índice | índex | navegación                                                 barcelona review #13

biografía  | versión en inglés

DollsAsesinato
por G.K. Wuori

Traducción del inglés por
Ferran Vidal Vicens

 

      Squis traía la comida y llevaba ya cerca de una hora esperando —eso decía— en Hunellia Faulk Ponus Park en la frontera norte de Quilli, no demasiado lejos —había dicho a alguien en alguna
ocasión— de Labrador. De hecho, ella así lo creía.

      ESTABA ESPERANDO A DENÉ y a Li-Lee que siempre llegaban tarde, porque una o la otra siempre tenían que ir al cajero automático o a comprar cigarrillos, lo cual no era tan complicado; bastaba decir:«Son para mi madre». Dené explicaba que eso es lo que su padre siempre les había hecho decir de niños, y cuando ya parecía que se habían librado de aquello definitivamente, llegaron las nuevas leyes. A el padre de Dené le gustaba decir: «Todo se repite».

      SQUIS ENVIDIABA A DENE, que estaba embarazada, y a Li-Lee que ya tenía una hija, una niña de quien se hacía cargo su tía de St. A de P. Squis pensó que todo el mundo era muy convencional y que como ella lo era tanto como el que más, tenía que ser algo, por poco que fuera. Sólo Dios sabía cómo Dené y Li-Lee iban a valerse para subir a los niños, pero hasta la fecha Squis sólo había conseguido una buena nota en las pruebas de acceso a la universidad y nadie se le había acercado para tocarle la barriga, felicitarla y decirle: «¡Qué guay!».

      COMO EN HUNELLIA FAULK Faulk Ponus Park prácticamente sólo vivían pinzones y gansos que chapoteaban torpemente en un mohoso lago, no era un mal lugar para encontrarse y charlar sobre aquel suceso tan extraordinario —el asesinato— sin tener que preocuparse de que nadie les viniera a interrumpir con la copla de que ya lo sabía todo, cuando, en realidad, nadie sabía nada. De vez en cuando uno ha de revolcarse en las cosas más infames, fantasear y chismorrear al respecto, lejos de quiénes, como la madre de Squis, que era médico, te dan la lata con su tediosa circunspección, asfixiada por los hechos.

      — ¿LO HAS TRAIDO? —PREGUNTO Dené.
      — Aquí tienes tu bratwurst —dijo Squis, mientras Li-Lee se plantaba de un salto encima de la mesa de picnic, cruzaba las piernas y decía:
      — ¿Es mi huevo frito?
      — Naturellement.
      — Eres un cielo.
      — Lo soy.
      — Te odio.
      — ¿No me digas?
      Dené había separado las dos rebanadas de su bocadillo y, mientras lamía la salchicha, se puso a rebuscar en su mochila hasta que dio con una botella mediana de whisky.
      —¿Sabéis de qué me he enterado? — intervino Squis, pero Dené la interrumpió y le dijo que tenía que comprarse algo de ropa para el instituto.
      — Esta vez . . . — dijo sonriendo, mientras inflaba ridículamente la barriga.
      — ¡Claro que sí! — exclamó Li-Lee.
      — . . . es distinto.
      También dijo que continuamente sentía un picor en los pezones, y Li-Lee aseguró que había cosas para eso. Li-Lee añadió:
— Muy bueno el bocadillo, Squis.

      SQUIS, QUE ESTABA TOMÁNDOSW un yogur de medio litro, respondió: «Gracias», y le cogió la botella de whisky a Dené.
      — Fue justo aquí ¿sabéis? —dijo Squis.
      — ¿De qué estás hablando? —contestó Li-Lee.
      Entonces Dené dijo:
      — Lo del asesinato a mí me mola.
      — ¡Dené! —protestó Squis.
      — Es una sensación, ¿sabes? —dijo Dené—. Es algo que te ha de dar un poder infinito.
      Li-Lee dejó en la mesa la botella y dijo:
      — No nos vengas ahora con el clásico rollo de la vida y la muerte.
      — Esto que quede entre nosotras —dijo Dené.
      — No, si te parece, lo publicaremos — respondió Li-Lee.
      — Ayer fui cuarenta y seis veces a mear.
      — Eso sí que merece publicarse — terció Squis. Es un auténtico récord.
      Sujetando la botella de whisky sobre la cabeza, Dené contemplaba el sol a través del vidrio ambarino. Entonces, dijo:
      — Tiene que ser. . . algo . . . erótico.
      Mientras decía esto miró a Squis, y ésta, creyendo que Dené pretendía dejarla al margen de la conversación, dijo:
      — Actualmente, no paran de hacerlo.
      — ¿Quiénes? —preguntó Dené. ¿De quién hablas?
      — Eso ¿quiénes? —se sumó Li-Lee.
      — Ciertas películas —dijo Squis—. Mi padre recibe esos folletos.

