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julio -agosto 2000  num 19

biografía 

Todo un error
Sebastián R. Bekes

Cuando Miguel se vio colgando del risco de la punta de sus dedos, con el mar bañando las rocas mortales allá abajo, comenzó a darse cuenta de que toda su vida había sido un error, toda. Su niñez infeliz y sosa, su niñez huérfana de hermanos y mal poblada de amigos. La adolescencia forzada, más infeliz (si fuera posible) que la niñez. La más que decepcionante primera experiencia sexual. Las mujeres de las cuales se había enamorado. Su esposa, que no era la mujer que más amaba. Todo un único y grandísimo error. Ya en la caída hacia las espumosas rocas de su destino final, se dio cuenta también, acaso demasiado tarde, de que hasta esa caída era un error.

      Pero de pronto quedó suspendido, en medio de la caída, en el espeso aire estival. Una vez pasada la primera sorpresa, enderezó un poco el cuerpo y se quedó como sentado en el aire, tratando de percatarse de su entorno. Hacía un calor pegajoso, molesto. Primero probó de respirar profundo un poco de ese aire denso y húmedo que tardaba en llenarle los pulmones y hasta lo sofocaba, y luego se puso a observar las rocas del risco, puntiagudas y oscuras como las salientes de una mina flotante que se dirigían hacia él. Y no pudo apreciar mucho más porque enseguida notó que alguien lo llamaba, y al levantar la vista vio que era su padre, su padre muerto hacía ya más de un año, que le gritaba su nombre desde arriba.
      –¿Qué hacés ahí? – le preguntó el padre a gritos.
      –Nada, no ves, me caí. Tirame una cuerda, algo – dijo Miguel luego del estupor de ver a su padre allí.
      –No puedo, no tengo. ¿Cómo estás? Y Miguel, que a esa altura ya no entendía nada, le respondió:
      –Bien, qué sé yo. ¿Y vos?
      Bien, bien. Ya vuelvo – y el padre desapareció de su vista.
      Mientras Miguel trataba de ponerse un poco más cómodo ahí como estaba levitando en el aire, escuchó una nueva voz, esta vez desde abajo, esta vez de mujer. Cuando giró el cuerpo para acostarse en el aire (ya se iba poniendo ducho en esto de moverse en ese elemento), perpendicular al risco, pudo ver que la que le hablaba ahora era su madre. Estaba parada allá abajo, con cada una de sus piernas en una roca diferente y lo miraba con el ceño fruncido, como retándolo.
      –¿Qué hacés ahí? – le decía la madre, mientras sacudía el dedo índice derecho en dirección a él.
      –¡Vieja! ¡¿Vos que hacés ahí?! Ayudame a bajar de acá, andá por ayuda, algo.
      –No puedo, ¿no ves que estoy atascada acá en estas rocas? Vos, que estás ahí paveando, me tenés que ayudar a mí. Vos que sos, que estás libre.
      –Pero ¡¿cómo?! No tengo la menor idea de cómo bajar de acá. Tirame una punta, algo. ¿Sabés que recién lo vi al Viejo?
      –¡Qué! ¿Estás loco?
      –No, en serio. Hasta hablé con él, me dijo que andaba bien.
      –¿En serio me decís?
      –Sí, por supuesto. ¿Cómo te iba a mentir con algo así?
      –Bueno, bueno – le dijo la madre con impaciencia –. Bajá de ahí de una vez por todas y ayudame a hacer algo, a salir de acá.
      –Si me decís cómo...
      –Caminando, ¿cómo más? Así como estás, empezá a mover las piernas.
      Para su absoluta sorpresa, Miguel movió con lentitud casi pasmosa, desesperante, su pierna derecha, y vio realmente que podía bajar caminando. Luego movió la izquierda y comenzó a bajar...
       
      Al despertar sobresaltado por el timbre del teléfono, estaba sudando a mares. La espalda se sentía fría contra la camiseta empapada en transpiración. Cuando logró reponerse un poco del susto y del mal sueño, fue a atender. Era su amigo Claudio, que en quince minutos lo pasaba a buscar para ir a escalar un risco.

© 2000 Sebastián R. Bekes

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biografía

Sebastián R. Bekes nació el 19 de octubre de 1973 en Concordia, Entre Ríos, Argentina. Desde 1993 reside en La Plata, en la provincia de Buenos Aires, donde llegó a cursar una carrera universitaria. En 1995 comenzó estudios de Traductorado de Inglés, cursando en la actualidad el último año. En agosto de 1999 ganó una beca de un año como ayudante de cátedra de español en Minnesota, EEUU. Se dedica a la literatura desde los dieciocho años.
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