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índex                 mayo - junio 2001  num 24

Entrevistaextracto Seis de los grandes | reseñaquiz

James Ellroy en BarcelonaTÉ CON JAMES ELLROY

Hotel Alcalá, Madrid,

16 de abril de 2001

 


E
stábamos citados con James Ellroy en la sede de Ediciones B en Madrid, a las seis y media de la tarde. Íbamos a ser los últimos, ese día, en acercarnos a él, magnetófono en mano, para someterlo a un interrogatorio.
      Pero ¡oh, sorpresa! Cuando llegamos a la editorial, nos dicen que Ellroy se ha marchado. Que está en su hotel. Y muy enfadado. Que le ha ladrado a una periodista y casi la ha mordido. De todas formas, sabe que tiene una cita con TBR y nos espera. Lo encontraremos en el vestíbulo. Nos dan la dirección del hotel y nos disponemos a marcharnos. A todo esto, aparece Fabio Vericat, que pasa a recoger su ejemplar de Seis de los grandes, del que hará la reseña para TBR. Lo ponemos en antecedentes de la situación, se ofrece a acompañarnos –nosotros, encantados- y hacia el hotel que nos vamos.
      De camino, recordamos que el "Perro Rabioso" de las letras norteamericanas lleva un mes exacto de gira. Presentó Seis de los grandes en el Salon du Livre de París el 17 de marzo. Y desde entonces no ha parado. Seis ciudades francesas, más Milán, Roma, Bruselas, Amsterdam, y ahora Madrid. Como el bolo de una estrella del rock de ésos a los que tanto desprecia. Una vez compartió mesa con Nick Cave y dijo de él que era el tipo más presuntuoso y peñazo (pain-in-the-ass) que jamás había conocido.
      Entramos en el gran vestíbulo, neutro, impersonal y casi vacío, del Hotel Alcalá y enseguida lo divisamos. Se pone en pie para recibirnos y se muestra afable, pero se le ve cansado y un tanto irritado. ¿Quién romperá el hielo?
      No nos da opción. Demuestra que está harto de ser el interrogado y nos ataca con una batería de preguntas.

JE: Uf, chicos, qué asco. Vosotros hacéis TBR por amor al arte, ¿verdad? Para divertiros, quiero decir.

Cuando le respondemos que sí, esboza una sonrisa de complicidad y prosigue:

JE: Pues qué alivio. Acabo de pegarle una bronca a una periodista, ¿del ABN, tal vez? Eran unas siglas... No sé.

Imaginamos que se refiere al ABC y dejamos que siga explayándose.

JE: Quería que le hablase de los sitios de Internet dedicados a mí. He preguntado a la chica si había leído algún libro mío y ha dicho que no. Ni siquiera era de la sección de cultura, sino de la de tecnología. Pero si yo no utilizo ordenador, escribo siempre a mano... Me ha sacado de quicio, he perdido los nervios.

Lo interrumpimos para decirle que, probablemente, habrán mandado a esa periodista a cubrir su entrevista porque en ese diario lo tendrán catalogado de, en el mejor de los casos, escritor "experimental". Risas. El «Perro» se va relajando.

JE: Pues estas cosas me cabrean. Si creen que no doy la talla para su periódico, que no manden a nadie a entrevistarme y punto. Pero que sepan que los críticos británicos y franceses, en sus reseñas de Seis de los grandes, citan a escritores como Joyce, Céline o DeLillo, en un intento de encasillar mi estilo y mis argumentos y buscarles paralelismos... Y que en todo Madrid no haya restaurantes con zonas de no fumadores, eso me mata. La próxima vez que venga a España, iré sólo a Barcelona. Es mucho mejor, ¿verdad, chicos? Uf, y Amsterdam es un agujero de mierda. Allí la gente depende de la droga para funcionar y así es imposible que las cosas salgan bien. Claro que en Hollywood todo el mundo bebe muchísimo y los proyectos tampoco es que cristalicen dema...

Llega la relaciones públicas de Ediciones B y le comunica que le ha concertado cita con el barbero para la mañana siguiente. Pensamos que es el momento de intervenir y sacar el magnetófono, pero Ellroy nos sigue interrogando.

