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Diáspora

 

Hace poco más de cinco años publiqué un artículo sobre autores extremeños en la diáspora, por citar un término que empleó José María Cumbreño. En ese texto de Cumbreño, que tomé como punto de partida, rebatía algunas de sus afirmaciones y ponía de relieve el acierto en otros matices con los que estaba completamente de acuerdo. Por ejemplo, cuando señalaba que la literatura extremeña es lo que es, hoy día, gracias a la labor de algunos autores. Si en los ochenta esos mismos escritores se hubieran ido de Extremadura, eso que tenemos en la actualidad sería distinto. Un panorama desolador, desértico, estoy casi seguro. Hablaba de escritores que no solo compusieron su obra allí, sino que participaron o ayudaron a que otros iniciaran su propia carrera literaria. ¿Cómo lo hicieron? A través de antologías serias, planes de fomento a la lectura, presentaciones, aulas literarias, etc. Entre ellos, claro, Álvaro Valverde y Ángel Campos Pámpano, a los que se podrían añadir otros autores como Gonzalo Hidalgo Bayal, Javier Pérez Walias o el magisterio de la Universidad de Extremadura, desde donde impartían clases, entre otros, Ricardo Senabre, o siguen impartiendo, como Miguel Ángel Lama. Cito unos pocos nombres de una lista mucho más amplia. Escritores, profesores o críticos que pusieron a Extremadura en el mapa literario peninsular, sin complejos, sin prejuicios. Una muestra de su buen hacer es la estupenda consideración que tiene la Editora Regional de Extremadura, de la que he escuchado muchas veces que se trata de la mejor editorial pública española (y eso a pesar de su distribución). Todo ello ha generado un caldo de cultivo absolutamente enriquecedor. Algunos amigos de Barcelona, también escritores, me hacen constar eso mismo: que les produce cierta admiración lo que se ha ido gestando, literariamente hablando, en Extremadura. Y que ojalá contaran ellos también con ayudas a la edición y a la creación o que hubiera una editorial pública, seria y bien editada, que les sirviera de puerta de entrada. Sí, la cosa ha empeorado. Aquí hablo de lo que ocurría hace unos años. Esas ayudas, desgraciadamente, se volatilizaron.

 

Con todo, hoy recogemos lo que se sembró en los ochenta. Un ejemplo: charlando el otro día con un poeta barcelonés, que tiene en mente la elaboración de una antología de poesía extremeña contemporánea, me habló, bote pronto, de unos veinte autores. Que alguien, en la otra punta de la península, conozca ese número de escritores extremeños es para felicitarse. O para felicitar a los que han participado en la creación de esa cantera.

 

Comenzaba citando a Cumbreño porque había publicado en su blog, (Casi) diario, una relación de autores jóvenes extremeños que no vivimos en Extremadura. Una diáspora, lo llama. Lo escribía desde la seriedad, el rigor, la sinceridad, y también con un cierto tono crítico, que aún le perdura. Me citaba a mí entre ellos, aunque mi caso, quizás, sea diferente. Nací en Plasencia pero a los nueve días ya vivía en Barcelona. Regresé diez años más tarde. Lo que ocurrió hasta volver a marcharme, en el año 98, visto ahora con perspectiva, lo juzgo como un aprendizaje fundamental. Por las presentaciones a las que asistí, por el aula José Antonio Gabriel y Galán. No sería exagerado decir que mi primera educación literaria fue extremeña. Es así. Si además de eso hubiera contado con un espacio como La Puerta de Tannäuser, que abrió mucho después de que me fuera, mi formación hubiera sido infinitamente mejor de lo que es hoy en día.

 

Termina el citado artículo de Cumbreño con una frase muy significativa: «aquí cada talento que se nos escapa supone una pérdida enorme». Puede que no le falte razón. Ahora bien, por lo que sé, por las conversaciones con otros autores que viven fuera, me consta que ese interés por la literatura extremeña no se ha evaporado. Diría que todo lo contrario. Cito un ejemplo personal y recupero una revista, Kafka, hoy desaparecida y de la que formaba parte como uno de sus miembros fundadores. En ella, casi un tercio de los autores que incluimos  (en poesía, relato o crítica literaria) eran extremeños. Y en Quimera, otro caso que conozco, es significativa también esa nómina de autores placentinos, pacenses, cacereños o de cualquier punto de la geografía extremeña. Es decir, hay autores y propuestas más que suficientes. En narrativa, por ejemplo, hay vida más allá de unos cuantos escritores de sobras conocidos. Hay vida más allá de Javier Cercas, Luis Landero o Jesús Carrasco. Y no pienso solo en Gonzalo Hidalgo Bayal o Eugenio Fuentes, dos de los nombres que suelen salir en la lista inmediatamente. Nos basta con echar un vistazo al catálogo de la editorial De la luna libros para hacernos una idea. O a otros muchos recuentos o proyectos culturales. Eso sí, no seré yo quien los cite, porque corro el riesgo, afortunadamente, de olvidarme muchos nombres. Y ese olvido, aunque parezca lo contrario, es un síntoma de la buena salud de la literatura extremeña. Vivamos allí desde dentro o desde fuera. 

Barcelona, abril de 2018

 

© Álex Chico

 

ChicoÁlex Chico (Plasencia, 1980) es licenciado en Filología Hispánica y DEA en Literatura Española. Ha publicado la novela de ensayo ficción Un final para Benjamin Walter (Candaya, 2017), al que pertenece el presente fragmento; el cuaderno de notas Sesenta y cinco momentos en la vida de un escritor de posdatas (La Isla de Siltolá, 2016); el ensayo Un hombre espera (En su tinta, 2015) y los libros de poemas Habitación en W (La Isla de Siltolá, 2014), Un lugar para nadie (De la luna libros, 2013), Dimensión de la frontera (La Isla de Siltolá, 2011) y La tristeza del eco (Editora Regional de Extremadura, 2008), además de las plaquettes Escritura, Nuevo alzado de la ruina y Las esquinas del mar. En 2016, la editorial chilena Andesgraund publicó Espacio en blanco, una antología que reúne parte de su obra poética desde 2008 hasta 2014. Sus poemas han aparecido en varias publicaciones (Turia, Espiral, Cuaderno ático, Suroeste, Litoral, Estación Poesía, Librújula o Paralelo Sur, entre otras), y en diferentes antologías (Punto de partida. Jóvenes poetas en España, UNAM; Matriz desposeída. Últimas voces de la poesía extremeña, El Brocense; Todo es Poesía en Granada, ed. Esdrújula; Antología de poesía joven: Doce nuevos poetas, revista Alga; Piedra de toque, Editora Regional de Extremadura). Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios, como Ínsula, Cuadernos Hispanoamericanos, Nayagua, El Cuaderno, Excodra, Revista de Letras, Clarín o Ex Libris. Fue cofundador de la revista de humanidades Kafka. En la actualidad ejerce de profesor en un instituto de El Prat (Barcelona) y forma parte del consejo de redacción de Quimera. Revista de Literatura.
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