El Masturbador
Juan Abreu
Guntaar soñó rojo. Carne interior de un cuerpo que lo absorbía.
Cuerpo negro en el exterior, de poros abiertos. Cuerpo acogedor, caliente, cubierto de
sudor. Cuerpo amoroso, lubricado: negro maternal.
Rojo erección. Rojo lujuria. Rojo
protección.
Lo introducen a sorbos, a chupadas, en
el túnel caliente: regreso. Rojo entrañas. Latiente. Rojo interior de la Madre de Dios,
el mismo de los óvalos púrpura en el sagrado vestido, ligero, vaporoso, remangado hasta
la cintura en el sueño. Teticas negras, colmadas, dejan escapar gotas de nutricia leche.
Marejada que acelera hacia la punta engordada del miembro. Gotas vertidas en su lengua
anhelante. La Madre venerada está escarranchada sobre su cara, las redondas orejas
amorosas creciendo y arropándolo. Abanicando. Las manos enguantadas apoyadas en su
vientre. Crema firme la lengua asomada. Raja absorbente, calva, hinchada, protuberante:
abierta ventosa, pulsando. Tragando. Parloteo seboso de fluidos. Éxtasis: la cercanía de
la piel felpuda de los muslos a cada lado de su cabeza. El sagrado hocico levantado, la
sagrada nariz en el extremo del hocico, reluciente. Pelota infantil. El blanco puro
inmenso de los ojos.
Amparo. Salvación.
Hijo mío... murmura la sagrada voz.
Despertó tieso y sudado.
Necesitaba visitar el Masturbador.
Recogió a 3Jordan y se metieron en el
tubo subterráneo. 3Jordan eufórico con sus nuevos pies zapatones; voluminosos,
amarillos, permanentes. Brillantes, gomosos. 3Jordan, que giró al verlo, como un trompo,
para que admirara su cola, ya fullcrecida, cimbreante y punzante.
Pocos minutos después el ascensor los
depositó, con un machacar de colchones de aire, a la entrada del edificio.
Le gustaba su amigo 3Jordan:
chispeante, elástico, rebotante, decidido a transformarse: las manos grandes,
desproporcionadas respecto al resto del cuerpo, macizas al extremo de los delgados y
cilíndricos brazos, gordas y blancas; reproducían las santas manos enguantadas de El
Resucitado. Ojos oblongos, pestañas largas, curvas y gruesas, orejas cultivadas ya casi
redondas que sobresalían sobre el ondulante, amarillo pelo. 3Jordan efervescente, alegre,
devoto. Ejemplo de la nueva religiosidad. Todo es Juego, Entretenimiento: Palabra de
Dios. Su mandamiento preferido. A punto de ser admitido en la Santa Cofradía de
los Semejantes. Compañía selecta: Poder Infinito de Consumo/ Rango Consumidor Perfecto.
Lo supremo en la Escala. Los que deseaban, y tenían dinero suficiente para aspirar a
ello, renunciaban a sus cuerpos y adquirían el cuerpo divino. No era fácil, requería
toda una vida entregada en cuerpo y alma exclusivamente a
Consumir-Entretenerse-Transformarse. Sólida formación académica necesaria. Impecable
Talento Prenatal, comprado.
3Jordan. Su cerebro mejorado podía
entrar directamente al Webland. Piel color Negro-Dios en brazos y piernas, lustroso,
carísimo y aterciopelado. Face in progress: las nanomáquinas trabajaban en su
rostro instalando el blanco puro y el negro puro del rostro del Resucitado.
3Jordan, algo monotemático, eso sí,
para el gusto de Guntaar. No un Multientretenido, sin duda. Todo lo contrario, un
verdadero Especialista. Concentración absoluta en, dos temas: Dios/Toons. Lo que en
cierta manera venía a ser un solo tema.
