En principio, los “Encuentros 080”, que se celebran en la ACEC, nacen gracias a unos diálogos con José Luis Giménez-Frontín, que me animó enseguida a presentar esta propuesta a la correspondiente “Comisión de cultura”. El nombre, con el código de correos "080", es también un pequeño recuerdo a la revista "Poesía 080" (hoy interrumpida), a Barcelona y a Correos, cuyos distritos postales (para destinatarios presentes y ausentes) siempre me han asombrado y cautivado, hasta la perplejidad. (Distritos postales para ausentes es el título de uno de mis libros). En fin, técnicas y lenguaje de Correos.
“Encuentros 080” quiere ofrecer a los poetas y al público un espacio donde se borren las fronteras (incluso las físicas), que generalmente nos separan a unos de otros, al autor de los lectores. Y también borrar las fronteras temáticas y permanecer en el límite de los géneros (poesía, prosa...). Es decir, en esa zona limítrofe, como diría Eugenio Trías, por donde se mueve el artista contemporáneo. Sería, pues, un lugar de encuentro, no rígido, in-formal en el sentido vanguardista, un espacio donde todo pudiera ser replanteado de nuevo, una y otra vez, con tal de reducir a claridad “las sombras de duda y sospecha”, esto es, las incertidumbres del público asistente y de los propios autores. Y, sobre todo, cuestionarnos el sentido y el valor real de lo correctamente cultural, de lo correctamente criticado y aceptado ética y estéticamente. Un espacio fronterizo, haciendo equilibrios en el límite, en busca de claridad en el concepto, y de libertad en la creación.
Pondré un ejemplo conceptual -imitando un poco a Ezra Pound- que a menudo debatimos, e ilustra el espíritu y la técnica de los “Encuentros 080”:
¿Tiene aún sentido escribir en verso como en los tiempos homéricos, presocráticos, cuando ya ni muchos poetas saben muy bien escribir en verso y tampoco leerlo musicalmente, evitando la nefasta cantinela del rapsoda de antaño?
¿Qué sentido tiene, cuando el verso ya ha perdido aquella función mnemotécnica y musical que ayudaba al recitado poético? ¿Qué sentido, cuando el poema ya no es canción como en los trovadores, en los juglares? De ahí que hoy, por fortuna, los poetas más jóvenes recuperen el decir de la canción, llevando otra vez el poema a la música callada, pero cantada, a ese territorio poético donde el verso vuelve a adquirir su antiguo sentido y valor musical, modernizándolo (ahora más atonal). Y para quien no quiera o pueda cantar, siempre le quedará el gran hallazgo del poema en prosa, con su ritmo prosificado.
Y una cuestión política de poetas:
¿Cuál era el motivo, la razón exacta por la cual Platón había previsto expulsar a los poetas de su utópica República?
¿Cómo se explica que él, Platón, que no dejaba de ser un filósofo poeta, llegara al final de sus meditaciones a la sorprendente conclusión de que lo mejor para la República, para el buen funcionamiento de la Utopía ciudadana, era que los poetas fueran expulsados de su seno y vivieran a extramuros, otra vez en la frontera?
Culpa a los poetas de rebajar en sus cantos la categoría de los dioses y semidioses y mezclar las vidas divinas e inmortales con las de los mortales (disculpa a Homero, pero no del todo). Considera que tales obras no son ejemplares, que no son dignas de ejemplo las epopeyas e imitaciones literarias que los poetas hacen de los dioses y sus mitos, mezclándolas con los sucesos humanos. Pero, me pregunto, ¿fue ésta realmente la única causa que le hizo pensar que lo mejor para la sociedad, lo más práctico para el buen funcionamiento de la misma era expulsar a los poetas de su República? ¿Por miedo a la creación, a la imaginación que todo lo revuelve, que todo lo cuestiona y replantea? O bien, ¿acaso estaba pidiendo otra clase de poetas, que no se limitaran a hacer malas imitaciones de los Dioses, Semidioses y Héroes, y que se decidieran de una vez a cantar a la tierra, al hombre, sin tantas divinidades ni mediadores en la frontera de lo conocido y lo desconocido? ¿No era también una exigencia ética y estética la que estaba insinuando Platón al querer “desembarazarse” de las pretensiones sacras de los poetas en sus poemas, y situarlos de nuevo en la frontera, en el límite? ¿Por una nueva poesía? ¿Por un nuevo espacio poético?
Pues bien, ésta es una de las funciones de los “Encuentros 080”: un espacio abierto, fronterizo, donde poder cuestionar lo aceptado, merodear por el límite de la ética y de la estética, revolviéndolas por arriba y por abajo, en busca..., en busca siempre.
© Albert Tugues para TBR/ agosto 2009
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