índice | índex | navegación                             enero 2000  num 15

HIJOS (un cuento en dos actos)

Entrevista
con

Alberto Fuguet

 

Nacido en Chile en 1964, vivió en California hasta los doce años cuando la familia regresó a su país de origen. Licenciado de periodismo en la Universidad de Chile, Fuguet se inició en la literatura con la publicación del libro de relatos Sobredosis, en 1990; se le considera uno de los precursores de lo que llaman la "nueva literatura" hispanoamericana. Ha publicado tres novelas: Mala onda, Por favor rebobinar y Tinta roja. Barcelona Review les trae una entrevista exclusiva y un cuento corto del joven autor.

¿Qué se experimenta al tener un espacio en internet con nombre propio?

Bueno, pues además le regalé uno a mi hermano y resulta que el suyo no se podía llamar Fuguet porque "ya existe"...

¿Escribes desde pequeño?

No, no se me hubiera ocurrido y no me interesaba.

¿Cómo sucedió?

Tiene que ver con Estados Unidos, me crié en Estados Unidos y mi idioma original es el inglés.

Sin embargo, escribes en castellano.

Sí... viví en California hasta los doce años, que no es una edad tan desechable porque creo que un escritor se forma a cierta temprana edad. Pero a los doce no tenía ningún interés en ser escritor, quería ser sólo un chico californiano...

Un California boy...

Claro, a California boy interesado en la playa, en la piscina o en jugar, no tenía ninguna inclinación artística, era bastante feliz, supongo, así que para qué querer ser escritor. Donde se produjo mi crisis, de esto me doy cuenta ahora, fue en un viaje de vacaciones a Chile. Fue mi primer viaje al tercer mundo y a Suramérica. Nunca volvimos, jamás regresamos.

¿Nunca regresaste a California?

Nunca. Ni mis padres ni yo sabíamos que era para siempre; habíamos ido de vacaciones tres meses, lo que dura el summer vacation y mi mamá decidió quedarse... ella se regresó a vender la casa y a mi y a mis hermanos más pequeños nos dejaron abandonados con nuestros abuelos para que aprendiéramos español y nos metieran en un colegio.

¿Qué sucedió dentro de ti?

Todavía no lo sé, pero creo que fue un shock bastante grande. No tenía oportunidad de rebelarme sino que había que aprender español. Como en un campo de concentración: uno dice, sufriré después, ahora tengo que sobrevivir.

¿La familia como campo de concentración?

Mas que la familia en sí, que también después se fue un poco a la mierda, fue aprender español y adecuarse a una nueva realidad. Mucha gente que conozco en encuentros literarios tiene mi historia al revés, o sea aprendió el inglés a los doce; a mi me ocurrió exactamente al revés, en vez de pasar de un país pobre o subdesarrollado a uno desarrollado, pasé de ser gringo, gringo, gringo con ninguna identidad latina porque yo no era de un gueto, era totalmente clase media de California, a Chile. Mientras la mayoría huía de Chile, nosotros regresábamos; no por ser pinochetistas. Soy un exiliado al revés; todo eso me transformó en un escritor, básicamente porque me hizo aprender castellano a la fuerza, lo aprendí tanto que abandoné el inglés. Creo que hasta cierta edad uno puede optar y decir me la juego por un cierto idioma. Mi familia no era lectora, mis padres son casi analfabetos digamos, no en el sentido de que no sean educados sino que no les interesa; mi padre ve televisión, no es un intelectual ni tiene ese tipo de necesidades...

¿Te consideras un intelectual?

No, pero me sentía interesado en la palabra, no tanto por la palabra en sí, sino porque era la herramienta que tenía y la única manera de aprender; en aquella época comencé a leer, a leer y a escuchar.

Sin embargo, el ritmo, la estructura de tu trabajo tiene que ver más con el inglés...

Sí, siento que mi disco duro está en inglés. Cómo está narrado tiene que ver con el inglés, con la cultura americana: la voz callejera, la voz oral, el diálogo, la cosa no pomposa, que el español quieras que no la tiene.

Además, tu generación tiene una gran influencia de la televisión y debe reflejarse...

Una influencia enorme. Aprender el alfabeto con Plaza Sésamo, en inglés o en español, makes all the difference. Y ahora, los chicos que van a ser criados por internet, van a tener ya otra idea de dos cosas al mismo tiempo. Antes quizás fuese muy difícil entender esto de los links, ahora puedes entender esto de dos textos simúltaneamente; antes eran los vanguardistas que hablaban del hipertexto y ahora, hasta mi sobrino.

