índex català mayo - junio n° 48 |
Entre humo y cenizas:Guillermo Cabrera Infante You have all sorts of unexpected gifts and qualities. . . Calificado como uno de los escritores de mayor éxito del llamado "Boom" de la narrativa hispanoamericana, Guillermo Cabrera Infante falleció el pasado mes de marzo en Londres, ciudad en la que se exilió en 1966, tras su ruptura política con el régimen de Fidel Castro. Estas líneas pretenden ser una semblanza del "homme qu' amait l'humour", los cigarros, el cine y la música cubana. Guillermo o "chino" -como lo llamaban algunos por sus resabiados ojos rasgados o aludiendo cariñosamente a su origen guajiro (cubano del campo)- nace en 1929, en Gibara, un pueblo pesquero de la provincia de Oriente. Llega con su familia a La Habana, en 1941, ciudad epicentro de su obra posterior y corazón de sus obsesiones. Años después nos hará respirar su esplín en La Habana para un Infante Difunto (1979), novela en la que se mezclan sus recuerdos de adolescencia y los comienzos de lo que se convertiría en su gran afición: el cine. Guillermo ayuda a su padre en los quehaceres de un periódico y pronto comienza a colaborar en el magazín cultural Lunes de Revolución, junto a Carlos Franqui. Corrige, asimismo, detalles de estilo a la autora de novelas rosa, Corín Tellado, por quien profesa admiración. En Lunes de Revolución conoce muy de cerca a Virgilio Piñera y más de lejos a José Lezama Lima, dos de las figuras centrales de la intelectualidad cubana del siglo XX. A principios de la etapa post-revolucionaria y del cine militante de los sesenta, Guillermo ocupó un lugar destacado, no sólo como fundador de la cinemateca de Cuba, sino como integrante, junto a Tomás Gutiérrez Alea y Néstor Almendros, de uno de los grupos de experimentación audiovisual más interesantes de aquellos años. Interesante como efímero, pues Almendros decide dejar Cuba ante su decepción con la política cultural emergente, que se materializó en la prohibición del documental P.M (1961) en el cual Sabá Cabrera (hermano de Guillermo) y Orlando Jiménez Leal capturaban La Habana nocturna más canalla, por lo que fue considerado una bomba antirrevolucionaria. Para Guillermo éste sería el primero de muchos tropiezos con el gobierno de Fidel Castro que antecedieron a su exilio. De aquella época sobrevivieron multitud de anécdotas recogidas en el compendio de ensayos Vidas para leerlas (1998), donde rinde homenaje a Lydia Cabrera, se despide de su amigo Almendros, da fe del terrible destino de Reinaldo Arenas, saca del olvido a escritores como Calvert Casey y Lino Novás Calvo y dedica unas páginas a Federico García Lorca a su paso por Cuba. Cabrera, entonces, en el camino hacia la oposición más férrea hacia Fidel Castro (nombre cuya sola mención podía hacerlo perder los nervios) ve clausurarse en 1960 el semanario que fundó y dirigió, Lunes de Revolución. Alguna vez recordó que le era "sugerido por alguien de arriba" comentar con gran elocuencia las virtudes de las películas soviéticas que entonces llegaban a Cuba y que lo aburrían, y menospreciar los filmes norteamericanos que poco a poco fueron desapareciendo de las pantallas y con los que gozaba. Varios fueron los sucesos que hicieron progresivo su rompimiento con el régimen cubano e inexorable su camino de 40 años de exilio después de lo sucedido con P.M: el exilio interior al que fue sometido Virgilio Piñera, las sanciones a otros escritores y artistas contemporáneos ("Caso Padilla"), los juicios públicos, suicidios precedidos por el pánico, encarcelamientos y diversas intimidaciones a la libertad individual, fruto de la política cultural del llamado "quinquenio gris", cuya llaga permanece lacerante. Al ser nombrado embajador en Bélgica, Cabrera se considera disidente. Su éxodo personal se hace definitivo en 1965 con un intento fallido de permanecer en Madrid, pues la dictadura de Francisco Franco le deniega la residencia y no tiene más remedio que abrirse paso con su mujer y sus hijas hacia Inglaterra. En su ensayo Mea Cuba, publicado en 1965, explica con detalle aquel tormentoso recorrido. La prensa cubana afirmó recientemente: "era un hombre muy enfermo, viejo, y lleno de odio hacia la tierra