      — ESO ME DIJO MI MADRE— intervino Squis
      — ¿El informe médico? —dijo Li-Lee.
      — Es todo lo que me dijo —aseguró Squis.
      Frunciendo el ceño, Dené dejó escapar un erupto de bratswurst y whisky, se levantó y dijo:
      — Tengo que mear.
      — ¿Qué pasa? Tanto mear —dijo Li-Lee. Dejémonos ya de meadas.
      — Eso no te toca a ti decidirlo—dijo Dené, saltando de la mesa.
      Viéndola caminar en dirección al bosque que había al final del parque, Squis pensó que no mantenía bien el equilibrio. Se balanceaba un poco, pero supuso que eso se debía al niño.

      — ¿UNA EXPERIENCIA EROTICA? — LE soltó Li-Lee a Dené al volver ésta.
      — Sí mira, como leer un informe sobre fondos de inversión —replicó Dené.
      — Le cortó los dedos —dijo, finalmente, Squis.
      — Como en —sugirió Li-Lee— «¿Qué haces para cenar?».
      — ¿Te lo ha dicho tu madre? —preguntó Dené.
      — Figúrate cómo te cambiaría la talla de zapatos —dijo Li-Lee.
      — ¿Y cómo ibas a llevar sandalias? —dijo Dené—. ¿Cómo lo harías?
      — No se entierra a nadie con sandalias —respondió Squis—. De eso estoy segura.
      — Había olvidado que estaba muerta —dijo Dené.
      — Sin muerte. . . no hay asesinato —dijo Squis.
      — ¡Pero qué lista que eres, Squis! ¿A que es lista, Li-Lee?
      Li-Lee, limpiándose la boca con una servilleta que sacó de la bolsa de Squis, dijo:
      — La botella está vacía.
      — Squis, cielo —prorrumpió Dené— me gustaría que el niño se llamara como tú. . .
      — ¿De verdad?
      — . . . aunque. . .
      — ¿Qué?
      — . . . aunque «Squis». ¿De dónde viene «Squis»?
      — De mi padre . . .
      — ¿Es el nombre de tu padre?
      — ¡Qué va! Simplemente me llama así.
      — ¿Por qué?
      Entonces Squis sonrió a Dené y se le arrimó para sacudirle las migas de la sudadera.
      — Porque no soy virgen —dijo.
      — ¿Qué dices? —dijo Dené.
      — ¿Qué dices? —repitió Li-Lee.
      — Fue algo clínico —dijo Squis.
      — ¿Acaso no lo ha sido siempre? —preguntó Dené—. ¿Y lo de «Squis»?.
      — Según mi padre, sólo es un sonido —respondió Squis.
      — Cómo «el del agua sobre las hojas» —creo que dijo—, o «el del sexo bajo la lluvia».
      — ¿Tu padre ?
      — Es todo lo que puedo decir —dijo Squis.
      — ¡Qué fuerte! —dijo Li-Lee.
      — De todos modos es un nombre bonito para un niño —dijo Dené—. Un bonito nombre de niño.
      Finalmente, Li-Lee, con expresión de perplejidad, dijo:
      — Sí, muy bonito.

© 1999 G.K. Wuori

Traducción del inglés por
Ferran Vidal Vicens

"Asesinato" (Murder) es una publicación de The Barcelona Review con el permiso del autor y Algonquin Books of Chapel Hill.  "Asesinato" (Murder) apareció en el libro de relatos Nude in Tub publicada por Algonquin Books, 1999. 

Esta historia no puede ser archivada ni distribuida sin el permiso expreso del autor. Rogamos lean las condiciones de uso.

biografías Gardini
G.K WUORI creció en DeKalb, Illinois donde actualmente reside después de haber vivido por todo Estados Unidos. Se licenció en la universidad de Northern Illinois y se doctoró en filosofía en Purdue. Ha publicado relatos en gran número de revistas literarias y ha recibido el premio Pushcart.
navegación:                                      barcelona review #13     junio - agosto 1999  
-Relatos La noche de las cuatro paredes de Antonio Vera-León
Asesinato de G.K. Wuori
Locura
de G.K. Wuori
La proyección de diapositivas
de Matt Marinovich
Mi padre… el tren de Donna Lee
-Entrevista Magnus Mills: entrevista por Marcia Morgado
-Reseñas  El color de verano
de Reinaldo Arenas
etc etc
-Secciones fijas Breves críticas (en inglés)
Ediciones anteriores
Enlaces (Links)

www.BarcelonaReview.com  índice | inglés | catalan | e-m@il