¿Has considerado escribir en inglés?

Bueno, ahora regreso de una Fulbright en Georgetown donde fui a escribir en español; fui a escribir una novela y no la escribí...

¿Qué escribiste?

Nada, pero recuperé el inglés. No necesariamente para escribir novelas, pero me siento tranquilo escribiendo artículos en inglés; y no solo tranquilo, me divierto mucho, es otra voz, otra personalidad, me gusto más en inglés en algunas cosas. El turning point fue Pinochet, como en todo lo chileno; me llama Time y me dice, queremos que nos escribas algo sobre Pinochet. Qué bueno que me llame Time, pensé, porque es una revista que admiro, me parece que era bueno para mi, ¡pero que aburrido el tema! Empiezo a escribir en español sabiendo que iba a ser traducido y no me sale, y digo: What the fuck!, hagámoslo en inglés. Pude hablar de Pinochet mucho más livianamente, sentía que no tenía a Chile detrás, lo podía tomar como con más humor. De hecho me rechazaron en Time la primera versión, me dijeron: "Oye, no queremos análisis político, queremos algo personal". ¿Cómo personal? Y me di cuenta que en inglés el tono personal es mucho más aceptado; quiero seguir escribiendo artículos en inglés.

¿Estás listo para escribir una novela?

Quizás escriba un guión de cine, ahí me siento más seguro... todavía no me siento capacitado para escribir una novela, mi inglés es un poco básico.

¿Qué lees en inglés?

Todo, sólo leo en español la gente que escribió originalmente en español. Y si es un checo, prefiero leerlo en inglés que en español... o un francés.

¿Qué rutina sigues para escribir?

Cada libro es un poco distinto; admiro mucho a [Mario] Vargas Llosa pero trato de no obligarme todos los días, porque hay algo de trabajo, y para mí es un trabajo pero también es algo lúdico y no me quiero forzar tanto como para todos los días sufrir. No quiero hablar de musas, para mi se parece mucho al rodaje de una película, cuando tengo toda la preproducción lista y el guión y la plata, y eso lo puedo hacer haciendo otras cosas, la preproducción es mucho más lúdica para mí, o sea no me presiono. En Washington no me resultó, creo que Vargas Llosa hubiera terminado su beca con el libro listo; a mi no me resultó. Pero una vez que me largo, soy súper disciplinado y es como el rodaje de una película: trabajo casi 24 horas, mientras que dure el rodaje del film. Si el libro se demora dos años, estoy muy involucrado.

¿Cuánto se ha dañado Vargas Llosa por esa necesidad de cumplir con la profesión de ser escritor?

A mí me cuesta decirlo porque soy muy, muy fan.

Tú no te adscribes dentro del realismo mágico...

¡Gracias a Dios!... uno no elige los padres, pero los padres son muy marcadores. Haber tenido de padres a [Jorge Luis] Borges, a [Gabriel] García Márquez y a [Julio] Cortázar es lo peor que te puede haber pasado, por suerte no me tocó a mí. Tuve padres quizás en apariencia menos flashy, pero que a la larga cumplen su labor de forjadores. A Vargas Llosa puedo robarle muchas ideas y no se nota, puedo robarle estructura, puedo robarle un poco de su vida privada, en el sentido que tiene algo de disciplina que me atrae de él, pero Vargas Llosa tiene algo de self-made man que admiro. No como Borges que es un genio, no nací genio, por lo tanto no puedo sacar nada de él. Otro padre que también considero es Manuel Puig, que no es tan famoso aunque ahora está creciendo, y puedo sacar cosas de él sin que nadie sepa que las saqué. Puig es el padre de todo lo de ahora: tiene mucho de pastiche, de kitsch. Abrió un mundo, García Márquez terminó uno. Sin querer quizás hizo mucho daño. La gente que lee a Gabo piensa que es muy fácil de imitar y no lo es, se te nota mucho, se te pega, es como un virus. Y no puedes sacarlo, es como el crack...

¿Has usado drogas?

Wow!, sí...

¿Ya no las usas?

No... tampoco soy Nancy Reagan, ya no me funcionan, si me funcionaran las usaría, no es un problema moral, es más bien un problema físico...

¿Las usaste mucho tiempo?, te pregunto porque está en lo que escribes.

Es raro porque siento que no tienen nada que ver. Las usaba no tanto para escribir sino porque yo sentía que tenía que usarlas para sobrevivir. Me daban una energía extra, ahora tengo otros highs...

¿Cuáles?

