índex català marzo - abril n° 47 |
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SITGES 2004: 37ª FESTIVAL INTERNACIONAL DE CINEMA DE CATALUNYA Llegó diciembre y con él una nueva edición del Festival de Sitges, en esta ocasión en su 37ª, una larga vida para un certamen entrañable. Ésta ha sido la segunda edición en su nuevo calendario, segunda y última; pues, al parecer, la edición del año que viene volverá a septiembre-octubre; para alegría de sus asistentes, puesto que el gélido clima que nos acompañó no hizo agradables los paseos, entre película y película, que son comunes a todo aquel que acude al festival. Desde que, en la pasada edición, el crítico Àngel Sala se hiciera cargo de la dirección del certamen, éste ha tomado nuevos bríos. Poco a poco, abandona su tono generalista con la supresión de la sección "Gran Angular" para volver por sus fueros y dedicar especial atención al mundo del fantástico; hecho que ha sido recibido con simpatía por los aficionados, ya sean veteranos o jóvenes. Este año se presentaba una novedosa sección, "Noves Visions", que haría las delicias de los espectadores y de la que auguramos lo mejor en próximas ediciones. Al igual que en pasados años, y desde la irrupción del fenómeno Ring (Ringu, Hideo Nakata, 1998), el festival ha contado con una nutrida presencia de cine asiático en todas sus secciones incluso contaba con la suya propia, "Orient Express", prueba de ello es el nutrido número de premios que se han llevado para casa. Se podría hablar muy bien de muchas de ellas, pero destacaré algunos títulos. La ganadora del festival Old Boy (Park Chan-Wook), sobresale entre todas ellas. La increíble historia de una venganza es, sin lugar a dudas, una obra maestra que ratifica a su director como uno de los autores más importantes del momento y, posiblemente, de un futuro próximo. Junto a Old Boy, también merecieron el elogio de crítica y público Howls Moving Castle, la nueva fantasía de impecable factura del genio Hayao Miyazaki; Breaking News, estimable thriller con un arranque pasmoso, de Johnnie To; y, por último, Three...Extremes, película de episodios firmada por el mencionado Wook, Fruti Chan y Takashi Miike. Este último autor merece especial atención: Miike se ha convertido en todo un fenómeno para los seguidores del cine asiático. A pesar de su casi nula distribución en el mercado español, sus filmes son reverenciados y esperados cuando llegan a nuestras pantallas. Sin embargo, es un cineasta desigual, capaz de lo mejor y de lo peor, como pudimos ver en Sitges2004. Por un lado, su historia en Three...Extremes Box posiblemente sea la mejor de la cinta, mientras que en la sección oficial, Izô, fue, posiblemente, la película más protestada y odiada de ésta edición. Mención aparte merece Zebraman, divertimento sin pretensiones que fue acogido con simpatía. En la sección oficial también estuvo presente el cine norteamericano. Decididamente su nivel fue muy inferior al del cine asiático o europeo, cintas como The Final Cut (Omar Naim) o The Hillside Strangler (Chuck Parello) decepcionaron, a pesar de contar con puntos de partida interesantes. Birth (Jonathan Glazer) ostentaba una buena interpretación de Nicole Kidman a quién se daba por segura ganadora del premio de interpretación femenina, y que, sorpresivamente, no consiguió, pero poco más. Dos cintas norteamericanas eran esperadas: The Grudge (Takashi Shimizu) y Saw (James Wan) que finalmente no pudo competir al ser la ganadora del certamen especializado en cine fantástico de San Sebastián. La primera es la enésima versión de Ju On (2000), firmada por el mismo Shimizu, pero con capital y reparto americano. Resultado: más de lo mismo; los fantasmas con la cara blanquecina, los mismos sustos, la casa hechizada... Por si fuera poco, la cinta está interpretada por Sarah Michele Gellar, la heroína de Buffy, Cazavampiros, más conocida por sus atributos físicos que interpretativos. No obstante, Hollywood nos regaló una de las cintas más interesantes de Sitges2004: Saw, del debutante James Wan. Entretenida y apasionante historia, cruce de Seven (1995) y The Game (1997) de David Fincher, y de Cube (Vincenzo Natali, 1997), que, al parecer, se estrenará en nuestras pantallas. Ojalá el fantástico norteamericano siguiera la estela de esta cinta y dejara de hacer remakes o repetir una y otra vez la misma historia. Por desgracia, a