JE: ¿Sabéis si en la farmacia tienen algo para dormir que pueda comprarse sin receta? Durante las giras, sufro ataques de insomnio. Y soy muy aprensivo. Si me sale un grano en la espalda, enseguida pienso que es un tumor y que me quedan tres meses de vida y empiezo a dar vueltas en la cama y no duermo. Luego, cuando llamo a mi mujer y hablo con ella, se me pasa el pánico. Helen, mi mujer, acaba de terminar una novela. Sí, una novela negra, pero nada que ver con mi estilo. Ahora está en tratos con agentes y esas cosas... Nos encontraremos en Nueva York, el 8 de mayo, en la presentación de Seis de los grandes en Estados Unidos.

Llama al camarero y le pide agua caliente y una taza. Cuando lo sirven, saca una bolsita de té verde del bolsillo superior de la americana, mete el dedo en el agua para comprobar si está a la temperatura adecuada, y le echa la bolsa. Se tranquiliza. Ha llegado el momento de sacar el magnetófono. Lo dejamos sobre la mesa, Ellroy asiente, con cierta resignación, y lo ponemos en marcha.

TBR: Ésta es una gira muy larga. ¿Cómo lo lleva?

JE: Como puedo. En cuanto tengo ocasión, me escapo a mi habitación y hago un poco de yoga, respiraciones profundas, con el abdomen, y esas cosas. Me relajo. Viajar te jode el cerebro. No me gusta nada.

TBR: Eso del yoga es un hábito nuevo...

JE: Sí, mi mujer Helen me enseñó y .... cuando me pongo de los nervios, como hoy con esa periodista, antes de recibiros, he subido a la habitación y me he relajado. ¿Nunca lo habéis probado? Funciona, en serio.

TBR: ¿Le parece si nos remontamos a un pasado lejano? Al callejón de los recuerdos, utilizando sus propias palabras. Usted dijo una vez que durante el Verano del Amor (1967), no se comió un rosco. ¿Es eso cierto? ¿De veras lo intentó?

JE: Lo intenté de todas las maneras habidas y por haber, pero durante el Verano del Amor yo llevaba el pelo corto, imaginaos si estaba hecho polvo. Y claro, nadie me quería.

TBR: Más tarde, mientras descubría al escritor que llevaba dentro, trabajaba de caddy y se acostaba con mujeres casi todas las noches. ¿Cómo podía compaginar todas esas actividades?

JE: Bueno, escribía por las tardes. Hacía de caddy por las mañanas, escribía por la tarde, hasta el anochecer, y luego salía de marcha.

TBR: En fin, que llevaba una vida realmente ocupada...

JE: Pues sí, todo el día y toda la noche. Apenas dormía. (Risas)

TBR: En esa época, ¿tenía algún contacto con el mundo editorial? ¿Qué pasos dio para conseguir que le publicaran el primer libro?

JE: Conocí a una mujer en... bueno, no importa dónde. Esa mujer acababa de publicar una novela y me dijo que había encontrado agente en Writer’s Market, que es un libro de referencia. En 1980, compré un ejemplar de Writer’s Market y en él encontré cuatro agentes que leían manuscritos sin compromiso. Hice cuatro copias del manuscrito de mi primera novela y los mandé a esos agentes. Los cuatro me respondieron diciendo que querían ser los representantes de mi libro y yo me decidí por el que parecía más inteligente y agresivo.

TBR: ¿Cuándo empezó a vivir de la literatura?

JE: De hecho, empecé a ganar dinero con mis libros desde el principio pero dejé de trabajar de caddy a principios de otoño de 1984, cuando vivía en el área metropolitana de Nueva York. Empezaron a caerme dos mil dólares por aquí, dos mil dólares por allá y ya no tuve que hacer más ese trabajo.

TBR: O sea, que no puede quejarse de cómo le ha ido...

JE: Realmente, no.

TBR: ¿Es cierto que su editor le hizo recortar el manuscrito de Jazz Blanco de 900 páginas a 400?