Hacer lo que quiero, pasarlo bien, crear. Pensaba que ser escritor significaba autodestrucción y ahora me doy cuenta que no. Al principio sí, Mala onda la hice con alta cocaína en el cuerpo, no lo volvería a hacer pero lo agradezco porque le daba un cierto edge; no se lo recomendaría a nadie pero por supuesto cada uno hace lo que quiere.

¿Cómo dejaste el hábito?

¿Cómo lo dejé?, Nunca había hablado de este tema, cambié el vicio. El vicio de ahora es crear, de verdad...

¿O sea que la literatura te salvó?

Más que la literatura, verme como un creador; no me siento un escritor, me veo como un creador.

¿Bendecido o maldito?

Bendecido.

¿Ves la creación como una bendición?

No sé para el resto pero para mí, sí.

¿Por qué?

Porque me da control sobre mí, soy mejor persona desde que escribo. Ha sido como ir a terapia. Económicamente también me ha servido, me ha dado oportunidades que yo jamás hubiera imaginado.

¿Cuál fue el primer libro cuya lectura te marcó?

El primer libro que me marcó en español fue uno muy poco conocido titulado Papelucho, parte de una colección infantil escrito por una señora, sobre un chico que escribe un diario. Un libro muy básico, pero un poco Mala onda está inspirado en eso. Fue el primer libro que leí en español que no era ambientado en el siglo diecinueve y me pareció que el español podía ser user friendly. Después Vargas Llosa me impactó bastante..., sentí que había un pack y que podía pertenecer. Para volver a la literatura como salvación, ahora estoy haciendo cine y no lo divido para nada.

Explícanos cómo estás haciendo cine, ¿quieres decir que están filmando algún relato tuyo?

No, no, no es eso... eso está ocurriendo también pero no me importa... codirigí un cortometraje, fui productor, guionista original de una película: estuve en el rodaje seis semanas. Ahora me pondré a dirigir, sentí que tenía que tener primero esta experiencia de insider, esta película es como mía, estuve muy cerca del director y aprendí mucho de los técnicos, del fotógrafo y de los actores.

¿Qué vas a dirigir?

Voy a dirigir una historia que no es mía.

¿De quién es?

Un texto que leí de un desconocido, es una pequeña historia que me sirve para usar la estructura, el guión lo tendré que hacer. El productor quería que dirigiera algo mío pero ya me parecía obsceno. Obsceno, entendido como un producto de marketing...

¿Es un proyecto chileno?

Sí...

Por lo tanto en castellano...

En castellano, sí.

¿Rodarás en Chile?

Sí, en Chile, para mi Chile es una fuente...

Por lo tanto, Chile es tu país.

Sí… I belong there, I can make a difference.

¿Crees que el creador tiene un deber social?

No, but you can sort of throw stuff in the air, más que make a difference, puedes hacer una estética, puedes poner temas en el tapete y eso me atrae mucho. Mas que lo que pueda dar yo a Chile, Chile me da mucho a mí, me alimenta mucho; no todo es positivo, también las cosas que no me gustan. Estoy conectado ahí, no me iría, aparte de que para mí París no es una fiesta, Santiago es una fiesta. Entre otras cosas por el Barcelona Review, o sea por el internet. Soy alumno de Donoso y una vez habían tres o cuatro personas y él fue muy bitter, dijo: "Mierda, puta madre, ¡qué lástima que me haya regresado de España a Chile!, yo perdí diez años. Chile me quita vida, me quita energía". Me pareció todo tan fuerte, fue como un turning point, yo dije "nunca quiero decir eso". Él sentía que los libros estaban allá. Yo no, si los libros están allá, me los traen, ahí está amazon.com; el New Yorker me llega desde Miami en una semana, y a la vez, no es tan importante leer el New Yorker, ¿no? Tampoco me siento perseguido, ni muerto de hambre, el país está distinto y ya fui un inmigrante; eso no implica que quizás algún día... sólo viviría en Estados Unidos, en Hollywood, o sea si Tarantino quiere filmar conmigo...

¿Considerarías dejar la literatura por el cine?

Puede ocurrir, si ocurre no me da miedo. Creo que no va a ocurrir, tengo muchas más ganas de escribir ahora después de filmar.

No temes que la trampa del éxito te lleve a perder el lado marginal que está presente en tu obra.

