relatos The Safety of Objects, y del libro sobre el proceso de creación de The End of Alice, Appendix A. Su trabajo se ha traducido a ocho idiomas y ha sido incluido en numerosas antologías. Sus incursiones tanto en el mundo de la ficción como en el del ensayo han sido recogidas en revistas como Art Forum, Bomb, Blind Spot, Elle, Harpers Bazaar, Mirabella, The New Yorker, The New York Times Magazine, Story, The Los Angeles Times y Vanity Fair, entre otras.



A.M. Homes és l´autora de les novel.les The end of Alice, In a Country of Mothers i Jack, així com del recull de contes The Safety of Objects, i del llibre sobre el procés de creació de The End of Alice, Appendix A. El seu treball ha estat traduït a vuit idiomes i ha estat inclòs a nombroses antologies. Les seves incursions tant al món de la ficció como al de l'assaig han estat recollides en revistes com Art Forum, Bomb, Blind Spot, Elle, Harpers Bazaar, Mirabella, The New Yorker, The New York Times Magazine, Story, The Los Angeles Times i Vanity Fair, entre d´altres

 

A.M. Homes es una autora que genera gran controversia en Estados Unidos cada vez que un libro suyo sale al mercado. Pero en el Reino Unido, la publicación de su última novela, The End of Alice, ha conseguido que salgan ampollas entre los sectores más bien pensantes de la sociedad británica, desde los cuales se exigió que el libro no fuera distribuido, lo cual es como decir que exigieron su censura. La crítica, por otra parte, lo recibió de forma un tanto confusa: mientras se alababa la calidad literaria de la autora, se lamentaba que ésta se aplicara a un tipo de temas que, por decirlo de alguna forma, no estaban a la altura. En España, por suerte, no sufrimos este tipo de angustias. Ediciones B ya publicó una novela anterior, Sólo una madre, y pronto podremos leer el último libro de A.M. Homes, que Anagrama publicará a mediados de 1998. The End of Alice ya se ha publicado en Dinamarca por la editorial Lindhardt, en Noruega por TidensNorsk, en Suecia por Leander Malmstem, en los Países Bajos por Anthos, en Italia por Bompiani y en Portugal por Noticias, y pronto aparecerá en Francia publicada por la editorial Belfond.

BR: Aunque tal vez sea improcedente, resulta muy fácil vincular su obra con la de otros escritores -Beth Nugent, Mary Karr y Kathryn Harrison, por ejemplo-, un grupo que hace de la novela un confesionario donde tratar temas relativos a la violencia sexual. ¿Considera que este tipo de narrativa constituye un género en sí mismo? ¿Se está creando el movimento de la "abuse fiction"?

AMH: No considero que mi obra esté vinculada a ningún grupo particular ni forme parte de él. Tampoco creo que haya un movimiento particular o un género literario que trate el tema de los abusos sexuales y se conozca como "abuse fiction". Puede que éste sea un grupo que está usted construyendo por su cuenta. Yo no estoy interesada ni en reunir grupos de libros ni en atribuirles el nombre de un tema o movimiento.


BR: Usted dijo en algún momento que le interesaba analizar la moral americana o incluso la contemporánea. ¿Ha llegado usted a alguna conclusión, ya sea previa o concreta?

AMH: Me interesa la moral, pero no pretendo llegar a ninguna conclusión. Mejor referirse a una investigación en curso.


BR: ¿Piensa usted que el juicio por violación y asesinato de Glen Ridge (Nueva Jersey) responde a una moral colectiva?

AMH: Lamentablemente no seguí el caso con la atención suficiente para poder hacer comentarios al respecto. Si le interesa, le remito al nuevo libro de Bernard Lefkowitz, que enseña conmigo en Columbia.


BR: ¿Se considera usted preparada para desempeñar la función de portavoz de temas relacionados con la mujer o de temas acerca de la violencia sexual o doméstica? ¿Asumiría esta función?

AMH: The End of Alice fue mi cuarto libro y, pese a que hay mucho sexo en él, es una novela sobre ideas, sobre cultura, moral y sexualidad. No me interesa ser portavoz de nada. Me interesa escribir obras de ficción que planteen interrogantes, que provoquen polémica. Creo que la tarea de la literatura -del arte en general- es generar obras que estimulen a la gente a observarse a sí misma y al mundo en que vivimos más de cerca o, quizá, desde otro punto de vista.