Lleno de sana envidia, Guntaar lo
contemplaba, desplazándose elegante, despertando murmullos de admiración a su paso,
comprando sin cesar durante el viaje; y luego arrojando todo lo comprado en las
insaciables bocas de las máquinas encargadas de computar el Historial Personal de
Consumo.
3Jordan se empeñaba en contarle con
lujo de detalles sus encuentros en el Masturbador con Betty Boop, Jessica Rabbit,
Smurfette, Miss Piggy; o las orgías -para las que intentaba sin éxito reclutar a su
amigo- que organizaba con Cheetara, Pumayra, Wiley Kit, Sailor Moon, Sailor Venus, Sailor
Júpiter y Sailor Mars. Lo suyo era lo arcaico. RKSEX. Las heroínas modernas como Equina,
Lobotama o Blondota, no conseguían despertar su interés. O despertaban un interés en
modo alguno comparable al producido por las heroínas olvidadas, descontinuadas desde
tiempos remotos. En los últimos años se había convertido en consumado arqueólogo. Un
verdadero experto en viajar por el TimeWeb en busca de fosiltoons. Su más reciente
descubrimiento, una tal Rosario, lo tenía encandilado.
Guntaar relataba el sueño a su
acompañante, que escuchaba con enorme interés. Al concluir, 3Jordan abrió los brazos,
desplegó una sonrisa semicircular y aseguró que se trataba de un sueño premonitorio: un
acontecimiento místico-onírico de extraordinaria importancia.
Elaboró: un sueño sexual con la Madre
del Resucitado equivalía a distinción. Divino Entretenimiento, manifestación superior
del ser, según las Escrituras. Pero soñar que la Madre Santísima lo introducía a uno
en su interior, que lo reclamaba, atrayéndolo hacia el inicio de todas las cosas, hacia
el sitio donde creciera Dios, eso sin duda requería una interpretación especial y
constituía una señal, un mensaje.
Pidió permiso para consultar a su
Maestro Teólogo al respecto. Guntaar aceptó emocionado. No provenía de una familia rica
como 3Jordan, así que cualquier posibilidad de un informe positivo en su Expediente
Onírico, que lo ayudara a acelerar su ascensión en la Escala de Consumo la recibía como
una verdadera bendición.
El Masturbador bullía en medio de la
extensa, circular plaza. Numeroso público fluía hacia sus puertas. Tras detenerse un
instante a juegarezar ante la gran efigie virtualcarnal del Resucitado que los exhortaba,
animándolos con su ejemplo a bailar un pegajoso Aleluya Tap Dance. 3Jordan arrancó
aplausos de la multitud emocionada por sus transformadas extremidades y su habilidad como
bailarín. Los niños consumían y retozaban entre los zapatones de Dios, trepaban a sus
manos y cola mientras aguardaban que los padres salieran del edificio una vez terminada la
sesión de Entretenimiento Sexual.
Más que edificio, turgencia: mole
roja, porosa y brillante de superficie acabado carne: El Masturbador. ¡GOD IS FUN!
proclamaban las letras en su fachada como una hinchazón luminosa. La boca de entrada los
recibió ensalivándose. Deambularon, disfrutando del festivo ambiente y de la admiración
casi reverente que despertaba 3Jordan, en busca del área destinada a las esferas
individuales. El interior del Masturbador estaba dividido en tres campos campos de
esferas: colectivas, familiares e individuales. La multitud que penetraba en ellas estaba
compuesta por profesionales, jóvenes ejecutivos, estudiantes, obreros. Debido en parte a
las plagas, y al acatamiento mayoritario de los Mandamientos Divinos, las relaciones
sexuales físicas estaban en desuso. Resultaban limitadas y aburridas en comparación con
las ofrecidas por los Masturbadores. Tampoco eran necesarias para la reproducción de la
especie.
Las esferas, pieles suaves, vivas, se
abrieron para recibirlos. Guntaar y 3Jordan se separaron, deseándose Entretenimiento
Sexual Total.