la salida de la proyección, más de uno comentaba que se está rodando su segunda parte; en fin... El pabellón europeo quedó bien parado en esta edición del Festival. El cine británico presentó dos cintas: Freeze Frame (John Simpson) y Code 46. La primera, un brillante ejercicio de estilo amparado en una brillante y maratoniana interpretación de su protagonista, el comediante Lee Evans. Code 46 del heterogéneo Michael Winterbottom, fue una de las mejores cintas del certamen. Apasionada cinta de amor, enclavada en un futuro próximo, podríamos decir que se trata de un Breve encuentro (Brief Encounter, David Lean, 1945), ambientado en un mundo huxleyano. A destacar la brillantísima fotografía de Marcel Zyskin y Alwin H. Kuchler, y la sensible interpretación de Samantha Morton. Francia presentó dos soporíferas cintas: Les Revenants (Robin Campillo) y Arsène Lupin (Jean-Paul Salomé). La obra de Campillo tenía un brillante punto de partida la integración en la sociedad de muertos vivientes pero se malograba por su ritmo cansino y falta de desarrollo de tan inspirada idea. Arsène Lupin relata las aventuras del famoso detective francés. La cinta cuenta con un nutrido y espectacular reparto, gran presupuesto, brillantes decorados... para nada: el aburrimiento es la nota predominante en esta producción gala. Strings (Anders Ronow-Klarlund) era la única cinta escandinava a concurso. Imaginativa propuesta la película cuenta tan sólo con marionetas como protagonistas que quedaba lastrada por una historia simple y poco atractiva. Nos queda hablar de la presencia española en la sección oficial, dentro de esta panorámica europea. Resulta agradable decir que dos de las tres películas presentadas en la sección oficial fueron de estimable calidad, mientras que una de ellas, The Birthday, fue junto a Izô una de las películas más criticadas por los asistentes a Sitges04. La cinta de Eugeni Mira es un producto zafio, mal acabado, vulgar. Me pregunto cómo se llegó a programar y, más todavía, cómo algún productor dio dinero para realizar tan disparatada y execrable cinta. Las otros dos filmes españoles resultaron más que interesantes: El habitante incierto, ópera prima de Guillem Morales, es un ejercicio de estilo-homenaje al Polanski de El quimérico inquilino (Le locataire, 1976) que, sin ser redonda, tiene suficientes cualidades para destacar; The Machinist es una apuesta internacional de Filmax Entertainment. He de decir que dicha apuesta resulta ser una de las mejores cintas del fantástico español de los últimos diez años. Dirigida por Wes Anderson e interpretada de manera soberbia por Christian Bale, la película es una efectiva historia de tintes alucinatorios bien narrada, mejor fotografiada y con un empaque que pocos filmes de nuestro país logran, aún con un presupuesto mucho mayor. Paralela a la sección oficial, los asistentes pudieron disfrutar de numerosas secciones demasiadas a mi parecer, donde visionar de lo más variado. A destacar, las secciones "Orient Express", con algunas cintas asiáticas que podrían haber ido a la sección oficial como Arahan; "Noves Visions", posiblemente la sección más interesante del festival y repleta de excelentes cintas como el mockumentary C.S.A. Confederate States of America (Kevin Wilmott), Rhinoceros Eyes (Aaron Woodley), Marebito (Takashi Shimizu) o Vital (Shinya Tsukamoto); y "Animat", con cintas de animación muy reseñables como Steamboy, la nueva película del creador de Akira, Katsuhiro Otomo. Por otro lado la sección "Seven Chances" mostró cintas también excelentes como el espléndido documental sobre Henri Langlois, Le fantôme dHenri Langlois de Jacques Richard, o la sensible y críptica The Samaritarian Girl (Samaria) de Kim Ki-Duk. Los más devotos fans del fantastique disfrutaron con dos secciones: la clásica "Brigadoon" y "Europa Imaginària", que recogía cintas fantásticas europeas que habían marcado época o bien filmes de gran calidad y que no se habían podido ver en nuestras pantallas. Por último, citar las sesiones especiales del festival donde pudimos disfrutar de películas de próximo estreno y que posiblemente resultaran éxitos en taquilla como The Phantom of the Opera, barroca adaptación de Joel Schumacher del musical de Sir Andrew Lloyd Webber; Creep (Christopher Smith), con la siempre estupenda Franka Potente; Sky Captain and the World of Tomorrow (Kerry Conran), aburridísima