biografía del autor

Claudia Apablaza

Eliminando nacionalismos literarios: renuncia a los sistemas

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Ver la reseña de Kazbek en este número

 

“No hay nada más nocivo para la literatura de todos los tiempos que el nacionalismo”, apunta Valencia. Y El síndrome de Falcón es la más dura y demoníaca manifestación de ella. Vuelve de mil maneras y con miles de máscaras, caras al aire, caras descubiertas, encapuchadas, asumiendo el rol de censura y tiranía que ha tenido siempre en la historia de la Literatura. Así, El síndrome de Falcón es un mal, el mal del escritor que se siente obligado a retratar su país con una finalidad reivindicativa, “… simplificando instrumentalmente su obra”; así como hay otros síndromes,  el de Bartleby o el de Montano que ya nos enseñó tan bien Vila Matas en sus libros; pero todos malestares curables, recuperables con la lectura y/o con la escritura, con el viaje infinito y vertical emprendido por escritores y críticos que trascienden sus espacios reducidos, sus tradiciones literarias y las transforman en tradiciones humanas, universales.

De esta forma, nos dice Valencia, los escritores que no padecen el síndrome, escriben y leen novelas no para conocer la realidad, sino para desconfiar de una sola realidad, para soltar las amarras de una aventura que no tiene otro puerto “…que su propia navegación en la aventura de la lengua”. La literatura como un extrañamiento, incluso del escritor que no se mueve de su metro cuadrado o de su cuchitril. El novelista como al sujeto que no le corresponde descifrar una muralla, sino que “… violentarla a cada rato hasta hacerla desaparecer”.

El síndrome de Falcón se va transformando en una de las más despiadadas y patéticas carreras literarias de un sistema literario, un sistema que exige plasmar como moneda de canje grandes festines de representación de la realidad, sobre todo, en el caso de Latinoamérica, el exotismo (turismo) de lo latinoamericano. Por otro lado, encontramos a escritores que han superado el síndrome o que nunca lo portaron. Y el feliz fracaso de esa representación de lo esperado, la posterior errancia interna exacerbada de los náufragos de ese sistema que no se ha visto representado.

(Pensar cada uno en los falconeros de su país, agregaría yo. Huir a mil por hora).

17 ensayos nos invitan a pensar (y por favor, a abandonar) este síndrome del nacionalismo literario, adoptado la actitud del narrador de este libro: Una suerte de paseo por lecturas y países en busca de escritores desterrados, extranjeros, ajenos siempre a los sistemas literarios sobre los que nacieron. Un viaje al encuentro de escritores como Ishiguro, un japonés que escribe en inglés, que vive en Londres y que amenaza con sus enormes ojos rasgados. La esperanza inútil de lectores y críticos depositada en él para que hable de la sociedad japonesa contemporánea y la posterior frustración de los mismos al ver reflejados en sus textos la actual sociedad inglesa. Adonis, Borges, Cortázar, Vila-Matas: La fuga de los escritores entre ciudades y rincones para ejercitar todo el ejercicio del error de las naciones. 

De todos los vertiginosos escondites que va descubriendo Valencia en este libro, el que más admiro es la obra de Pablo Palacio (1906-1947), autor de Débora (1927) y Vida del ahorcado (1932); único ecuatoriano que ha marcado fuertemente el quiebre de ese síndrome, autoexiliado y apuntado con el dedo, fundador de la vanguardia en Ecuador, es tal vez uno de los escritores latinoamericanos que más se dedicó a explorar territorios impuros, como nos dice Lezama Lima.   

Asumir el error a la hora de escribir. Dejar de repetir la tradición en todas las esquinas. No ensalzarla a ciegas. “… releerla, digerirla, distanciarnos y acercarnos y luego volver a distanciarnos de ella”. Olvidar de una vez el concepto de cosmopolitismo usado por resentidos. Pensar el de Literatura una y otra vez, hasta quedar ciegos. Internarse en lo oscuro. En los infiernos que nos anticipó Bolaño. En los que ha visto Rimbaud, Baudelaire, Roberto Juarroz, Bellatin y Rolando Sánchez Mejías. Reflexionar acerca de la gran diferencia entre la novela total latinoamericana y el fracaso del novelista íntimo. Vargas llosa vs Rybeiro. Conversación en la catedral vs Prosas apátridas. Volver a la imagen de Cortázar a sus sesenta y ocho años montado sobre un Wolkswagen, recorriendo en un mes la autopista París-Marsella. El resultado, Los autonautas de la cosmopista: un libro en colaboración, con un aire falsamente científico. César Aira o el escritor que “… simula la creación de la obra en una poderosa deriva donde los inesperado es norma, y reflexiona sobre el proceso”. Ribeyro o su sentencia: “… la novela totalizante le resulta imposible a un narrador que renuncia a los sistemas”.

Una larga lista de escritores a los que nunca los atacó el mal, otra lista de los que nunca los atacará. Ecuador como la patria de los falconeros. Generaciones se siguen procreando en base a esos nacionalismos. La falta de una tradición novelística con la que dialogar y discrepar, no a modo de parricidio, sino que a modo de fantasma amado y odiado.

Valencia, desde diferentes ciudades de Europa y Latinoamérica levanta su pluma y dice el síndrome de Falcón ataca fuertemente aún en todo el mundo, como cura deberíamos dar un paseo por otras letras y escrituras. Leer y releer, dialogar con las tradiciones y cometer hermosos parricidios (agrego).

Para terminar recuerdo unas palabras de Gao Xingjian, autor de La montaña del alma, La huída, y de su interesante ensayo En torno a la Literatura: “…nos vemos empujados a huir permanentemente de la tiranía política, pero hay algo de lo que no podemos huir: de nosotros mismos”.

En fin: ¿cuánta patria necesita un escritor?
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Claudia Apablaza © 2009

El síndrome de Falcón
Leonardo Valencia
Paradiso editores, Quito, 2008.

Biografía:

Claudia Apablaza (Chile, 1978) Escritora. Estudió Psicología y Literatura en la Universidad de Chile. Ha publicado el libro de relatos Autoformato (Lom ediciones, 2006), la novela Diario de las especies (Jus Ediciones, México; Lanzallamas , Chile, 2008; pronta a publicarse en España) y el fanzine s(s) y la no historia (La picadora de papel, 2008). Finalista Joven Talento Booket, Planeta, España 2008; primer lugar en el Concurso de cuentos de la revista Paula, Chile, 2005; y primer lugar Concurso de Cuentos Filando cuentos de mujer 2004, Asturias, España. Su obra ha sido incluida en diversas antologías como Quince golpes (Cuba, 2008) o Tiempo de relatos (Booket, Planeta, España, 2008). Es colaboradora habitual de la revista literaturas.com, para la que compiló álbum: 30 cuentistas hispanoamericanos (2007). Actualmente cursa estudios de postgrado en la Universidad Autónoma de Barcelona, es profesora del Laboratorio de escritura y co-editora de la revista www.dadoroto.com. (www.claudiaapablaza.blogspot.com)