Extracto de la novela Lo que más me gusta hacer es no hacer nada. No tener obligaciones ni compromisos, simplemente ir improvisando sobre la marcha. Dejar a un lado las premeditaciones y hacer de la vida una historia bonita, nada más. Por eso dejé el colegio, no podía soportar la rutina. La gente todavía me pregunta: «¿Y qué vas a hacer ahora?». Parecen imbéciles. No se trata de lo que voy a hacer ahora, se trata de lo que voy a dejar de hacer. No quiero pasarme ocho horas diarias con el culo aplastado en una silla escuchando teorías que no me interesan; es más, ni siquiera me impresionan. No quiero aprender lo que se supone que debo aprender. Ésa es la única razón por la que dejé el colegio, ésa y ninguna otra. Tal vez mi comportamiento pueda parecer un simple acto de rebeldía juvenil, pero yo nunca intenté demostrar nada, sólo quise deshacerme de una situación incómoda. Negarse a una educación es como salir desnudo a la calle y no poder encontrar el camino de vuelta a casa. Luego te pasas todo el tiempo buscándolo, pero no resulta nada fácil, porque nunca has estudiado cómo hacerlo. Teniendo en cuenta eso, creo que se necesitan un buen par de pelotas o al menos tener una buena razón para dejar el colegio. Yo tengo las dos cosas. Lo que más me gusta hacer es no hacer nada. No tener obligaciones ni compromisos, simplemente ir improvisando sobre la marcha. Dejar a un lado las premeditaciones y hacer de la vida una historia bonita, nada más. Por eso dejé el colegio, no podía soportar la rutina. La gente todavía me pregunta: «¿Y qué vas a hacer ahora?». Parecen imbéciles. No se trata de lo que voy a hacer ahora, se trata de lo que voy a dejar de hacer. No quiero pasarme ocho horas diarias con el culo aplastado en una silla escuchando teorías que no me interesan; es más, ni siquiera me impresionan. No quiero aprender lo que se supone que debo aprender. Ésa es la única razón por la que dejé el colegio, ésa y ninguna otra. Tal vez mi comportamiento pueda parecer un simple acto de rebeldía juvenil, pero yo nunca intenté demostrar nada, sólo quise deshacerme de una situación incómoda. Negarse a una educación es como salir desnudo a la calle y no poder encontrar el camino de vuelta a casa. Luego te pasas todo el tiempo buscándolo, pero no resulta nada fácil, porque nunca has estudiado cómo hacerlo. Teniendo en cuenta eso, creo que se necesitan un buen par de pelotas o al menos tener una buena razón para dejar el colegio. Yo tengo las dos cosas. Después del abandono, llegó la calma. Nada de levantarse pronto por las mañanas, nada de gritos, nada de suspensos, nada de quedarse en casa por las noches. Sólo tranquilidad. El único problema que supone esta vida sedentaria es que te arriesgas a caer en un profundo estado de apatía y de nulidad social. Por lo demás, está muy bien, pero siempre llega el momento en que te hundes. Un día te despiertas y te das cuenta de que tu mundo se reduce a un sillón, una lata de Coca-cola y películas de vídeo. El cenicero está lleno de colillas y te duele el alma de tanto fumar.Te miras al espejo y tu propia cara te dice que está pasando el tiempo.Y es entonces cuando descubres que tu única conexión con el exterior es el teléfono, sin duda el mejor invento del siglo. Si tienes reflejos es fácil superar esta sensación de abatimiento, y yo tengo reflejos. Por suerte mis inquietudes no me permiten rendirme ante esta perenne hibernación, así que he formado una banda de pop y de veras me mantiene ocupada. También me he apuntado a la moda del Prozac para estabilizar mi sistema nervioso, aunque en realidad preferiría estudiar artes cinematográficas. Pero ya se sabe, que mi padre conduzca un Mercedes no significa que esté dispuesto a pagarme los cursos de cine, que le costarían lo mismo que una rueda de su coche. Por cierto, puedes recorrer miles de kilómetros pero nunca llegarás a ninguna parte. Eso lo sabemos todos, aunque nos cueste admitirlo. El mundo no es más que una burbuja perdida en la inmensidad del espacio y nadie, absolutamente nadie, puede salir de él. Éste es tu sitio, te guste o no. Así que lo único que podemos hacer al respecto es ser conformistas y ajustarnos a las normas establecidas, que, aunque nos parezcan estúpidas y aberrantes, son bastante coherentes, dentro de lo que cabe. No hay nada como la civilización.Y es que para nosotros, los misántropos, no hay nada como la civilización... de los demás. Cuando dejas de soñar te das cuenta de todo esto, te preguntas
inmediatamente por qué has tardado tanto en abrir los ojos. Sólo hay dos respuestas ante
esta cuestión:o has estado ciego durante toda tu vida, o es que estás a punto de cumplir
los veinte. ©1998 Jo Alexander |
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Jo
Alexander nace un día de verano del 77 en Barcelona, la ciudad de sus sueños y la que
espera sea también su tumba. En el instituto, pronto descubre la ideal compatibilidad
entre hacer novillos, acumular suspensos y escribir poesía, ejercicios estos que pronto
la persuaden de abandonar los estudios académicos para dedicarse a la literatura y a su
otra pasión naciente, la música pop: junto a unos amigos forma su propio grupo, Glamour,
y edita un CD single y un LP. A sus veinte años, trabaja solo en lo que le gusta,
privilegio que le permite sentirse a un tiempo disciplinada y holgazana. Extrañas criaturas, la primera incursión de la autora en la narrativa, habla del amor y de la noche, dos pasiones adictivas para alguien obsesivo y de raza negra. Amor y nocturnidad en torno a la serie de encuentros con el líder de una «Falsa Generación» pseudo-beat habitada por jóvenes agónicos con los que la protagonista descubre los deslumbres de la droga y el alcohol o las tentaciones de la bisexualidad, pero también la triste facilidad de las traiciones y de la soledad. Escrita con el mismo apremio, fascinación e ironía con que fue vivida, la novela es también un penetrante y lírico fresco de la vida de una juventud socorrida y saturada de revivals reciclados, un alegato contra los falsos ídolos que pretenden redimirla. Se puede contactar a la autora en grijalbo@bcn.servicom.es |
Esta versión electrónica del extracto de la novela Extraña
criaturas (Reservoir Books) ha sido publicada en The Barcelona Review con el permiso de l'
autora y Mondadori (Grijalbo Mondadori, S.A). Esta historia no puede ser archivada ni distribuida sin el permiso expreso del autor. Rogamos lean las condiciones de uso. |
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