BR: Dado que el ensayo se ocupa estrictamente de los hechos, ¿le ofrece una protección al autor o una distancia narrativa que la ficción no le permite tomar? ¿Se arriesga menos públicamente?

AMH: No entiendo adónde quiere usted llegar. La obra de ficción y el ensayo son sumamente diferentes. Un autor que crea una obra de ficción está sacando personajes de la nada, está creando personas en donde no había nadie: una experiencia totalmente distinta de la de escribir algo basado en hechos, en cosas que sucedieron en realidad.


BR:
Lo pregunto sobre todo por Appendix A (una explicación sobre la novela The End of Alice). ¿No es esta obra un intento de borrar las líneas divisorias entre realidad y ficción? Junto con The End of Alice, el Appendix A parece un ataque directo a las convenciones, a lo que se espera de la ficción. Si como escritora le parecen tan claras las líneas que separan la ficción del ensayo, ¿por qué invertir tanto esfuerzo para que estas creaciones parezcan reales: la descripción, la prueba física, los informes policiales? ¿Por qué tanto detalle?

AMH: El Appendix A se concibió como una explicación de The End of Alice. Es como el cuaderno de notas que acompaña a un disco, una oportunidad de seguir el proceso; los fragmentos que forman parte de la creación de una obra literaria: personajes, localización, etc. Mientras escribía The End of Alice, recogí fotografías antiguas y otros fragmentos, sin darme cuenta de que se convertirían en un álbum. Simplemente las encontré a lo largo del camino y pensé: este niño podría ser el narrador; éste, el lugar donde sucedió algo. Al acabar de escribir el libro, se me ocurrió que podría ser como un álbum de fotos ficcional. Así, volviendo a su pregunta, el Appendix A no tiene nada que ver con la línea que separa la ficción y el ensayo. Es totalmente ficción.


BR:
¿Ha pensado en escribir ensayo?

AMH: Ya escribo ensayo. Frecuentemente.


BR:
¿Se refiere a crítica? He leído que también es crítica de arte.

AMH: Escribo con frecuencia sobre arte y sobre temas relacionados con el arte. Me interesa especialmente la fotografía, pero también soy una gran aficionada a la pintura y a la escultura.


BR:
El arte desempeñaba una parte especialmente importante en el Appendix A. ¿Ve usted alguna conexión entre las artes físico-tangibles y la escritura?

AMH: Yo no diría que haya una conexión entre las artes plásticas y la escritura. Sin embargo creo que hay ocasiones en que no se encuentran las palabras y que el hecho de pintar, de utilizar el gesto, el color o la abstracción puede ser liberador. Lo lamentable es que no suelo concederme tiempo para pintar, se ha convertido en un lujo para mí. He conocido a muchos artistas, escritores y músicos que también trabajan o actúan de otras formas. La creatividad parece estar mejor atendida cuando no se limita a una única expresión.


BR:
Volviendo a The End of Alice, ¿cómo reacciona ante las reseñas negativas? American Psycho de Bret Easton Ellis recibió fuertes críticas por el tratamiento narrativo de un asesino en serie, mientras que Executioner's Song de Norman Mailer, un tratamiento de la vida de Gary Gilmore a modo de ensayo, fue muy alabado por la crítica. ¿Hay un rechazo general entre los estadounidenses a aceptar escritores que quieran convertir en personajes literarios a estos delincuentes casi legendarios?

AMH: No sé.


BR:
Usted regresó hace poco de una gira promocional por Londres, donde la distribución de The End of Alice ha causado un aluvión de protestas y ha sido prohibido por la NSPCC (National Society for the Prevention of Cruelty to Children, Asociación de protección a la infancia) y W.H. Smith se negó a venderlo al público. Al margen de la enorme atención de los medios de comunicación que esto generó (incluyendo muchas cartas en defensa del libro), ¿cuáles son sus sentimientos o comentarios respecto a su recepción en el Reino Unido y cuál su experiencia personal con los ingleses?

