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número 14
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The Lazarus Rumba por Ernesto Mestre: Picador (U.S.) 1999 La primera novela de Ernesto Mestre es la historia de un desmoronamiento. El de la sociedad cubana a partir del proceso que se inicia con la toma del poder por Fidel Castro y la consiguiente imposición de su régimen unipartidista y autoritario; aunque es pertinente decir que, por suerte, el verdadero tiempo de esta obra es el de la imaginación. Este desmoronamiento (tumultuoso, traspasado de música y abyección( se nos ofrece a través de las azarosas vidas de los miembros de la familia Lucientes y de los personajes que giran alrededor de ella, conformando una trama que deviene arquetípica en lo que al destino de la institución familiar cubana concierne. Miedo y desasimiento, desarraigo y muerte, fuga y desasosiego, odios y venganzas, sumisión y miserias, crímenes y vilezas son sus coordenadas. Alicia Lucientes es el personaje principal de esta saga de resonancias épicas; y su eje. Casada con Julio César Cruz, un comandante de la Revolución, que es acusado de traición, condenado a muerte, perdonado y luego asesinado intentando escapar por la Base Militar Norteamericana cerca de Guantánamo; vive el resto de su vida bajo ese estigma. Su primo Héctor, con el cual mantiene una relación incestuosa, es condenado a un campo de trabajo forzado (la UMAP, de infamante recuerdo; creada en la isla a mitad de la década de los sesenta) para homosexuales, donde es asesinado. Ella a su vez, es condenada a una especie de centro de rehabilitación para desafectos, en Isla de Pinos, donde perece. No hay que prestar mucha atención a la sugerencia (propiciada por la escueta descripción de la trama(- de que estamos ante una novela eminentemente política. The Lazarus Rumba está muy lejos de eso, aunque como cualquier texto vivo refleje también una situación política. Esta novela coral y polifónica es una novela sobre el amor, la fantasía redentora, el poder de la magia; una novela sobre la poesía y la palabra como posibilidades de salvación, en contraposición a la brutalidad y la estupidez desencadenadas por los fanatismos y la intolerancia: es decir por el Mal. The Lazarus Rumba es una obra escrita con riqueza argumental e imaginería desbordante, dominio del idioma, control de la historia y un atrevimiento que sólo suele estar presente en escritores de verdadero y natural talento. Al leerla tuve el placer de encontrar un narrador nato; el primero surgido después de Reinaldo Arenas en la literatura cubana. Estamos ante una novedosa y original manera de contar (que es siempre inventar) la historia reciente de Cuba, partiendo de los años cincuenta, momento en que ocurre la perdida de la inocencia del personaje principal, Alicia Lucientes, gracias a los hechos que rodean la muerte del padre, prototipo de la hipocresía y el machismo imperantes en las familias cubanas de clase media de la época (y de ahora). The Lazarus Rumba aborda, sin concesiones y con considerable desenfado, el poco tratado y difícil tema del carácter eminentemente homosexual, de la ambigüedad sexual del cubano, y lo hace con elocuencia, gracia, sentido del humor y profundidad. Mestre se las arregla para crear un ambiente exuberante, sensual y decadente dentro del cual casi todo es posible: personajes fantásticos, tales como Atila y Paco Fortunato, dos gallos (super)dotados con características humanas y hasta milagrosas, cuyas correrías el autor relata con sabrosura y ritmo que descubren un narrador excepcional; en ese ambiente de lograda plasticidad y de poderosa construcción que es, a fin de cuentas, el gran protagonista de The Lazarus Rumba, la convulsa historia de pasión en torno a una bañera adquiere rangos legendarios; y un pueblo de suicidas en las cumbres de la Sierra Maestra, trapecistas voladores con tres ojos (uno de amatista) entrenados por el mismísimo Demonio, un campesino con un falo en el ombligo que provoca nevadas, una entrenadora egipcia de gallos de pelea (uno de ellos, bugarrón e intérprete magistral de Mozart) y otros personajes y subtramas fabulosas se integran con naturalidad a la descarnada historia de decadencia y muerte de la familia Lucientes. La novela de Mestre reinventa una isla mágica (sin que deje un momento de ser siniestra) y cambiante, que transcurre entre paisajes y voces que oscilan y se superponen, que gimen y cantan el destino de un grupo de seres atrapados por la Historia; voces y paisajes (humanos y geográficos) que nos atrapan, que nos hacen reír o llorar, sufrir o maravillarnos; pero que siempre exaltan y nos extrañan (en el sentido que Harold Bloom da a esta última palabra cuando habla de consideraciones estéticas(, al ser convertidos en buena literatura. Los personajes de The Lazarus Rumba, poderosos y bien delineados, pertenecen