cinta plagada de efectos digitales, o la magnífica Finding Neverland (Marc Forster). En resumen, muchas y buenas películas para ver y disfrutar durante más de una semana. La verdad es que demasiadas. Se hace difícil poder ver todo lo que a uno le interesa sin tener el don de la ubicuidad. Me gustaría destacar la buena voluntad de los organizadores y voluntarios del Festival, desbordados en más de una ocasión por público y la prensa, pero que aguantaron muy bien el tipo a pesar de algún que otro problema. Sin embargo, hay que poner un par de objeciones a Sitges04 y a sus organizadores. Muchas de las personas que acuden al certamen tanto a Sitges como a otros festivales, ya sean San Sebastián, Valladolid... esperan rostros conocidos, fotografiarse con sus ídolos; no sé el motivo, quizás el calendario, quizás sea caro traer a según quién, pero la presencia de estrellas en el Festival Internacional de Cinema de Catalunya ha sido bien escasa, si exceptuamos a la mencionada protagonista de The Grudge. El resto, nombres menores. Extraño, puesto que diversas películas del certamen estaban protagonizadas por actores y actrices con fuerte tirón público. Personalmente, no soy un caza-autógrafos, pero entiendo a quién sí lo sea; además la venida de estrellas darían más empaque informativo al Festival, factor, que, seguramente éste agradecería. El otro punto a cuidar por la organización ya es más difícil o delicado. Se trata de la selección de películas. En esta era de comunicación inmediata e Internet, las películas estrenadas en Japón una semana, se pueden ver al poco en tu casa y si esperas algo más, te puedes hacer con un DVD de cuidada edición. Muchos de los asistentes a Sitges04 habían visto bastantes de estas películas gracias los adelantos informáticos tengo la suerte de contarme entre ellos, por lo que el acudir a este festival pierde parte de su aliciente. Evidentemente, Àngel Sala y los suyos no pueden estar al quite de esta situación, pero sería de agradecer, que en próximas ediciones se pudieran ver obras en auténtica primicia. ¿Y los premios? Bien, creo que es un capítulo aparte. A título personal, creo que un festival de cine es un escaparate para obras de difícil visionado o un punto de encuentro para cinéfilos; nunca he creído en los premios. Cada uno daría un premio a lo que más le gustara, y cada persona tiene gustos diferentes; así que nunca nos pondríamos de acuerdo. Creo que por ese motivo, los premios, merecidos o no, son siempre polémicos. En esta 37 edición el premio a la Mejor película fue para Old Boy. Estaba cantado. De largo era la mejor cinta de Sitges2004. Sin embargo, sorprenden premios como el de interpretación femenina a Mònica López, cuando Nicole Kidman o Samantha Morton están mejor que ella en sus películas; el premio a la Mejor dirección artística a la barata The Birthday, o el de Mejor director a Johnnie To. Old Boy podría haber arrasado en categorías como director, guión, fotografía...; puede que así esté mejor repartido, pero ya hemos dicho que nunca estaremos contentos con ningún palmarés. Ahora nos queda esperar un tiempo, y en otoño 2005 volver a esa ciudad tan agradable que es Sitges y disfrutar de nuevo de buen cine. No me gustaría acabar sin dejar constancia de todo el palmarés del 37 Festival tal y como quedó reflejado en la nota de prensa, que, no se sabe porqué, no figura en la página oficial del certamen (otro pequeño resbalón de la organización). Juan Vaccaro _____________________________________________________________________ PALMARÉS El jurado de la sección oficial FANTÀSTIC formado por Ken Foree, Marco Müller,
Christopher Priest, Koldo Serra y Estrella Zapatero ha decidido otorgar los siguientes
premios: THREE...EXTREMES de Takashi Miike, Fruit Chan y Park Chan-Wook (Japó, Hong-Kong, Corea del Sur) Millor/Mejor/Best FX IZO de Takashi Miike (Japón) Millor Banda Sonora Original /Mejor Banda Sonora Original /Best Original Soundtrack JOSHUA HYAMS y MARK REVEL (The Free Association) por CODE 46 de Michael Winterbottom (Reino Unido) Millor Fotografia/Mejor Fotografía/Best Photgraphy XAVI GIMÉNEZ por THE MACHINIST de Brad Anderson (España) Millor Guió /Mejor Guión/Best Script FRANK COTTRELL BOYCE por CODE 46 de Michael Winterbottom (Reino Unido) Millor Actriu /Mejor Actriz/Best Actress MÒNICA LÓPEZ por EL HABITANTE INCIERTO de Guillem Morales (España) Millor/Mejor/Best Actor CHRISTIAN BALE por THE MACHINIST de Brad Anderson (España) Millor Director/Mejor Director/Best Director Premi Noves Visions OTROS PREMIOS