AMH: Para aclarar las cosas, la NSPCC no prohibió el libro, reclamó que se retirase del mercado el libro y después que se prohibiera, pero no tiene la autoridad para prohibirlo. La "prohibición" de W.H. Smith es una especie de broma absurda, puesto que según el editor, W.H. Smith suele vender obras muy comerciales y nunca llegó a encargar el libro; anunció la "prohibición" sólo después de que estallara el escándalo de la NSPCC. Además, para ser aun más claros -amo la claridad-, en realidad no fui a Londres a hacer una gira promocional, a no ser que uste llame gira a ir en taxi de un lugar a otro. Fui con motivo de la publicación del libro, sin tener ni idea de que la distribución del libro provocaría en una "crisis" nacional. Los acontecimientos que siguieron a la protesta de la NSPCC fueron muy interesantes, en el ámbito histórico -no siempre se prohíbe un libro- y en un ámbito más personal. Encontré muy interesante que lo que mayor preocupación suscitara en Inglaterra fuese, al parecer, que The End of Alice proporcionaba fantasías a los pedófilos y que, por eso, el libro era peligroso. Creo que esta forma de pensar cojea en diversos puntos: 1. Los pedófilos ya tienen sus fantasías; yo no tengo que proporcionarles ninguna. 2. A un pedófilo, la lectura de The End of Alice no le resultaría en realidad demasiado estimulante, dado que el narrador está en la cárcel, y ha estado en la cárcel, castigado por sus delitos, durante los últimos 23 años, y no va a salir pronto de allí. 3. Cuántos pedófilos debe de haber en Inglaterra, el grado de preocupación era tan increíblemente alto que uno puede pensar que hay uno en cada esquina. Estoy ironizando, lo que me interesa es que creo que a la gente le molesta el libro porque le hace pensar en cosas que la desconciertan y porque, simplemente, el libro no le debe de gustar; lo acepto. El objetivo de la literatura seria, y yo creo que este libro es serio, no un entretenimiento, es reflejar la cultura en la que vivimos. En vista de lo que hay en la primera plana de los periódicos -la mayoría de los días, cuando no están intentando prohibir un libro-, pienso que The End of Alice empieza a reflejar algo muy molesto sobre el mundo en que vivimos.

En el Reino Unido me pregunaron si tenía amigos y si dormiría con mi hermano; en Estados Unidos sólo me preguntaron qué pensaba mi madre del libro... Ambas son preguntas realmente extrañas. Pienso sobre el tipo de preguntas que la gente plantea: el suponer que la obra responde en cierto modo a la realidad, resulta curioso, pues refleja que, culturalmente, estamos en un momento en el que hemos olvidado la imaginación. Escribir una novela es un acto de imaginación, esto es lo que más me gusta de escribir, la oportunidad de explorar otros mundos que no son el mío.


BR:
¿Cuál es la función de la prueba, del hecho, para los personajes que han sido víctimas de abusos sexuales? ¿Es un intento de cuantificar el daño que se les ha infligido? ¿Es esto la verdadera "seguridad de los objetos"?

AMH: ¿La función de la prueba? De nuevo, no sé adónde quiere usted llegar, pero presiento que está intentando interpretar la obra de un modo que, simplemente, no es el adecuado. El título de mi colección de relatos breves, The Safety of Objects ("La seguridad de los objetos"), procede del mundo del arte, de la teoría de la crítica y del concepto psicoanalítico de "objeto", y también del modo en que utilizamos las "cosas" -coches, casas, juguetes, gente- para definirnos y consolarnos a nosotros mismos.


BR:
De todos los relatos de The Safety of Objects, siempre me acuerdo de "Yours Truly", sobre la joven que esperar recuperar el sentido de autoestima, de identidad. ¿Ve usted similitudes entre el proceso de recuperación y el de la escritura? ¿Cree que los escritores intentan con su obra llegar a comprender sus obsesiones particulares?

AMH: No sé nada de la "recuperación". De nuevo está usted aplicando en la obra sus propias nociones acerca del abuso sexual, la recuperación y el proceso narrativo. No trabajo a partir de estos ámbitos, me resultan irrelevantes.


BR:
¿Inicia los relatos o las novelas esperando llegar a comprender un tema o unos temas específicos? ¿Es cada relato una especie de comentario o escribe acerca de lo que tiene en mente?