En el interior, Guntaar se desnudó. El
espacio se carnalizó a su alrededor, envolviéndolo. Flotó. Inmersión. Corriente vital
fluyendo desde el principio del Universo. Poder. Seguridad de ser parte del Cuerpo Divino.
Estableció contacto mental. Oscuridad primero, luego masa esplendente. Desechó al Guía
que acudió solícito en su ayuda. No lo necesitaba. Se dirigió al Umbral del Webland.
Campos de estridencia seductora.
El Umbral era una verdadera jungla de
productos corporizados, reclamantes. Los eludió entristecido: su Nivel de Consumo Mensual
estaba peligrosamente cerca del punto de saturación. ¡3Jordan pasaría un buen rato
allí!
En su visita anterior al Pasado había
localizado una isla. Antiguo Caribe. Una isla gobernada por un tirano carismático y
atractivo. Mucho antes del Primer Reorden y de la creación de Garbageland. Durante un
tiempo pasó por alto esa zona: víctima de cierto elitismo romántico y cultural, se
dedicó a buscar figuras autoritarias en la antigua Europa. Meses consiguiendo
Entretenimiento Sexual Total traspasando a Franco, impelido por su aire marcial, rostro
adusto, y aquel divino uniforme cubierto de medallas y charreteras. Hitler y Mussolini
despertaron también su interés. Ceausescu, Stalin. Pero ya no lograban entretenerlo. Y
lo cierto era que empezaba a aburrirse del culo blanco, hermosamente ajado y carnoso del
llamado Generalísimo, caudillo de los antiguos españoles.
Lo estimulaba especialmente escucharlos
chillar, aterrados, las jerigonzas extinguidas que infectaban el planeta antes que la
llegada del Resucitado instalara en el cerebro y las almas de todo humano nonato la lengua
universal de Dios.
Viajaba tranquilo y relajado.
Sensación de desplazarse por el interior del Ser Supremo. Ser Dulce. Ser Infantil. Su
cuerpo bullía, recorrido por millares de punzadas turbias. Manos líquidas. Al principio
lo preocupó aquella afición que se le antojó extraña. Hasta malsana. Pero pronto su
Teólogo Consejero Regional despejó sus dudas. La actividad sexual virtual era sana y
acorde a los Mandamientos. Cumplía con los dos fundamentos básicos de la Iglesia del
Paraíso Alcanzado en Tierra Firme: Consumo y Entretenimiento.
Podía estar tranquilo.
Lograba un raro éxtasis penetrando
aquellos seres que, en su momento, disfrutaron de poder ilimitado y dispusieron de las
vidas de miles o millones de personas en la bárbara época del PreReorden. Superada y
desaparecida gracias a El Resucitado. Había descubierto esto dos años atrás, en un
encuentro casual con Tiberio. Desde entonces constituía su principal fuente de
Entretenimiento Sexual. Muy alejada sin duda de las que entusiasmaban a su amigo, pero
teológica y moralmente correcta.
Pensó en los controles de entrada: se
activaron. El Webland desplegó cumbres y simas, praderas, cordilleras y océanos,
descomunales ciudades y bosques profusos cuyo génesis en aquellos primitivos herbarios
virtuales resultaba imposible de imaginar. Millones de años de evolución natural
vencidos por apenas tres siglos de evolución virtual. Un universo mucho más completo y
variado se expandía ante sus ojos. Interminables formaciones viscerales. Siempre
recientes. Siempre cambiantes. Siempre controlables. Siempre perfectas. Eternas. La
verdadera Creación. Al alcance de todos. Certeza de atravesar el cuerpo de Dios, de
navegar en sus entrañas y ser parte de su sangre y su carne: se le humedecieron los ojos.
Estaba decidido a mudarse
definitivamente al Webland en cuanto sus méritos ciudadanos lo permitieran.
