barcelona review #18

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Barcelona Review número 18

Reseñas
:

Juan Bonilla, La compañía de los solitarios
Pre-textos, Valencia, 2000.

El nuevo libro de Juan Bonilla se abre con "El millonario Craven", un relato cuya trama constituye un epítome bastante claro de los recursos y estrategias del libro: un escritor llamado Báguenas recibe de parte del millonario al que alude el título el encargo de escribir la novela cuyo argumento esbozó antes de morir el malogrado escritor chileno Ismael Lara. Báguenas acepta escribir una novela corta a partir de ese argumento, pero pronto descubre que Craven es el artífice de una extravagante trama encaminada a la falsificación de textos literarios (en la que, curiosamente, han participado otros escritores como Norberto Romero o Lorenzo Silva). Báguenas descubre que Craven podría incluso haber matado a Lara para falsificar su novela. Eventualmente, descubre también que está atrapado en la trama de Craven y que debe encontrar una vía de salida para salvar su propio pellejo.

La idea de una trama forjada por un demente para suplantar la realidad es un motivo recurrente en la obra de Bonilla. El ejemplo más claro es Nadie conoce a nadie, donde el grotesco director de juegos y ficcionista Sapo urde una trama concebida como ajuste de cuentas a la realidad: su violenta partida de rol (metáfora de la actividad literaria) busca asaltar la realidad de su ciudad. Igual que el crucigramista de Nadie conoce a nadie, el escritor Báguenas queda atrapado en un relato urdido por un presunto demente, pero la trama de Craven tiene un grado superior de complejidad dado que consiste en una reescritura de la historia literaria a base de readymades: los textos literarios son reificados y reformulados como simple apelación a sí mismos. El texto es suplantado por su etiqueta.

Otra variante de este argumento da forma a "Los calcetines del genio", donde una traductora viaja a una isla exótica y allí se ve atrapada en una ficción meticulosamente escenificada por el autor de culto cuya magna obra debe traducir. Esa isla a la que se desplaza y en donde tiene lugar una extraña historia de pederastas, calcetines perdidos y violencia sádica, es una metáfora de la alteridad de la ficción respecto a la realidad. En ese escenario la traductora (que representa la conciencia lectora) se integra en la trama del escritor, que intenta todo el tiempo someterla a sus caprichos y llevarla de un lado para otro de la isla sin revelar la verdadera naturaleza de sus planes. La pugna de la traductora representa la lucha de todo lector por liberarse y conquistar su autoconciencia en el seno del relato.

"Las cartas de Mónica" y "Una historia borrada" tienen idéntica estructura. El intercambio epistolar entre un tipo solitario y amargado y una adolescente, en el primer caso, y la serie de entrevistas entre un joven en paro y un millonario excéntrico, en el segundo, acaban teniendo la misma naturaleza: la de intercambio entre dos mentirosos que van creando ficciones encaminadas a atraer al otro. En el caso de estos dos relatos, el argumento de la víctima que trata de huir del ficcionista es reemplazado por el encuentro –y reconocimiento– entre ficcionistas.

Tal vez el relato más engañoso del libro, porque oculta su complejidad tras un argumento supuestamente sencillo, es "Edición definitiva". A primera vista se trata del retrato de Ramos, un poeta de provincias tópicamente maldito, borracho y amargado. Sin embargo, el relato da una pista a quien sospeche de su aparente simplicidad anteponiendo al núcleo argumental una primera parte donde el narrador forma parte de un colectivo de émulos de Charles Bukowski que se reúnen para poner en común sus textos epigonales. La salida del narrador de este grupo y su entrada en el mundo sórdido de Ramos, repentina materialización de los intereses argumentales del narrador, da pie a un divertido comentario acerca de la condición literaria. Supuestamente la poética de Bukowski es reivindicada por su realismo, pero cuando uno de sus personajes aparece en el mundo real continúa siendo una figura literaria y de ahí vienen su dramatismo y su dignidad, con lo cual su supuesta "realidad" se reformula en términos de apelación a lo ficticio.

Por su representatividad de los intereses y del mundo de Bonilla, esta colección de relatos es un buena puerta de entrada a la obra del autor, compuesta hasta la fecha por cinco libros de ficción y tres de periodismo. El libro muestra a las claras que Bonilla, forjado en una escuela de literatura americana profundamente autorreflexiva (Nabokov, Borges, Auster) no está particularmente interesado en la vida que hay más allá de la literatura. Si el principal prejuicio de los críticos hacia su obra se basa en el metaficcionismo y en la condición de argumento intelectual de muchos de sus relatos (por oposición a una supuesta ficción que "trata de la vida"), el relato "El mejor escritor de su generación" es una réplica burlona pero firme a este tipo de juicios críticos. Formulado directamente como una teoría literaria, este relato formidable, tal vez el mejor del libro, niega con rotundidad que la vida se halle en el origen de la escritura literaria y, además, incluye todo un discurso crítico en broma acerca de Nadie conoce a nadie.