AMH: Mis ideas suelen proceder de conceptos de la "no ficción", lo que significa que aparecen como respuesta a temas actuales de la cultura. Con frecuencia son investigaciones acerca de ideas o temas específicos que me interesan; aunque el tema o la idea no se hagan necesariamente explícitos en la historia.


BR:
¿Tienen algo en común la Jody de "Yours Truly" con la Jody de In a Country of Mothers (Publicado en español con el título Sólo una madre)?

AMH: Muchos de mis personajes se llaman "Jody".


BR:
Stephen King tiene la costumbre de llamar al menos a uno de los personajes de sus novelas "Anne". ¿Es su "Jody" un homenaje a alguien? ¿Se esconde algún significado tras la preferencia por este nombre?

AMH: Una persona que se llamaba Jody vivía en mi calle cuando yo era pequeña. Todavía somos amigas.


BR:
¿Hasta qué punto le influyen los personajes y temas que investiga? ¿Cómo consigue desconectar mentalmente tras haber pasado una semana o un mes escribiendo algo como The End of Alice?

AMH: Desconecto poco a poco.


BR:
¿Necesita distanciarse en algún momento de la obra? ¿Tiene algún tipo de relajación, o debe sufrir para llegar a donde quiere llegar con la novela?

AMH: No experimento la necesidad de distanciarme de la obra, pero a menudo pasan coasa que me separan de ella por un período de tiempo, la enseñanza, otros trabajos, etc. Una obra de ficción se desarrolla mejor cuando el escritor es capaz de pasar mucho tiempo, de forma ininterrumpida, con los personajes y las ideas. Se trata de la creación de un mundo, de gente que nunca existió y que sale de la nada. Es algo que te ocupa mucho tiempo.


BR:
¿Está trabajando ahora en algún proyecto?

AMH: Por supuesto.


BR:
¿Algo de lo que nos quiera hablar?

AMH: No.


BR:
¿Qué está leyendo ahora? ¿Qué obras la han impresionado de forma más notable?

AMH: Estoy leyendo ensayos sobre el matrimonio. Estoy leyendo novelas de Richard Yates, John Cheever y otros, y estudiando la evolución de la burguesía. También me interesa mucho la literatura rusa y leo muchos ensayos. Me encantan las biografías.


BR:
¿Qué música le interesa?

AMH: Escucho mucha música clásica cuando escribo: Bach, Chopin, Glen Gould interpretando al piano.


BR:
Bueno. Ahora me toca a mí. ¿Qué piensa su madre sobre su obra? ¿Ha tenido la oportundiad de hablar con ella al respecto? ¿Se han sentado delante de una taza de café y han charlado sobre Barbie y Ken, del relato final de The Safety of Objects? Supongo que mi verdadera pregunta es, de nuevo, ¿cómo obtiene este material -estos relatos- y los asimila en su vida cotidiana? No lo pregunto con mala intención, pero me fascina el que alguien pueda abordar estos temas y dejarlos con la mente relativamente lúcida.

AMH: Parece que a todo el mundo le interesa hablar sobre lo que piensa mi madre sobre mi obra. Simplemente diré que una vez hice una lectura del relato de Barbie en una librería ante toda mi familia, incluyendo a mi abuela, que ya es nonagenaria. ¿Qué es una Barbie?, me preguntó más tarde; y le enseñé una. ¿Por qué se llama The Safety of Objects, me preguntó; y se lo expliqué.

Al parecer tiene usted un interés o una pregunta recurrente acerca de cómo asimilo en mi vida cotidiana lo que sucede en mis relatos. Escribo obras de ficción, trabajo con mi imaginación en respuesta a acontecimientos sociales. El periódico que usted lee por las mañanas está lleno de sucesos mucho más escalofriantes que mis relatos. Lo que encuentro difícil, si es que hay algo que lo sea, es que para escribir hay que pasar mucho tiempo solo, separado en cierta forma de la otra gente que se levanta por la mañana y va a una oficina: sueño con ir todas las mañanas a una oficina.


BR: ¿Tiene algún vicio que le haga sentirse culpable? O, si no se siente culpable, ¿de qué cosa de las que usted hace o disfruta no le gustaría que la gente se enterase?

AMH: Oh, por favor. Tendría que estar escribiendo una novela en este mismo instante...

 

__________________________© 1997 The Barcelona Review
Traducción: Susana Andrés

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