¡Si aquel sueño con la Madre de Dios
lo ayudara a acercarse a la meta!
Una sonrisa cruzó su rostro feliz.
Los territorios salían a su paso
invitantes, conminándolo a recorrerlos, a penetrarlos; pero Guntaar volaba hacia el
Pasado. WebTime. Indicó el año al navegador: 1999. Sabía exactamente a dónde se
dirigía. Había estudiado el período con antelación.
Vio desfilar los escenarios, los
acontecimientos, los paisajes, las multitudes. Nitidez espléndida. A pesar de la enorme
velocidad. Podía detenerse donde quisiera, pero continuó hasta llegar a la isla y a la
ciudad mortecina y carcomida; gris general. Mediocre, militar.
Paredes color miedo. Muros de agua
aterrorizada. Miseria ambiental. Pavorosa inexistencia de consumo. Ausencia de Dios.
Estupidez programada. Vulgaridad. Niveles letales de aburrimiento.
Después: luz imperfecta y ruinosa
proveniente de un bulbo de cristal amarillento. Estaba en la habitación.
La tosquedad del foco luminoso hería
su sensibilidad. La grosería del cerebro que concibiera aquello le revolvía el
estómago. Nauseas. El resto era igualmente grotesco. Contuvo las ganas de vomitar.
Un hombre sentado ante el televisor.
Tela primitiva. Bata de casa púrpura. Botas. Gritos brotando del aparato. Mando a
distancia en la mano sobre el regazo. Paredes grises. Pintura aplicada manualmente.Olores
nauseabundos. Más tela primitiva colgando ante la ventana. Olores burdos. Deterioro
inconcebible, en el cuerpo del anciano. Manchas en la piel. Granos. Verrugas. Primeros
síntomas de excitación. Un artefacto con aspas en el techo. Giraban. Lecho en desorden.
Libro de papel. Guntaar atrasó un poco el tiempo de llegada y vio a un ayudante
uniformado entrar a la habitación e interrumpir la lectura del Líder, ya acostado.
Entrega de la tosca caja. Video. Suelo de madera de árboles.
Erección proveniente del conjunto de
extrañezas. Asquerosidades humedecientes.
Siseos lumínicos en los intersticios
de la superposición temporal.
Realidad disfuncional superada.
Período de asentamiento.
Autonomía de la realidad invasora.
Realidad futura controlando.
El hombre atado al poste gritaba.
Lloraba, suplicaba. Pérdida de control: no esperaba clemencia, la sabía imposible. El
rostro del Líder no expresaba emoción alguna. Barba rala y canosa. Ojeras. Los ojos se
le cerraban. Estaba cansado. Otro día terrible tratando de gobernar este país de
mierda. Pensó. Sólo hay putas y mierdas en este país de mierda. Pensó.
Estaba sentado frente al televisor. La calidad del video era mala. Poca iluminación.
Difuminaciones. La figura del hombre atado, en ocasiones, apenas se distinguía contra la
oscuridad rugosa del muro a sus espaldas. La iluminación, pésima. Esos comemierdas
que filman; maricones, les tiembla la cámara en las manos. Pensó. Ordenaba que
trajeran los videos de los fusilamientos. Daba igual si se trataba de delincuentes o
contrarrevolucionarios. El pelotón de cuatro hombres alineado. Estampido. El hombre atado
al poste se sacudió. La cabeza fue a caer hacia delante, pero se quedó a medio camino.
