Ángel Guinda
Ángel Guinda (Zaragoza, 1948). Reside en Madrid. Libros de poemas: Vida ávida, Biografía de la muerte, Claro interior, Espectral, Caja de lava, (Rigor vitae), Catedral de la Noche, entre otros; Ensayo: El mundo del poeta, el poeta en el mundo. Poética y Manifiestos reunidos en La experiencia de la poesía (Pregunta Ediciones). Su poesía aparece representada en diversas antologías, las más recientes: Antología de la poesía española 1966-2000: Metalingüísticos y sentimentales (Biblioteca Nueva), 4 gatos. Otras voces fundamentales en y para la poesía española del siglo XXI (Huerga y Fierro), Avanti. Poetas españoles de entresiglos XX-XXI (Olifante), Poesía Hispanoamericana actual y Poesía Española contemporánea (Lord Byron Ediciones), Pensar por lo breve: Aforística española de entresiglos, Antología 1980-2012 (Trea). Premio de las Letras Aragonesas (2010) y Finalista del Premio de la Crítica (2011) y Nacional de Poesía (2012).
8 POEMAS
Y
Ya no me falta el aire.
(Ahora respiro tu respiración.)
A tu lado
tengo más sed de fuego que de agua.
A tu lado
todo desaparece menos tú.
(Salgo del mundo cuando entro en ti.)
DESIERTO
Camino
sobre antorchas
de silencio.
Oigo sombras:
son los pasos del sol.
MORIR
Morir es no volver a estar
-a la misma hora-
en los mismos lugares,
con las mismas personas.
No aparecer, cada mañana,
como esa gran luz nueva
disuelta entre las cosas;
dejar interrumpidos los trabajos,
los viajes en punto muerto.
Ajenos a los mares y a los astros.
Morir es estar quietos, sordos,
ciegos, mudos, desaparecidos,
desconectados de todos y de todo,
de nosotros también;
no regresar a casa nunca más.
No emitir ya señales,
recibirlas tampoco.
Morir es no volver.
EL MAR
Mi cabeza es un mar rodeado de montañas
donde ruge el silencio
y las nubes reposan como gaviotas muertas.
Mi cabeza es un mar entre andamios de niebla,
o la gran polvareda de las demoliciones.
Mi cabeza es un mar.
Un mar cuyas ventanas tiemblan como relámpagos
y en sus olas retumba el eco de los soles.
Mi cabeza es un mar de enrona y laberintos
donde agitan sus crines los caballos del aire.
Mi cabeza es un mar. Y en sus puertos en llamas
atracan los volcanes, los recuerdos zozobran.
Mi cabeza es el mar de las detonaciones,
los tambores de humo del adiós y sus ruinas.
Mi cabeza es un mar
o el libro de registro de los derrumbamientos,
los escombros del cielo, los tesoros perdidos.
Mi cabeza es un mar.
Mi cabeza es un mar de emboscadas y túneles,
avalanchas de luz y sed resquebrajada.
Conmoción de lo inmóvil, mi cabeza es un mar.
Mi cabeza es un mar en cuyo fondo claman
los suicidas del agua, los barcos y aviones
acribillados por el horizonte.
Mi cabeza es un mar y, en sus playas, los niños
juegan a ver caer caramelos de fuego
de las guerras de un mundo donde no está mi mundo.
Mi cabeza es el mar donde yo he naufragado.
NO
Soy un claro interior, el porvenir
de una puerta que siempre está atrancada,
la trampa de vivir y ver morir.
Contra la destrucción de la conciencia
bramo, reviento, clavo en Dios los codos.
Soy un zarpazo roto de paciencia.
Una luz que, arañando los escombros,
borra la niebla y sigue hacia adelante.
Un hombre con la sombra hasta los hombros.
Como hambre y bebo sed con todos
los condenados a escarbar la nada.
Esto no es un poema, es un desplante.
Profundamente grito un no rotundo.
Yo no quiero vivir en este mundo.
CAJAS
Lo diría una indígena y tendría razón.
“Ustedes tienen la vida organizada en cajas.
Nacen y les depositan en una cajita,
su casa es una caja, y las habitaciones
son cajas más pequeñas.
Suben a la casa en una caja,
bajan a la calle en una caja.
Viajan en una caja.
Duermen y hacen el amor sobre una caja.
A través de una caja ven el mundo.
Cambian de casa: lo meten todo en cajas.
Los Bancos y las Cajas hacen caja.
Y cuando mueren
les introducen también en una caja.”
Todo está hecho para que encajemos.
Nos encajan la vida.
Algunos no encajamos, y nos desencajamos.
ESCRIBIR
Si me quitan la palabra escribiré con el silencio.
Si me quitan la luz escribiré en tinieblas.
Si pierdo la memoria me inventaré otro olvido.
Si detienen el sol, las nubes, los planetas,
me pondré a girar.
Si acallan la música cantaré sin voz.
Si queman el papel, si se secan las tintas,
si estallan las pantallas de los ordenadores,
si derriban las tapias, escribiré en mi aliento.
Si apagan el fuego que me ilumina
escribiré en el humo.
Y cuando el humo no exista
escribiré en las miradas que nazcan sin mis ojos.
Si me quitan la vida escribiré con la muerte.
[DE NIÑO YO VEÍA EN ZARAGOZA…]
De niño yo veía en Zaragoza rinocerontes con cabeza de hombre, hombres con cabeza de pistola, hombres con cabeza de falo, hombres con cabeza de copón, hombres con cabeza de mardano, con cabeza de buey, de jíbaro; hombres cabezones, cabezudos, hombres con la cabeza en los pies. Ovejas con cabeza de mujer, mujeres con cabeza de cuna, mujeres con cabeza de cierva, mujeres con cabeza de fogón, mujeres con cabeza de basílica, con cabeza de virgen, de holocausto; mujeres con cabeza de piedad, mujeres con la cabeza entre las manos. Manadas de mujeres y de hombres con cabeza sin ojos, boca, orejas, nariz. Hombres y mujeres sin cabeza. Y cabezas rodando por las calles.
© Ángel Guinda
©Foto: Lucia Paprckova
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