El éxito no me asusta, después del Boom uno nunca va a ser tan exitoso como ellos; nunca voy a ser tan famoso como [Carlos] Fuentes, primero porque no me interesa y porque la sociedad no me lo permite. Digamos que yo venda millones de ejemplares, que no veo que esto me ocurra, no voy a ser multimedia porque yo no me veo actor de cine, es muy distinto estar detrás de la cámara. O sea, no me veo animando un programa de televisión, no me veo embajador de Chile en Francia, no me veo candidato a la presidencia, no me veo candidato a alcalde, no me veo asesor de Fidel Castro. Me parece que esa fama dañó a los autores del Boom. Aquellos autores eran mega éxito no tanto por lo literario sino por lo que significaban; aunque tratara, aunque tuviera el ego, la sociedad ya no lo aceptaría.

¿Te están traduciendo al inglés?

Fui traducido al inglés bastante rápido. De hecho es la primera vez que leo en Estados Unidos Mala onda en español, siempre leí en inglés, en Nueva York...

¿Funcionó bien?

No, no mucho, no demasiado... el libro en traducción fue bien pero así como que fue un mega éxito, nada. Lo bonito y aterrador es que todo pasa; en Chile: "¡ah, Fuguet fue traducido!", pero no saben que eso no quiere decir nada...

¿Fuguet es una personalidad en Chile?

Es un referente, period, un nombre...

¿Cómo reaccionas ante eso?

Al principio me molestaba, me daba rabia que gente me quisiera y me daba más rabia que gente hablara mal de mí. Pero ahora me parece que es lo que me permite a mi ser lo que yo quiero ser, me abre puertas: los productores me dicen "¿quieres filmar, ya?" Aparte, sigo siendo anónimo, puedo montar en metro y de vez en cuando sale alguien y pregunta qué estás escribiendo y bueno eso es normal.

¿Es importante para ti ser anónimo?

Más que importante, si fuera muy muy conocido dejaría de ser espectador y observador.

¿Se lee en Chile?

Se lee más de lo que se cree, sí; pero creo que se compra más de lo que se lee. Pero en Chile hay ya como una industria, hay lectores hay editores hay críticos.

¿Qué lees ahora?

En estos momentos estoy leyendo Los detectives salvajes, de Roberto Bolaños.

¿Te ha gustado?

Sí, aunque sea muy literario; es un libro que no escribiría jamás, es un tema, para mi gusto, tabú. No me atrevería a escribirlo porque es demasiado narcisista y es un tema que no le interesa a nadie. A mi no me interesan mucho los intelectuales, me interesa más la gente normal. Es como las películas sobre cineastas, como "8 1/2", son las que menos interesan, solo a tres o cuatro directores de cine.

¿Qué has visto en cine que te interese últimamente?

La mía...

Aparte de la tuya, dejemos el narcisismo a un lado...

...fuera del narcisismo, es que estábamos aterrados de que fuera mala...

¿Cómo se titula?

En un lugar de la noche, la vi hace unos días y estará lista para abril, mayo; para llevar a festival.

¿Qué viste, un rough cut?

Sin sonido, sin música... Bueno no fue tan rough, teníamos miedo... Entre los cineastas, estoy curioso por ver Bring out the dead de Scorcese, a mí me gusta Rohmer, Truffaut, la película que estoy por hacer y la que hice es muy rohmeriana, basada en diálogos, en personajes, sin guión.

¿Has visto Sonatine de Takeshi Kitano?

Vi Sonatina, es muy zen, me interesó mucho y creo que yo haría algo por el estilo... Hablando de cine, me interesa mucho, aunque no es que me vuelva loco, Tesis, de Almenabar

¿Te han gustado las películas del grupo Dogma 95?

Soy mucho más conservador de lo que creo. Dogma me resulta un poco dogmático... Celebración, quizás funciona.

¿Y Los idiotas?

No me gustó nada, la odié, me sentí agredido, como una abuelita de 65 años, sentí que no había cariño hacia los personajes, que era un poco para shockear, que había como un impulso de molestar. Creo que la cámara se puede mover pero no moverla porque sí. Si Néstor Almendros existió, ¿por qué odiar los focos?, los focos en sí no tienen que ser malos; también odio las películas de Ridley Scott o Hollywood, pero irse de un extremo a otro...

¿Te agrada Almendros?

Me encanta. Es una influencia para escribir; Days of Heaven, por ejemplo, salí del cine y vi la vida de otra manera.

Para terminar... ¿Crees que la literatura del próximo milenio se concentrará más en lo urbano que en lo rural?

Urbano me refiere un poco a los escritorios, el grupo urbano de mañana puede ser el disco duro del computador o el web. Eso es extremadamente urbano. Aunque no soy muy borgiano, me parece que Borges fue el primer escritor del web; reconozco que en eso se adelantó totalmente a su tiempo.



HIJOS (un cuento en dos actos)

© 2000 The Barcelona Review

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