Premi Nova Autoria / Premio Nova Autoria / Nova Autoria Award (Patrocinat per
lSGAE) El jurado de la sección ANIMA´T formado por Karim Bensalah, Maud Bonassi y Borja Crespo ha decidido hacer una mención especial al cortometraje LA CORDE de Willy Kempeneers (Bélgica) por desarrollar en cinco minutos una situación absurda donde encontramos una libertad creativa que es la esencia misma del corto. Premi Orient Express Casa Asia / Premio Orient Express Casa Asia / Orient Express Casa Asia Award INNOCENCE: GHOST IN THE SHELL II de Mamoru Oshii (Japó) El jurado de Orient Express Casa Asia formado por formado por Anaïs Emery, Alexis Lorenzo y Juan Zapater ha decidido hacer una mención especial al largometraje dirigido por Katsuhiro Ishii TASTE OF TEA (Japó). Premi de la Critica Jose Luis Guarner / Premio de la Crítica Jose Luis Guarner / Jose Luis Guarner Critic Award OLD BOY de Park Chang-Wok (Corea del Sud) Premi Citizen Kane al director/a revelació / Premio Citizen Kane al director/a revelación / Citizen Kane Award to newcoming director ANDERS RONNOV-KLARLUNG por STRINGS (Dinamarca/Suïssa) El jurado de la Asociación de Críticos y Escritores Cinematográficos de Catalunya
formado por Mirito Torreiro, Inma Merino, J.J. Sánchez Costa y Francesc Villalonga, desea
hacer una mención especial a la película dirigida por Jonathan Glazer BIRTH (EUA) por el
rigor y la elegancia con que trata un tema en los límites de lo moralmente correcto. El jurado desea felicitar al festival por la alta calidad de la programación de la
sección oficial Fantàstic. _____________________________1 Nicole Brossard: feminismo y escritura Instal.lacions (amb i sense pronoms) Acaba de presentarse en sociedad Instal.lacions (amb i sense pronoms) -Ed. Eumo 2005-, primer libro de poemas traducido al catalán de Nicole Brossard, poeta canadiense francófona, a la que podemos considerar poco menos que desconocida en el panorama literario español, a pesar de ser una de las figuras más notables de la poesía en lengua francesa hoy. Nicole Brossard, poeta, novelista, ensayista, realizadora, desde sus inicios en 1965 su obra se inscribe en la vanguardia y en la militancia por la causa de las mujeres. Los primeros balbuceos del feminismo moderno se dieron en Québec a finales de los años sesenta, y en ellos Brossard estuvo presente primero a través de revistas literarias como La Barre du jour o La Nouvelle barre du jour, y después con sus textos poéticos como Mordre sa chair, Suite logique o Mécanique jongleuse, éste último galardonado con el Premio del Gobernador General en el año 1974, uno de los más prestigiosos de Québec. En 1975 se producen en Montreal una serie de acontecimientos culturales y literarios que van a hacer que esa región del Canadá y su literatura entren en la modernidad y que sus escritores abandonen el localismo en el que hasta entonces, con pocas excepciones, habían incurrido reiteradamente. Uno de esos acontecimientos es un Encuentro internacional de escritores que analizará el tema "La mujer y la escritura". En dicho marco, Nicole Brossard presenta la ponencia inaugural, en la que entre otras cosas dice:
Ese mismo año publica su libro Le Centre blanc, que recoge diez años de su trabajo poético y marca un hito dentro de la poesía de Québec, pues hace visible , al publicarse en una editorial importante, un trabajo formal con el poema y con la lengua nunca visto hasta entonces. La poesía quebequesa, y la de Brossard en particular, comienza a nombrar lo innombrable: el sexo, las secreciones, los líquidos corporales, el amor entre mujeres, la vida cotidiana... Desde sus inicios como escritora, la obra de Brossard se centra en una radical puesta en cuestión de las formas aceptadas del lenguaje. Juega con él, lo distorsiona y lo fractura en busca de nuevos significados. En el conjunto de su obra poética, formada por más de treinta títulos, y en el libro recientemente publicado en catalán, encontramos tres ejes temáticos: el lenguaje, el cuerpo de la mujer y el paisaje. A veces los temas se enlazan y mezclan, como en el poema Llengua: "perquè és amb la boca/la paraula com cavallets de fira/entorn el ventre", o en el titulado Abraçada: "ara bé treballar un poema mexcita/com la nuesa". Su obra como prosista