JE: No. Eso me ocurrió con L.A. Confidencial. Tenía 800 páginas y lo reduje a 635. Mi agente, Nat Sobel, dijo que el editor creía que un libro tan largo apenas daría beneficios, aunque lo publicasen en colección de bolsillo. Me llevé el manuscrito a casa y, en una noche, me cargué casi todas las conjunciones y muchos de los adjetivos. De ese modo, desarrollé el estilo telegráfico que más tarde utilicé en Jazz Blanco.

TBR: Cuando habla de estilo telegráfico, ¿a qué se refiere?

JE: Me refiero al estilo de frases fracturadas de Jazz Blanco. No me refiero al estilo más conciso de América o de Seis de los grandes.

TBR: Ese estilo telegráfico, ¿se inspira en algún autor? ¿Hay algún otro escritor que lo utilice?

JE: No. No hay nadie que escriba como yo.

TBR: Parece que cada vez utiliza menos palabras para explicar las historias más complicadas. Muchos escritores y artistas, al llegar a la madurez, tienden a prescindir de todo lo superfluo para ir directamente al grano. ¿Es ese un proceso que va a llevarlo al minimalismo?

JE: En primer lugar, cada vez hay más palabras. En segundo lugar, el estilo no es minimalista. Yo diría que es antiminimalista. Es muy estilizado, extremadamente preciso y realista, es la expresión directa del lenguaje de los personajes, de sus vidas internas y externas, y es también el lenguaje del narrador. Pero, en realidad, hay más descripción física en este libro que en mis últimas novelas. Lo que ocurre es que no lo parece, a causa de esa estilización extrema.

TBR: ¿En qué sentido sus obras no son minimalistas?

JE: Son historias de vidas importantes, grandes tramas, grandes expresiones del carácter de los personajes, grandes telones de fondo históricos. Raymond Carver, con su vidas insignificantes, bien circunscritas y unas condiciones bien definidas, él sí que es minimalista. Seis de los grandes no es más que un libro altamente estilizado. No me gusta el minimalismo, no me gusta Woody Allen, no me gusta el nihilismo. ¿Echáis de menos palabras en Seis de los Grandes? Pues pensad que si le añadiera adjetivos, preposiciones y adverbios, el libro tendría 1200 páginas. Demasiado, ¿no? (Risas.)

TBR: ¿Cuáles son para usted las implicaciones del minimalismo?

JE: Las vidas insignificantes, ver el mundo sin romanticismo, la ausencia de ardor o rigor moral y la negación del hecho de que los humanos tenemos libre albedrío. Si tienes libre albedrío y sabes que algo está mal, y lo haces a propósito, eres una mala persona. Alguien me dijo una vez que no hay hombres malos, que las fuerzas que los han moldeado los obligan a tomar decisiones y yo, eso, no me lo creo.

TBR: ¿Cree usted en Dios?

JE: Sí.

TBR: Después de escribir el «Cuarteto de Los Ángeles», ¿qué lo impulsó a abordar un argumento tan amplio como la historia contemporánea de los Estados Unidos?

JE: Quería escribir libros de mayor envergadura, quería escribir libros que nadie pudiera calificar de thriller, de novela de misterio, de género policiaco. Negro, como dicen aquí, amarillo, como dicen en Italia, un polar, cómo dicen en Francia. Quería abandonar L.A. como escenario estricto de mis libros. Quería convertirme en un escritor que llegara a un sector más amplio de público, huir de la categoría de novelista de género. Al fin y al cabo, ¿quién se conforma con ser un escritor de novelas de misterio? ¿Quién se conforma con ser un escritor de thrillers cuando se puede ser un escritor a secas, sin etiquetas, un novelista con N mayúscula? Dime con quién andas y te diré quién eres. Quiero decir que no me gusta que me metan en el mismo saco que a Agatha Christie y a gente por el estilo.

TBR: ¿Y si lo meten en el mismo saco que a Dashiell Hammet?

