índex català sep - oct 2002 n° 32 |
Dos poemas Pere Pena
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Lleno de fuerza, orgulloso, escapa de los perros a trote suave, con pereza. Remonta el bosque y traza un laberinto de rastros entre pinos y carrascas que únicamente expertos perdigueros descifrarán más tarde, siempre más tarde, cuando ya sólo sea una vaga promesa. No le asustan las voces que le acosan, ni los cuernos de caza, ni los tiros lejanos. Nunca le atraparán si no se para, porque sabe mejor que nadie los misterios del bosque, cada huella. Cuando descresta el cerro, le veo descender por entre las encinas, confiado. Al viejo jabalí, con la barbada blanca del que ha sobrevivido a guerras y batidas, no le importa que toda esta pureza sea un reclamo en medio del follaje. Nunca le atraparán si no se para. Sin saber cómo ni por qué, de pronto se da cuenta: los perros le han llevado al límite del mundo, donde acaban frondosos paraísos de hoja y de madera. Un pinchazo en el lomo le obliga a detenerse, receloso, detrás de una coscoja. Levanta la cabeza para oler lo invisible, y el frío de febrero le serena. Si quisiera, podría dibujar un trazado seguro entre los pinos y almendros, alcanzar la otra cara del soto. En cambio, si atraviesa a campo abierto ganará tiempo y ahorrará fuerzas. El camino más corto es tentador: cuarenta metros y otra vez la vida. Olfatea de nuevo buscando algún indicio y el viento sólo le habla de fragancias, de aromas de romero y de tomillo. Nunca le atraparán si no se para. Cuando arranca, no sabe que ya la mano negra le encañona. Yo soy la mano oculta que llega hasta sus ojos, el disparo que acalla a los perros, los cuernos y los gritos lejanos. Yo soy la muerte y he venido a buscarlo esta mañana. (Traducción del catalán de Txema Martínez Inglés) La noche de los jubilados Ha oído los caballos en la noche trotar sobre el asfalto. No sabe si era un sueño, o sus latidos, que acuden siempre a despertarlo. Juraría que no, que eran caballos. Y hasta después lo habría asegurado, al ver, con estos ojos cansados de dar fe, que no eran sino ruedas de maletas nocturnas de turistas que van o vienen o regresan a su plácido infierno de días jubilados. Desde el balcón de este hotel de la costa de noviembre, los mira desfilar haciendo que esta noche trote el mundo para sentir de nuevo, al tomarse un respiro la conciencia, el interno repique de los cascos. Sólo dura un instante la ilusión infantil de los viejos caballos que aún quieren patear las losas frías. Y en seguida la calma, como si nada hubiese sucedido, inunda de aguas muertas la noche que oscurece el corazón. ¿Qué salvará a este hombre del insomnio? ¿Quién podrá reembolsarle lo perdido? De pronto el mar, que golpea en la playa, es un simple guijarro que rueda en la memoria. Un, dos, tres, cuatro saltos, y ya llegó el verano a la orilla de enfrente, y la mano ventea el trigo y el cielo cae como el oro: así será la vida, un buen año. Pero el canto rodado no se para, va rebotando hasta descomponer la vida en un minuto. Cuando se acerca la mujer, también sola en su insomnio, y acaricia la mano fijada en la baranda, vuelve a oír los caballos del hombre, que galopan fustigados por esta piedra negra que ella carga en su pecho como un calvario. Él no sabe llorar y ella llora en silencio por los dos. Sin despegar los labios, lo lleva hasta la cama, lo peina con la punta de los dedos. El hombre se estremece como un niño al notar la llamada de la carne, y abraza a la mujer y también en silencio le reclama perdón por tantos años de silencio. Llueve lágrimas secas esta noche de jubilados, y el dolor es el mar que los devuelve a casa. En una habitación llena de sol vuelven a estar los tres: los amantes y un niño y un caballito de cartón. (Traducción del catalán de Emili Bayo) |
© ©Pere Pena Pere Pena se doctoró en literatura espñola con un profundo y reconocido estudio sobre la obra poética de José Agustín Goytisolo. La poesía y la ciudad (Edicions de la Universitat de Lleida, Lleida 1994), nombre de una antología de la que es coeditor, junto a Pere Rovira, es una muestra más de su dedicación a la poesía. Parte de sus trabajos sobre José Agustín Goytisolo está recogido en la antología Poeta en Barcelona (Los Libros de la Frontera, Barcelona 1997). Actualmente es profesor de literatura española en la educación secundaria. La amistad, el amor y la caza son tres de los temas a los que dedica su póximo libro de poemas del que presentamomos dos inéditos en las páginas en catalán y su traducción al español. Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso. |
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septiembre - octubre 2002 número 32 |
Narrativa |
John
Cheever: Una visión del mundo |
Poesía | Esther Zarraluki. Barcelona, mujeres poetas (5) Pere Pena: Dos poemas inéditos |
Ensayo | Rodrigo
Fresán: El mundo según Cheever Eloy Fernández Porta: Noticias del bulevar periférico |
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