está formada por varias novelas, de las que dos, Barroco al alba y El desierto al alba han sido traducidas al castellano. También se han traducido en Méjico y Argentina sus poemarios Diario íntimo, El vértigo del proscenio y En el presente de la pulsación. Poeta de una enorme densidad su obra merecería tener una mayor difusión en nuestro país puesto que su lectura no sólo abre nuevos caminos a la reflexión, sino que es también un placer único. Mª Cinta Montagut ______________________________2 La corrupción moral de la mala memoria El vano ayer El vano ayer es la primera gran novela sobre el negro periodo franquista escrita por alguien que no lo sufrió, o para ser más precisos, por alguien que nació cuando el dictador Franco había muerto. Isaac Rosa forma parte de la generación de los llamados "niños de la transición", algunos de los cuales venían mostrando ganas de acabar de una vez por todas con la edulcorada visión gamberra, jocosa y sentimental del Franquismo pop que estamos soportando en la actualidad. Isaac Rosa huye de la memoria sentimentalizada, en la que confiesa haber caído cuando escribió La malamemoria, con el fin de poner en alerta al lector para que se implique y haga revisión de sus lecturas, para que sea consciente de que no hay relatos ni autores inocentes, que aquéllos no se escriben solos por mucho que insistan sus creadores. Asimismo, se desmarca de esas novelas de reciente éxito, modelos de conciliación y de cierre del pasado que concluyen con la trampa de que hubo héroes y villanos, pero todos perdimos y por ello debemos cerrar capítulo. Como sin pretenderlo, en El vano ayer el autor dibuja el destino trágico de Julio Denis, profesor universitario implicado en los disturbios estudiantiles que conmovieron el régimen franquista en la década de los sesenta. Las investigaciones en las que se sumerge la novela, en torno a la detención y expulsión del país del profesor, le sirven como base para la formulación de una durísima apelación al franquismo, a su brutal sistema represivo -principalmente policial, pero asimismo civil- y lo que es más lamentable, a la corrupción moral que se implantó en el país y que todavía aflora en el presente. Ante la falta de recuerdos de este joven narrador surgen preguntas a causa de la insatisfacción que generan los recuerdos disponibles, cuestionándose por qué le hacen recordar de esta manera. Así, vuelve a formular las preguntas esperando nuevas y más satisfactorias respuestas, escribe lo que no recuerda y lo que otros no recuerdan aunque deberían. Por ello la cita de Antonio Machado que preside el libro: "El vano ayer engendrará un mañana / vacío y ¡por ventura! Pasajero" Isaac Rosa se sitúa con habilidad en el oscuro abismo que se abre entre la Guerra Civil y la transición, los cuarenta años de franquismo que todavía planean sobre el presente de nuestro país, y lo hace sin dejarse llevar por el discurso mojigato con el que nos acostumbramos a adentrar en el terreno de nuestra más reciente historia. En este momento se escriben novelas que pretenden acercarnos a nuestra historia cercana con un tono nostálgico excesivamente sentimental y edulcorado, una imagen cercana a las estéticas kistch y pop con el que las filas reaccionarias pretenden ocultar la vergonzosa dictadura franquista, que deja de lado la gravedad necesaria de otra realidad que nos dice que nuestro siglo XX ha sido expoliado por una memoria y una ficción estereotipada y tramposa. No menos lamentable es que por parte de la izquierda ideológica se haya utilizado esta memoria para arrojársela a la cara a la derecha y no para recordar a los olvidados, hecho del cual se extrae la sensación de que en este tema siguen las reglas del juego que impuso el franquismo, unas reglas que sin duda condicionan el presente y lo perpetúan. Los moldes narrativos de la literatura, del cine y de otros medios han incurrido de forma repetitiva en la recreación de una memoria, más sentimental que ideológica, que este joven narrador se propone dinamitar, y vaya que lo consigue. Y lo hace Isaac Rosa con una novela excelente que desde un comienzo deja clara su necesidad de ser, que pone la gracia, la ironía al servicio de un decidido propósito de llamada de atención a una realidad necesaria. Es éste un relato en el que se palpa una meditada voluntad de no dejarse llevar por las florituras y que entronca directamente con la novelística crítica del último medio siglo, de Marsé a Zuñiga, de Martín Santos a Goytisolo, ampliando los horizontes de aquélla sin dejar de reconocer la herencia que corre por sus venas, ganándose por mérito propio un destacado lugar entre tan honesta corriente literaria. Carlos Vela _____________________________3 El lector iluminado