que lo vio nacer". Pese a esta lamentable muestra de rencor, en Cuba permanece abierta la polémica sobre si su obra dejó de publicarse a petición del propio autor o por deseo del régimen, quien lo consideró enemigo de la revolución. Precisamente, la frase "Con la revolución todo, contra la revolución nada" pronunciada en el discurso de Fidel Castro, Palabras a los intelectuales, una amenaza al pensamiento libre, le serviría años después a Cabrera para darle la vuelta a la tortilla y afirmar categóricamente: "Con Castro nada, contra Castro, todo". Infante era pues un escritor y un orador elocuente; eso se debió sin duda a la cantidad de sardinas que su madre le dio de comer en su infancia y que le permitió dedicarse de mayor al primero de sus tres máximos placeres: Cine o sardina (1997) y Arcadia todas las noches (1995) son considerados manuales para futuros críticos cinematográficos y representan una incandescente fuente de cinefilia que puede resultar contagiosa. José Luis Guarner, el gran maestro de los críticos españoles, llegó a decir que Infante "se expresa con la autoridad de un André Bazin y la pasión de François Truffaut." El segundo de sus vicios es la música cubana, lo sabe todo aquel que haya sido seducido por los personajes de Tres tristes tigres (1967), que derrochan la nostalgia de la noche habanera de los cincuenta. También está presente en un capítulo inédito de aquella que se convirtió en novela-epílogo: Ella cantaba boleros (1996). Pero no sólo fue el bolero, fue también el latin jazz; aportó su erudición músico-literaria a los discos que recogen la rica tradición musical cubana, como Master sessions (1995) de Israel "Cachao López", prologó la autobiografía del saxofonista Paquito D'Rivera, Mi vida saxual (2001), y asistió con honores al estreno del documental musical de Fernando Trueba, Calle 54 (2000). No es de extrañar que nuestro Infante diga que bachata proviene de Bach o que explique por qué se baila una rumba encima de una tumba. Su último vicio conocido y que le quitaba el mal humor -según dicen los vigilantes del aeropuerto de Heathrow- era fumar. Al tabaco dedica una magistral genealogía en las primeras páginas de Puro Humo (2000), -traducción al castellano de Holy Smoke, publicada en 1985- y que se extiende como un catálogo de anécdotas, de personajes literarios y cinematográficos afines al legendario habano. ¿Pudo el escritor cubano echar su humo colérico a los que le atendieron (o desatendieron) en el hospital londinense donde pasó sus últimos días? ¿Cuál habrá sido la última película que vio? ¿El último armónico que disfrutó? No lo sabremos, pero sí conocemos su último deseo: regresar a su Cuba. Por ello, su viuda guardará sus cenizas hasta que llegue el comienzo de una nueva era. Precisamente en una necrológica de la prensa barcelonesa, Mihály Dés recoge la desdicha de Cabrera al hallarse tan lejos de su Cuba natal: "Sufría la partida como si lo hubieran partido. Ha sido un Ovidio inverso, que en un Londres no exactamente bárbaro lloraba su Roma tropical". Como el protagonista de Goodbye, Mr. Chips, Guillermo Cabrera
Infante fue en busca de su sueño, ahora sólo le queda seguir esperando en el limbo,
mientras sus seguidores echamos nuestro humo al viento para exclamar con voz infantilesca:
¡Adiós maestro Cabrera Infante! |
© Marcela Restom 2005. Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso. |
Carné: Marcela
Restom (Santafé de Bogotá, 1975) es licenciada en Lenguas Modernas por la
Universidad Pedagógica Nacional en Bogotá y doctora Cum Laude en Teoría de la
Literatura y Literatura Comparada por la Universitat Autònoma de Barcelona. Su tesis
doctoral, Hacia una teoría de la adaptación: cinco modelos latinoamericanos, es
un análisis de la teoría de la adaptación literaria al cine, centrada en su evolución
durante las últimas décadas en el cine latinoamericano a través de cinco obras
literarias de la misma procedencia.
Desde 1997 Marcela Restom reside en Barcelona y actualmente es colaboradora de The Barcelona Review y otras revistas culturales españolas. |
navegación: |
mayo - junio n° 48 | |||||||
|
||||||||
www.BarcelonaReview.com índice | inglés | catalán | francés | audio | e-m@il |