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O LAS ESTACIONES

 

 

Surten del tajo de las piedras las
voces y luces del río que, manso,
sonámbulo, entre la fronda del
bosque, corre por la tierra muda.
Líquido reflejo del cielo que el
ave, que descree del aire y de sus
alas, en su vuelo atraviesa y
a él desciende. Sedienta bebe
el agua de la grieta y al beber
su frescura, explora el sentido
de su instinto. Duda ahora si es ave o
jaguar. O gozo de la espesura.

 

Como gotas que susurran su perenne
deseo, entre un abejeo de luces, las aguas
corren serenas. Notas de tiempo que
llenan de sentido el progreso del río.
A una orilla la huérfana duerme.
Entre la fronda, el fauno la acecha.
Entregada al sueño, ella. A la mirada de su
hermosura, él. Ajenos ambos al ocaso.
Ajenos ambos al lento irse del día.

 

En la espesura ¿quién puede distinguir
el aleteo del pájaro o el siseo del
gusano del roce de otras mudanzas?
 ¿quién puede saber si el claro es suspiro
de la fronda o impronta de una estrella?

 

Reverbero de un espejismo sobre los campos.
Laberinto donde habitan las estaciones.

¿Cómo salir del bosque sin conocer sus senderos?

¿Cómo transitar sus veredas sin el hilo de tu nombre?

Si algunos insectos sólo viven un atardecer
¿es eternidad lo que hay entre un ocaso y otro?

 

El runrún que, con alborozo de polen,
se desovilla en primavera, vértigo
de alas en verano y rumor en fuga en otoño
es ilusión del silencio en invierno.

¡Qué breve es la felicidad del colibrí!
¡Qué veloces son para él las estaciones!

El árbol desterrado es siempre exótico.
Sólo la mitad de sus raíces arraiga
en la tierra extraña. En la casa nueva.
¿Será esta la raíz de su doble sombra?

Quien conozca el nombre de todas las cosas,
de todo cuanto existe en este y otros mundos,
quizás pueda decirme el modo de invocarte,
de traspasar la inicial de tu nombre  y entrar
así en el secreto de las estaciones.

 

Las aves que el invierno desaira
vuelan en bandadas a cielo abierto.

Es designio del esfuerzo. Salvar
el abismo. Cubrir la distancia.

¡Tantos días para dos alas!
¡Tantas noches para una vida!

Es primavera y sin embargo. Más allá.
En la ciudad, la nada estalla. La onda
de las llamas alcanza el bosque. Memoria
del mundo. Los árboles arden. Arde la
casa de los amantes. Del ave y
del jaguar. La guerra estalla. Más allá.


En la ciudad. En primavera. Sin embargo.

 

Antonio Tello para TBR © 2013


Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review.
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TelloANTONIO TELLO Córdoba, Argentina (1945). Poeta, narrador y periodista. En 1975, amenazado de muerte, abandonó su país exiliándose primero en París y luego en Barcelona, donde reside actualmente. Su extensa obra abarca poesía, novela, relato corto, cuento infantil, ensayo y biografía.
Es uno de los creadores más audaces e innovadores de la literatura argentina. Su obra se caracteriza por un estilo y un universo propios, algunos de cuyos rasgos más notorios, signados por las consecuencias del destierro, dan a su narrativa y a su poesía una original intensidad. De esta última – Sílabas de arena, Conjeturas acerca del tiempo el amor y otras apariencias, Nadadores de altura- se ha dicho que constituye «una exploración de los límites de la palabra y un reconocimiento en ella del ser humano», y también «un lugar mítico narrado con un distanciamiento que hace de esta poesía un espacio habitado por ecos antiguos».

Buena parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, portugués, griego, turco y ruso.
Véase también en nuestras ediciones anteriores:
http://www.barcelonareview.com/46/s_at_p.htm
http://www.barcelonareview.com/71/s_resen.html
http://www.barcelonareview.com/79/s_at.html