a la clase de los que trascienden, de los que se incorporan a la vida del lector y permanecen en ella largo tiempo. El maravilloso gallo Atila (quizás la más poderosa presencia del libro) o el siniestro El Rubio (una especie de encarnación de la violencia, la corrupción y la bajeza humana en el poder), por citar sólo dos ejemplos, tienen una consistencia y una fuerza verdaderamente admirables. En esta tragedia tropical, donde el horror adquiere ribetes circenses, de hecho el circo es un escenario importantísimo dentro de la trama, están presentes las influencias más directas de Mestre (Reinaldo Arenas y Guillermo Cabrera Infante(, pero bien asimiladas, y no dudaría en afirmar que con esta novela el autor alcanza esa difícil meta para cualquier escritor que es expresarse con voz propia. La novela, cosa curiosa, es una pieza eminentemente cubana (sobre todo en el sentido rítmico), a pesar de estar escrita en inglés. Conste que hablo aquí de la cubanidad sólo en el mejor sentido: en el de universalizar individualizando. En el de trascender una idiosincrasia hurgando en ella. Como hace en el fondo toda verdadera obra de arte. Antes mencionaba la exuberancia del ambiente narrativo en The Lazarus Rumba; es bueno señalar que esta exuberancia es también su punto flaco. El autor, a tramos, hace evidente que no ha aprendido aún que la belleza no es exceso sino exceso domado. Es lo que hace una frase de un personaje shakespereano más bella (en el sentido de misteriosa universalidad) que toda una novela de Balzac. Cuando controle sus demonios, si lo consigue, debemos esperar de Ernesto Mestre una gran novela. Por ahora, con The Lazarus Rumba, nos ofrece la mejor novela cubana escrita en español o inglés en la última década. No es poca cosa. crítica por Juan Abreu Débil es la carne: Correspondencia Veneciana (1816-1819): Lord Byron Selección: Jaime Gil de Biedma. Traducción: Eduardo Mendoza. Tusquets (Spain, 1999) La historia de esta antología de cartas de Lord Byron figura en el prólogo de Eduardo Mendoza: en 1989 Gil de Biedma envió a Tusquets una selección de cartas de Lord Byron que él mismo había hecho a partir de los doce volúmenes de cartas y diarios del escritor inglés. La enfermedad impidió al poeta catalán acabar el proyecto, que ahora termina el novelista Mendoza, traduciendo y prologando la selección. Aparte de su afición por Byron, se desconoce la idea de Gil de Biedma al escoger estas cartas y no otras. Quién sabe porqué, además, escogió la estancia de Byron en Venecia (que duró cuatro años, largo tiempo en quien apenas vivió treinta y seis( para esta antología epistolar del autor de Don Juan. Quién sabe, pero el experimento tiene fuerza. Al cabo de las primeras diez cartas (el libro contiene más de ciento cincuenta( el lector ya está inmerso en la ilusión, quizá cierta, de contemplar de cerca la vida del poeta en aquel su semiexilio en Italia. De cerca: así es como "deben verse las cosas al menos una vez" (dice Byron en una carta luego de narrar la decapitación de tres condenados, vista por él a través de unos anteojos de ópera). Los temas y destinatarios de las cartas seleccionadas son contados. Augusta Leigh, medio hermana a la que Byron reitera sus odios contra su ex esposa y sus angustias más íntimas. La ex esposa, Lady Byron, a quien confiesa el rescoldo que sobrevivió al incendio del matrimonio, sin hablarle también de la aversión que también siente, ahora, hacia ella. Thomas Moore, Douglas Kinnard y John Hobhouse, amigos a quienes cuenta historias, las más interesantes, oídas o vividas por él en la Venecia de aquella Europa napoleónica. John Hanson, abogado instruido por Byron, una y otra vez, ya para impedir que Lady Byron sacara a su hija Ada de Inglaterra, ya para vender tal o cual propiedad y saldar deudas. John Murray, editor con quien discute los envíos, ediciones y pagos de sus obras de aquel entonces (Manfred, partes II y IV de Childe Harold, Lamentación de Tasso, primeras partes del Don Juan, etc.), así como sobre las críticas a él u otros en los periódicos de Inglaterra. Ante John Murray, Byron chancea y se vanagloria de esta suerte: "Olvidé decirle que en Bolonia (célebre por producir Papas, pintores y salchichas) vi una galería de Anatomía donde hay muchas figuras de cera en las que las partes vergonzosas de ambos sexos se exhiben con gran verismo, todo hecho y moldeado por una profesora de sexo femenino cuyo retrato y méritos allí se exponen. La parte masculina de su obra me pareció que no decía mucho a favor de su imaginación, o al menos de los Originales italianos, pues estaba considerablemente por debajo de nuestra concepción septentrional de estas cosas y de las dimensiones correspondientes al asunto, tanto más cuanto que el muestrario femenino caía un poco en el extremo contrario (lo que también es pura envidia, al menos según mi propia experiencia