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Pedro Gollonet Carnicero

 

 

fotoPedro Gollonet Carnicero. Granada, 1953. Inspector de Hacienda del Estado. Ha desempeñado diversos puestos de responsabilidad en la organización del Ministerio de Economía y Hacienda y es autor de numerosas publicaciones en materia de Derecho Tributario. En el año 2000 abandona toda actividad directiva en el marco de la Administración Pública y comienza lo que él mismo denomina “el tránsito de los años más oscuros “, sometido a una  profunda catarsis personal colmada de aflicción que desmenuza en su libro Todos los segundos (Editorial Almed -Colección Ultramarina-, 2009). Títulos anteriores: Sueños para otro día -1982- y Genciana azul oscura -1991-. En las Ferias del Libro de Granada y Sevilla, de 2011, presentó su último libro Extraños –Almed, 2011. Es colaborador de las revistas literarias: El Alambique, La Cobaya y Extramuros. Recitales: Libertad8, Fundación Jale Cultura Marbella, Mediateca Francisco Ayala (Centro Cultural Caja Granada), Feria del Libro de Granada, Feria del Libro de Sevilla, Ateneo de Madrid, III Recital Internacional Antología Poetas siglo XXI, entre otros. Miembro de la Asociación de Escritores y Artistas Españoles y de la Red Mundial de Escritores en Español –REMES-. Forma parte de los colectivos Antología Poetas siglo XXI, Antología Poesía Universal, Antología Poetas Andaluces Contemporáneos y Poetas Andaluces de Ahora.

 

Selección de poemas pertenecientes a Todos los segundos  y Extraños

palabras

Porfío en la angustia por la desesperanza

de los versos con palabras excesivas,

palabras con ecos deformados por el tiempo,

por el engaño de la memoria

y exploro en la palabra escrita para nadie,

la más pura y próxima al silencio,

a la ausencia de artimañas,

la que se confunde con el axioma más despojado,

porque son palabras oxidadas en el corazón,

oriundas de las vagas sombras del pasado,

que visten de forzada ternura

la desoladora realidad de otros tiempos.

Y al final, todos los esfuerzos infecundos

se agotan en el silencio definitivo,

la palabra menos estéril, la última,

                         en la postración absoluta.

 

*******

 otoño

El orden de las estaciones ya no importa.

Soy otoño asido a los primeros verdes,

a tierra húmeda, al mar de azules apagados,

más violento, con aromas a roca castigada,

a quiméricas esperanzas,

a esta paz que ansío permanente

-seguro del último sendero,

preludio de lunas olvidadas-.

Soy otoño, llueve y doy gracias

por la angustia abandonada.

*******

oficio de esperanzas 

Aunque el desasosiego inunde mi alma

de penas imposibles, subsista a duras penas

y con heridas, a la  búsqueda extenuante de mi vida,

me sumerja en la cíclica y amiga depresión

y crezca el dolor del desafecto,

de las lejanías, de la ausencia,

me obstino en  adiestrar mi oficio de esperanzas,

porque mi oficio es observar sin nostalgia

la marcha irremediable del ayer,

divisar de lejos lo que viene,

esperar en la ilusión de la vida que yo quiero,

descubrir con esmero y de cerca mi presente

en la ávida curiosidad por casi todo

y olvidarme del futuro  que no existe.

Aunque la traición me vuelva a sorprender,
aparezcan de nuevo los buitres insaciables,
la soledad deje de ser la que yo quiero
y sobreviva sin besos, sin abrazos,
entre estériles palabras que me agotan,
me obstino en adiestrar mi oficio de esperanzas.    

*******

palabra y tiempo                                                                                               

Para algunos, exigua memoria

-unos cuantos tan sólo-,

abisal aflicción para menos,

bien pronto -para todos-

nada;

unos antes que otros,

a la postre todos.

Quién del silencio viene

al silencio retorna;

lubricán del alma,

silencio más olvido

-dulce narcótico

para sanar la locura

que a la existencia

envuelve -.

Palabra y tiempo,

hasta que el tiempo

se funda,

la palabra se extinga;

silencio,

más olvido siempre.

Soledad del alma, silencio,

silencio  -insondable presencia-.

¿Cuál es su aroma?

¿A qué huele el alma?

¿A nardos o a pena?

A soledad.

Metástasis de sombras.

*******

todos los segundos

Percibo el tiempo y su finitud.

No me atormenta,

acaso el final.

Ya solo me angustia no agotar cada instante,

como una pausa definitiva

donde mis sentidos empapen su grandeza.

Soy consciente desde mi trabajada lucidez,

de mi impotencia  para dar sentido

a todos los segundos.

Segundos de cada presente,

más extenuante, menos ansioso,

pero aún sigo esperando nuevos días,

                      días de sorpresa   y sobresalto

 


© Pedro Gollonet para TBR 2011


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