JE: Bueno, eso sí que es un cumplido. No quiero ser Dashiell Hammett, pero me alegra que lo menciones. La verdad, sin embargo, es que él escribió novelas de misterio y todas siguen una misma fórmula. El mérito de Hammett es que inventó esa fórmula y el lenguaje adecuado a ella. No obstante, hay una gran diferencia entre escribir El halcón maltés, Cosecha Roja, La llave de cristal, El hombre delgado, La maldición de los Dain, obras con las que estableció y, en cierto modo, delimitó el género, y lo que hizo después, despegando de él para hacer algo muy distinto, como sus dos últimos libros. Por otro lado, Hammett terminó su carrera muy joven.

TBR: Y usted "despega" del crimen y de la violencia física para elevarse al ámbito de la intriga psicológica y de la política. ¿Cuáles son los cambios fundamentales ocurridos en los últimos cincuenta años? ¿Hacia dónde va América?

JE: No lo sé y no voy a hacer ningún comentario sobre el panorama político actual. Os aseguro que voté a Bush porque quería repudiar a Gore y el clintonismo. Nadie odia a Bill Clinton más que yo, como no sea Bill O’Reilly, ese maravilloso comentarista de televisión, William Bennett o Christopher Hitchens, escritor de Vanity Fair. Mi única ocupación política de los últimos tiempos ha sido odiar a Bill Clinton y ahora que ya no está en el cargo, me he quedado sin trabajo.

TBR: ¿Qué le diría a George W. Bush?

JE: Que firme el acuerdo de Kyoto.

TBR: ¿Por qué?

JE: Para proteger a los animales.

TBR: ¿Qué opina sobre el control de las armas de fuego? Es partidario del control, ¿verdad?

JE: No, tengo treinta armas. Tengo una colección de armas de fuego conmemorativas. Creo que las personas responsables deben poder tener armas para practicar deportes y para proteger sus casas. Lo que creo que deberían prohibirse son las armas de agresión, quiero decir, uno no sale de caza con una ametralladora, ¿verdad? No hay ninguna razón para ello.

TBR: Pues algunos lo hacen... ¿Nunca se ha planteado la posibilidad de instalarse en Europa una larga temporada?

JE: No, sólo quiero vivir en casa, y mi casa está en Kansas City.

TBR: ¿Y es ahí donde quiere pasar el resto de su vida?

JE: Sí, definitivamente sí.

(El camarero le trae más agua caliente y Ellroy repite el ritual de preparase el té que lleva consigo.)

TBR: En sus libros, los personajes femeninos adquieren cada vez mayor protagonismo y profundidad. ¿Algún comentario al respecto?

JE: Me hago viejo y veo un espectro de humanidad más amplio. Para ello, hice un esfuerzo consciente, que fue el resultado directo de haberme confrontado con mi madre en Mis rincones oscuros y a partir de ahí, decidí escribir libros más profundos. Lo que quiero decir es que Seis de los grandes básicamente trata sobre mafiosos y pistoleros que se hacen viejos, es un libro íntimo en un sentido en que ninguno de mis libros anteriores lo ha sido.

TBR: Entonces, al redescubrir a su madre se reconcilia usted con las mujeres y...

JE: No, no. Yo no me reconcilio con las mujeres. Fue una reconciliación con esa mujer, darme cuenta que tenía que hacerlo.

TBR: Y en consecuencia, las otras mujeres...

JE: Las otras mujeres no son más que ficción. En mi vida sólo hay una mujer, mi esposa. Llevamos juntos siete años. Las demás sólo son personajes de ficción.

TBR: ¿En qué sentido escribir Mis rincones oscuros significó un punto de inflexión en su vida, como hombre y como novelista?

JE: Como novelista aprendí mucho y como persona aprendí más. Me sumergí en mis orígenes y eso me dio mayor coraje para expresar una mayor diversidad de trama y motivación en mi siguiente novela. También aprendí a dedicar más tiempo a trabajar los personajes y creo que todo eso llega a su culminación en Seis de los grandes.

TBR: ¿Es cierto que no come carne?