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) Tanta llum per i l-luminar el desordre El tren de Bagdad, Manuel Forcano Alguien lee lo que otro ha escrito acerca de una ciudad que sólo puede contemplarse desde el abismo de los sueños y pesadillas; esa ciudad que se hace infinita, hasta llegar a ser innombrable no es otra que Bagdad, y aunque destruida una y otra vez por la cólera de sus enemigos, revive ante el maravillado lector que la ve renacer de sus cenizas, de sus diversas muertes. Como si de un lector de Las ciudades invisibles de Italo Calvino se tratara, Jabbar Yassin Hussin recrea la idea de la atemporalidad de la ciudad y se detiene en sus signos existenciales, en su fugas, en sus vacíos cotidianos y por ello, en la colección de cuentos de El lector de Bagdad, Bagdad representa mucho más que un espacio narrativo. Tanto es así que aunque en ocasiones la acción ni siquiera se desarrolla allí, el narrador siempre va en su búsqueda mediante la misteriosa visita de desconocido, unas fotografías guardadas, un manuscrito hallado en un antiguo monasterio o unas piedras fosilizadas; imágenes todas de un recuerdo escondido que se transforma en ritual para evocar la ciudad una y otra vez. A lo largo de la lectura de los relatos Bagdad viene siendo no sólo el lugar de llegada sino el de partida, siguiendo coordenadas que se van difuminando, mientras ella parece escaparse de los andares del narrador y por consiguiente de las manos del lector: "Hay momentos en los que al recorrer las ciudades, no sabemos adónde nos conducen nuestros pies. Siempre me gustó andar por llanuras que se asemejan a las de mi país, a paso lento y con la mente cargada de recuerdos ( )"; así comienza el primer cuento de El Lector de Bagdad, un onírico relato que alude a los mundos de fantasía que crea el lector con el simple gesto de abrir un libro. Un hombre envejecido por la nostalgia pone los pies en lo que había sido su ciudad antes del exilio en tierras europeas y se adentra en una metrópoli nueva, y dado que ésta indómita intenta alejarse para revivir su propia Bagdad con base en su recuerdo. Este narrador-lector decide entonces revestirla de fábula, como si de una princesa hechizada se tratase, para devolverle el honor y la belleza que la hicieron epicentro de Las mil y una noche, y así prodigarle lo que en diferentes siglos saqueadores e invasores le han robado y lo que hoy día la guerra sigue manchando de pólvora y ceniza. De modo que la reminiscencia de la ciudad que está entre el Tigris y el Éufrates es como un imán que magnetiza o repele al caminante: que lo lleva a un diminuto apartamento en Poitiers, o a un cementerio en La Mothe, o frente al mar de Basora, o yendo a parar en una imaginaria ciudad llamada Buenos Aires donde vive un tal Borges. Precisamente en el último cuento de El lector de Bagdad, Yassin Hussin cierra el círculo que nos acerca a otras ciudades y lo hace tomando como protagonista al sabio Averroes, quien parece no haber desaparecido inexplicablemente como nos indica el cuento de El Aleph, sino que cuenta haber estado en sueños en Buenos Aires (una ciudad que nunca ha visto) con la complicidad de un bibliotecario ciego llamado Borges: lector iluminado, capaz de guardar la memoria del mundo en los libros antiguos. Como Averroes, quien busca placer en el sabor de una fruta extraña, El lector de Bagdad se abre a nuestro apetito como lectores, y curiosamente por oscilar entre lo fantástico y lo documental como sugiere el prólogo de Alberto Manguel (conocido por su ensayo Una Historia de la Lectura, muy a propósito del título de este libro), me atrevería a afirmar que junto con Diarios de Bagdad de Nuha Al-Radi, fallecida el año pasado en Beirut, los cuentos del autor de Un ciel assombri d'étoiles y Adieu, l'enfant nos sumergen sabiamente en el pasado prodigioso de esa ciudad, reconstruida bien sea como testimonio de la guerra o como regreso de un largo exilio, en todo caso, un recorrido inacabado. Marcela Restom |
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