índex català enero - febrero 2006 n° 51 |
Vargas Llosa sobre tablas La verdad de las mentiras El mejor Vargas Llosa es, incluso aceptado por sus detractores, el Vargas Llosa lector, el Vargas Llosa profesor. Su política y su literatura pueden ser fuente de controversias, pero así como es imposible decir que Vargas Llosa hierra en la soberbia estructura de sus obras o en el cuidadoso entramado del lenguaje, de la misma manera debemos admirar a un Vargas Llosa apasionado por la literatura y deseoso de transmitir esa pasión. Así llega Vargas Llosa, el lector, el profesor y el apasionado esta vez disfrazado de actor. Los días 5 y 6 de octubre se presentó en el teatro Romea de Barcelona una obra de teatro que roba el título a un libro de ensayos de Vargas Llosa: La verdad de las mentiras . Aquel libro publicado el 2002 era un paseo por el jardín personal del escritor, por la biblioteca que lo educó. En ese libro hablaba de Mann, de Joyce, de Fitzgerald, de Virgina Wolf, y de tantos más, autores leídos un día por un escritor joven queriendo triunfar en Barcelona, después profesor universitario, laureado escritor, afamado hombre público; al final todos esos autores lo conformaron. Inspirada en un espectáculo similar que presenció en la escuela de escritura Holden, en Torino, de la mano del escritor Alessandro Baricco en este el autor italiano realizaba una mezcla de narración, lectura y música que recorría la literatura años después y gracias a Juan Cruz, a la Oficina del Autor, al Banco de Santander, finalmente Vargas Llosa pudo disponer de su propia versión de este espectáculo. Plasmando algunos fragmentos de sus obras favoritas como El mono de Isak Dinesen, El infierno tan temido de Juan Carlos Onetti o El Aleph de Jorge Luis Borges, y contando con la presencia de la maravillosa actriz española Aitana Sanchez-Gijón y del director catalán Joan Ollé, la estructura y el guión poco a poco fueron aterrizando en sus lugares correctos. La última pieza se presentaría gracias a la oportunidad de presentar la obra en el entorno del Año del Libro y la Lectura, plasmándose en el texto con el fragmento del Quijote en su llegada a Barcelona. Pero hay un elemento que quizás hace diferente a esta presentación de cualquier otra y es la presencia del escritor sobre el escenario. La decisión de que sea el autor, un personaje más en la obra, ya sea como narrador, como intérprete o como el mismo Vargas Llosa, permite que se encuentren a medio camino entre la obra de teatro o teatro leído y la clase magistral o la conferencia. El contrapunto de aquel hombre mayor, de cabello blanco y mirada iluminada mientras habla de Faulkner o de Onetti, es la sencillez y parsimonia de actriz profesional de Aitana Sanchez-Gijón que logra traer el equilibro a la obra. Si bien el escritor se da el lujo de ser por un par de noches actor, la actriz se da el gusto de ser musa de la literatura. Muchos textos quedaron fuera de la obra, algunos que concientemente tuvieron que ser removidos por problemas de extensión como Carta a una señorita en Paris de Julio Cortazar y otros que aunque instalados dentro del mismo ADN de la literatura del escritor no encontraron su oportunidad para escapar del papel y saltar a las tablas. Vargas Llosa sigue abarcando con esa profunda habilidad de estar en todas partes. En un amplio abanico que va desde la literatura hasta la política pasando por el periodismo ahora también puede tachar de su lista de cosas por hacer la profesión de actor.
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© Miguel Esquirol Ríos 2005 Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso. |
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enero - febrero 2006 n° 51 |
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