JE: Sí, es cierto. No como carne. Soy un amante de los animales, ¿vosotros no? Por cierto, esta mañana he estado con un periodista en el Museo de Cera. Aparte de haberme hecho una foto poniéndole les cuernos a Clinton, lo cual me ha encantado, me ha interesado mucho la historia de Islero, el toro que mató a Manolete. ¿Es cierto que le sacó el ojo de una cornada? ¿Qué suerte corrió ese toro? ¿No los indultan jamás? En una corrida, yo siempre estaría de parte del toro. ¿Vosotros no? (Risas.)

TBR: ¿No le parece una contradicción ser vegetariano y escribir esos libros en los que tanto abunda la sangre?

JE: No, porque la sangre de mis libros es sangre humana. Yo nunca haría daño a un animal. Soy muy tierno con los animales.

TBR: Ha dicho usted que quiere escribir en una cámara de vacío, que no quiere referirse a ningún otro autor ni tenerlo en mente mientras escribe. En cierto sentido, ¿no es eso un rechazo de las influencias del mundo real y del literario?

JE: He aprendido de Don DeLillo. Descubrí a DeLillo y reconozco sus méritos cada vez que tengo oportunidad de ello pero yo no compito con Don DeLillo ni con ningún otro escritor. Yo soy mi único marco de referencia.

TBR: ¿Pero reconoce la influencia de DeLillo en sus novelas?

JE: Por supuesto, cada vez que alguien me lo pregunta. La que más me ha influido es Libra. Sólo he leído dos libros suyos, Libra y Submundo. También escribo periodismo, artículos de opinión, y el año pasado seguí, como comentarista, las convenciones republicana y demócrata. También he asistido a un combate de boxeo entre Erik Morales y Marco Antonio Barrera, y con eso quiero decir que participo del mundo real, al menos como periodista. Las películas actuales no me interesan. La música contemporánea no me interesa, pero cuando algo me llama la atención, voy a verlo.

TBR: Pues sabemos que de ese reportaje sobre las convenciones se ha dicho que es el artículo sobre política más políticamente incorrecto que jamás se haya escrito.

JE: Muy posible. ¿Lo habéis leído?

TBR: No. ¿Qué le pareció la adaptación cinematográfica de L.A. Confidencial?

JE: De eso hablaré "off the record". ¿Está en marcha ese cacharro?

TBR: Ya no. (Clic.)

 

DOCUMENTO ANEXO: 17/4/01. Informe interno: De los entrevistadores a los lectores de TBR. Asunto: OPERACIÓN PERRO RABIOSO/ FASE 1 SECRETA / DESTRUIR DESPUÉS DE SU LECTURA

Amigos lectores:

En lo que se refiere a las conclusiones a las que hemos llegado tras nuestra entrevista con el SUJETO ELLROY, no dudaríamos en calificarlo de PERRO LADRADOR Y POCO MORDEDOR en sus relaciones humanas, y que reserva los mordiscos para su prosa, que es pura dentellada. Si tenemos en cuenta las vivencias de su juventud, sus antecedentes y su carencia de estabilidad emocional hasta bien entrados los cuarenta años, no ha de extrañarnos que se proteja tras una coraza de "tipo duro", que actúe ante los periodistas o que dé esa impresión de hombre cínico y de estar de vuelta de todo. Aseguraríamos, sin temor a equivocarnos, que se trata de una personalidad vulnerable, hipocondríaca, maniática y metódica (véase inicio de la entrevista), pero con una capacidad dJames Ellroy en Barcelonae trabajo y concentración que le permitirá, dentro de un año, deleitarnos con un nuevo libro, que será una recopilación de artículos periodísticos. También hemos detectado que, en las giras, como mejor se lo pasa es firmando libros a sus admiradores y conversando con ellos y en el peor caso, con los periodistas. Es muy posible que sus ataques de insomnio se deban a la gran cantidad de té que ingiere. Al despedirnos, ha prometido venir a España para presentar su próxima obra a finales del 2002. Y recordad que debéis destruir este comunicado después de leerlo.

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Realizaron esta entrevista para The Barcelona Review, Montse Gurguí y Hernán Sabaté, traductores de: Jazz blanco, América, Mis rincones oscuros, Ola de crímenes y Seis de los grandes, de James Ellroy.

© 2001 The Barcelona Review

Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
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