La idea de que la literatura, por contra, es un refugio de la vida, ha ido ganando peso en su obra. "Están todos cansados de estar muertos", comenta este libro sobre esa raza favorita de Bonilla que son los ficcionistas, "y es ese cansancio el que les arroja a las ficciones". No es casualidad que los títulos de varias de sus obras apelen precisamente a la relación entre el abatimiento, la soledad y la creación de argumentos. Tampoco lo es que muchos de los ficcionistas de sus relatos (Sapo es el paradigma) sean freaks o inadaptados. La literatura del propio Bonilla no deja de ser un poco freak en su desdén por las bondades de la vida.

Mientras el establishment cultural español no reconozca a Juan Bonilla lo que verdaderamente vale, a sus lectores nos queda la satisfacción de ver que no se pliega a las objeciones que han suscitado sus últimos libros (objeciones en las que pesa bastante el éxito prematuro del autor). La idiosincrasia y la ambición de Bonilla no han menguado desde que se dio a conocer con El que apaga la luz (y La compañía de los solitarios no desmerece en absoluto a aquel excelente debut). Aunque sigue girando en torno a los mismos temas y obsesiones, la obra de Bonilla ha ganado en coherencia y ha ido articulando su discurso con el paso del tiempo.
JC


Pablo De Santis El teatro de la memoria
Ed. Destino Barcelona, 2000. 175 págs.

Es fatal: cuando un relato realista de intriga y amor no puede representar lo real de un modo más o menos verosímil, debe recurrir a la parodia, el humor o la ironía para sustentarse. De lo contrario se vuelve un remedo de lo que busca y no logra enamorar ni intrigar ni hacer reír. Es lo que lamentablemente le pasa a El teatro de la memoria de De Santis (Buenos Aires, 1963): su historia es inverosímil. No es que lo de De Santis sea la ciencia ficción; al contrario, busca reproducir hechos creíbles: un médico de pacientes desmemoriados encuentra uno que significará mucho en su vida. Pero De Santis exagera esas significaciones. Y lejos de hacerlo con humor o ironía, se las impone a lo real. Así, el paciente tuvo una mujer de la que el médico se enamora; también un padre, vinculado casualmente al pasado del doctor, y a médico y a paciente, los inquietan los mismos intereses eruditos. A eso se le superpone una trama criminal, y el propósito de que cada elemento alegorice las ideas del autor, quien para acabar de parecer inteligente, da cabida a unas autoridades -Nietszche, Piranesi, De Chirico- conocidos en la novela hasta por el verdulero. Y cuando la chica se altera, el autor nos lo dice haciendo que se le quiebre la cuchara del café. Menos mal que era de plástico.

D.A.


Carlos Liscano  El camino a Ítaca Ed. Montesinos, Barcelona, 2000. 254 págs.

Carlos Liscano (Montevideo, 1949) es autor de varios volúmenes de cuento y poesía, y de tres novelas. La primera de éstas, La mansión del tirano, fue escrita en la cárcel hacia 1981. Inédita en España, es un libro esencial de la literatura rioplatense de la segunda mitad del siglo. Experimental, emancipada de cánones y géneros, ardua, La mansión del tirano es a Liscano lo que La vida breve a su compatriota Onetti. Vale decir (amén de libro fundacional de las obras respectivas), es la inauguración abrupta de la escritura que desde la primera letra proclama su derecho a ser consciente de todo, pero que también desde el principio debe reconocer que esa proclama es ilusoria, utópica. El lenguaje, un verbo, un nombre, una mera letra, en cuanto se escriben desencadenan un destino que el escritor (ese pequeño tirano) es incapaz de dominar. En La mansión del tirano, Hans, su protagonista, descubre que la única empresa digna es la de vivir. También adivina que vivir no es sinónimo de conocer, y que saber eso "era su Ítaca". Ítaca terrible la de ese Hans, consistente en saber que aún a ciegas, debe seguir luchando.

El camino a Ítaca, última novela de Liscano, retoma ese motivo de Ítaca como la desilusión a que se arriba luego de un oscuro viaje. La trama ocurre entre Estocolmo y Barcelona durante 1991 y 1992. Vladimir, el protagonista, viaja en esa realidad de mapa y calendario, pero también lo hace en sueños. Y, como en ciertos relatos de Onetti, son en el fondo esos sueños los que marcan, tenuemente o a fuego, según se mire, la vida de Vladimir. Él se retuerce rabiosamente entre los hilos de su biografía, a veces también se cansa y abandona. Otra vez se rebela, vuelve a la carga, y nuevamente se abandona. Entretanto, va intuyendo en sueños su destino, su Ítaca. La intuye, no la conoce. Lo único que sabe es que debe seguir. Viviendo.