Los contornos se desdibujaron, luego adquirieron una definición insólita. Sensación de
alarma. El Líder intentó levantarse, pero no podía moverse. Quiso gritar. La imagen del
televisor mejoró drásticamente. Efecto residual de superposición de realidades, pero
eso el Líder no lo sabía. La cabeza del fusilado continuó su caída ahora más hermosa
en su espléndida definición. Gotas de sudor. Lágrimas desprendiéndose iridiscentes de
la piel aceitosa, precipitándose al vacío y la hierba. Los rasgos del hombre contraídos
en un gesto que es más que nada asombro. Ojos desorbitados. Siempre es igual: no creen
que está sucediendo. Los proyectiles llegando a la tela. Los agujeros en la tela
comienzan a humear; el pecho empujado hacia adentro. Quiso gritar. Golpetazo como de arena
compacta y mojada. Sangre. Algo baboso cayendo de la boca. Un hombre desnudo, de pie junto
a él, contemplaba también el fusilamiento. Quiso gritar, alertando a sus guardaespaldas.
Pero se levantó y fue en busca del traje de gala. Su cerebro asistía a sus actos como un
espectador. Al cortar las sogas el condenado se derrumba. Zoom: ya ovillado, boqueante.
Piernas que se acercan, una mano armada se dispone a dar el tiro de gracia. Acero tocado
por el rocío. Termina de ponerse el traje. Se ajusta la gorra, las botas relucen. El
cerebro del Líder, a punto de estallar, sigue dando alaridos, enviando órdenes, llamando
a los feroces guardaespaldas. Están ahí afuera, al otro lado de la puerta de la
habitación. Tiene conciencia exacta de lo que sucede, asiste despavorido a sus propios
actos. La mano en la pantalla pega el cañón de la pistola a la cabeza. Dispara. La
cabeza salta como un balón pateado. Cabellos quemados. Guntaar considera por un instante
anular totalmente aquel cerebro chillante, pero decide dejarlo consciente aunque sea un
poco molesto. Le produce placer el sonido del monstruoso idioma. Da otra orden al cuerpo
del viejo ya militarmente engalanado.
La ejecución recomienza. El hombre
avanza otra vez hacia el poste de madera. Guntaar jadea. Hace que el Líder se ponga a
cuatro patas delante del aparato. Le baja el pantalón y deja al aire las nalgas pálidas,
arrugadas. Guntaar acerca su enorme erección al trasero del anciano. El hombre está
nuevamente atado y los militares levantan los fusiles. Voces de mando. El primitivismo de
aquella escena, lo rudimentario de la filmación y la horrenda calidad de la imagen
aumentan la excitación erótica de Guntaar hasta el paroxismo. Resulta una maravillosa
coincidencia ¿o ha sido la mano de Dios? que el Líder esté contemplando la ejecución
al momento de su llegada. No consigue una erección tan poderosa y total desde hace largo
tiempo. Franco y Hitler han estado bien, rememora, pero esto es diferente. Las manos del
viejo, largas, delicadas, de uñas bien recortadas, abren las nalgas, tirando de ellas
hacia los lados. Pliegues distendidos. Sol carnívoro. El estampido. La gorra, visera de
charol, yace sobre la alfombra. Rostro convulsionado, ojos desorbitados, boca abierta en
un alarido interior cuando el glande morado, a punto de estallar fuerza el ano rodeado de
hebras canosas y entra. Los plomos cruzan chillando la distancia y rajan el pecho del
hombre amarrado. La cabeza cae hacia delante como si le hubiesen asestado un golpe brutal
en la nuca, rebota contra el pecho y muestra el semblante asombrado del hombre. Guntaar,
en éxtasis, músculos contraídos por el deleite, empuja el falo dentro del intestino:
rasga. No aparta los ojos de la pantalla. Han cortado las cuerdas. El fusilado se
derrumba. Una mancha de orina oscurece el pantalón a la altura de la entrepierna.
Guntaar ajusta el ritmo. Mete y saca.
Empuja. Hinchazón. Sangre. Empuja. Gritos del viejo. Aferrarse a las caderas. Empuja.
Eyacula entre chillidos gozosos.
¡Oh gracias Madre Santísima, gracias
por tu Hijo y su Reino!
Entretenimiento Sexual Total.
Regresaré muchas veces, piensa
Guntaar.
Jadea.
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