La mansión del tirano ignoraba los géneros. Ahora Liscano intenta amoldarse a la forma de la novela, con principio, nudo y desenlace. Una misma voz, la de Vladimir, narra sus peripecias en una sociedad más o menos caótica en la que no logra integrarse. El camino a Ítaca es un libro poderoso, virulento con razón, triste con más razón, escrito con un estilo ágil y oral que quienes sepan leer atribuirán a una disciplina rigurosa y a un sutil sentido de la medida y el tono. Lo desmedido no está en el estilo de la prosa, sino ellí donde tiene que estar: en el odio y la sordidez de un Onetti, en la perplejidad de un Antonio Di Benedetto, en la inmoralidad de un Celine, en la honestidad de un Filisberto Hernandez. Pero esto es apenas poner nombres conocidos a lo nuevo y desconocido. El camino a Ítaca no puede tener sino un parangón, y son las otras obras de Liscano, inhallables en España y que ojalá los editores nos sigan permitiendo conocer.
D.A.


Apostolos Doxiadis: El tío Petros y la conjetura de Goldbach. Ediciones B. Barcelona, 2000 Traducción de María Eugenia Ciocchini. 198 páginas.

Los amantes de las matemáticas, y los que no, tienen en este libro de Apostolos Doxiadis (nacido en Australia en 1953 y crecido en Atenas) una oportunidad extraordinaria de disfrutar un texto que cuenta, con conocimiento de causa (el autor fue admitido a los quince años en la Universidad de Columbia para estudiar Matemáticas), la aventura de un hombre que dedica su vida a desentrañar uno de los problemas matemáticos más elusivos de la historia de esta disciplina: la conjetura de Goldbach. El mérito de este libro descansa en su capacidad de convertir un asunto aparentemente elitista, en algo de interés para todos; aún para aquellos para los que las matemáticas resultan algo sumamente misterioso e inextricable. Como es el caso del que escribe.

Pero las matemáticas son sólo parte de la historia del tío Petros, el obsesionado personaje de la novela. Asumiendo los postulados de la mejor tradición de la narrativa de aventuras, con mano firme, prosa limpia y ritmo ameno, Doxiadis convierte este tema, que podría haber sido distante y ajeno para muchos, en una apasionante crónica de la batalla de un hombre por otorgar a su vida una dimensión heroica.

Con personajes bien moldeados, convincentes, El tío Petros y la conjetura de Golbach es también una mirada aguda a la naturaleza del genio humano y una tierna alegoría sobre la importancia del amor familiar. Un libro absorvente, que apasiona y divierte, que no se puede dejar hasta haber alcanzado el final. J.A


Lorrie Moore: Pájaros de América. Narrativa EMECÉ (Barcelona, 2000) 283 pag. Traducción de María José Galilea Richard

Lorrie Moore (Glens Falls, Nueva York, 1957), alcanzó la consagración, y consiguió que la catalogaran como la sucesora de Raymond Carver, con la publicación de Pájaros de América, que se mantuvo por largo tiempo en la lista de libros más vendidos en Estados Unidos. Algo insólito para un colección de relatos, aún en un país que, al contrario de España, no hace ascos del género. Pájaros de América fue, además, seleccionado el mejor libro del año por el New York Times. Por una vez, el éxito de ventas acompaña un libro excelente, complejo, y lleno de sinuosidades estructurales y expresivas. Preñado de delicados matices y metáforas deslumbrantes.

Los doce relatos que integran el libro de Moore constituyen una amarga, cruda mirada, a la vida de la Norteamérica de hoy. La América profunda (no en el sentido geográfico sino en el de hallarse oculta tras el glamour y la imagen de sí misma que continuamente proyecta y vende la sociedad norteamericana) que discurre más allá de la apabullante realidad de los comerciales, la omnipresente presencia de la televisión y los estereotipos que produce la maquinaria mediática más poderosa que ha conocido la historia de la humanidad. Maquinaria que ha llegado a inocular y condicionar de tal manera nuestra percepción de las cosas, que cada vez es más difícil diferenciar las imágenes y los esquemas mentales que proclama, de la llamada realidad; al menos de lo que vivíamos como realidad hace treinta años.

Desasosegados, fragmentarios, dejados de la mano de Dios y del "sueño americano" viven los personajes de Moore. Una fauna que vaga por ellos mismos y sus contornos como a ciegas, en busca de algo (una seguridad, una armonía, un sentido ético, una fe, un poco de compañía) que pensaban que estaba ahí pero que de súbito sienten que nunca ha existido. En el mejor relato del libro una madre describe el tormento de descubrir que su bebé tiene cáncer en un riñón. Un texto que exuda desamparo y que nos enfrenta sin contemplaciones al horror de la cotidianidad.

Los doce cuentos que integran este libro nos asoman a un paisaje intenso, cargado de un humor corrosivo y de una angustia en la que destellan, como gemas, las pequeñas felicidades que conquistan, arduamente, seres condenados de antemano. J.A

 

© 2000 The Barcelona Review
Daniel Attala y Juan Abreu

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