y observación a este lado de los Alpes y a ambos lados de los Apeninos". Y deslumbra con fragmentos mitad Rimbaud mitad Borges como éste (al mismo Murray): "Recuerde, sin embargo, que yo de pintura no sé nada (y que la detesto, a menos que me recuerde algo que he visto o que creo posible ver( por lo cual aborrezco y escupo encima de todos los santos y temas de la mitad de las imposturas que veo en las iglesias y palacios. Cuando estuve en Flandes, nunca sentí más asco que con Rubens... Y en España no me parecieron gran cosa Murillo y Velázquez. Tenga por seguro que de todas las artes, ésta es la más artificial y antinatural, y aquella en la que más se ha impuesto la estupidez de la humanidad. Jamás vi una pintura o una estatua que llegara a una legua de mi idea o de mi expectativa. En cambio he visto muchas montañas y mares y ríos y paisajes (y dos o tres mujeres( que las sobrepasaban en mucho (así como algunos caballos: y un león (en casa de Veli Pachá) en la Morea y un tigre en una cena en el Exeter change". El período que abarca la selección de Gil de Biedma muestra, pues, en perspectiva a través de fragmentos, la vida de Byron en una docena de escollos vitales: familiares, editoriales, financieros, eróticos, poéticos, etc.. Y su lectura, amén de divertida, instruye sobre la vida del poeta tanto como sobre la de Venecia de principios del XIX, tan pero tan distinta, y mucho más relajada (en ambos sentidos de la palabra) que la de esta Europa de fin siglo y milenio pagada de sí, en su creencia ridícula de ser el mejor de los tiempos y los mundos posibles. crítica por Daniel Attala Mi hermanita Magdalena por Elena Garro: Editorial Castillo (México, 1999) México es un país que produce mitos. Desde la aparición de la Virgen de Guadalupe hasta la vida y obra de Frida Khalo, la producción de mitos femeninos se ha movido entre los extremos de la santidad y la perversión. Ocasionalmente encontramos figuras en cuya leyenda se mezclan ambos ingredientes, una de ellas es Elena Garro, ejemplo de mujer fuerte y a la vez víctima del amor y del poder. A casi un año de su muerte la aparición de la única novela inédita de la narradora mexicana contribuye a correr el velo que ha caído sobre los últimos años de su vida, transcurridos lejos de su país natal, entre el temor y al abandono, el autodestierro y el olvido. Mi hermanita Magdalena contó con el trabajo de edición de Patricia Rosas, profesora mexicana radicada en Estados Unidos. Gracias a su cuidado, las páginas que hoy leemos llegan al lector para brindarles un relato entretenido que, si bien carece de la maestría de las obras anteriores de la autora, reportará un rato divertido al lector común, y nuevas luces sobre la biografía de Garro a aquellos que siguen su producción literaria. Como señala la profesora Rosas: "La vida de Elena Garro guarda un paralelo con Magdalena (la protagonista de la novela); en reacción a su familia y a la de Octavio Paz, ella se casó con él secretamente siendo menor de edad, dejó la universidad, y resintió su matrimonio enseguida", por otra parte, Rosas apunta que "las descripciones de la persecución revelan la experiencia persecutoria que padeció Elena Garro a raíz de su participación en el movimiento estudiantil de 1968 en su lucha por democratizar México". Claro está, como se explica en el prólogo, que este proceso de identificación debe decodificarse a partir de las claves literarias que usa Garro como son, "la cultura cinematográfica, el humor cargado de ironía y la intertextualidad". En efecto, el argumento de la novela se estructura básicamente sobre las peripecias de la persecución que sufren dos muchachas de familia rica y conservadora en México: Estefanía, la narradora, y su hermana Magdalena, la protagonista. Esta última se ha lanzado al mundo de la aventura al casarse, en oposición a su familia, con Enrique, un joven casi desconocido para ella que está implicado en negocios turbios. Fruto de su matrimonio será la fuga del hogar paterno, el viaje a París, y el posterior estado de desasosiego y peligro (no me queda claro si imaginario o real) que sufre Magdalena y del cual trata de rescatarla su hermana Estefanía que acude en su ayuda. Ambas tratarán de huir del peligro trasladándose a Ascona, un pueblo Suizo en el que sucederán truculentas aventuras que revelan los invisibles tentáculos de Enrique que no se resigna al divorcio. Como añadidos a esta situación ficticia, con ecos de autobiografía, aparecen algunos elementos contextuales de la época histórica en que se sitúa la novela: los 60. Así, el conflicto francés-argelino y la Guerra Fría forman parte del amenazante telón de fondo en que se mueven las hermanas en Europa. Por último, añádase la utilización de referencias a Crimen y castigo, de Dostoyevski, como libro de cabecera de Estefanía y guía moral en su convicción de que un crimen paga otro. Mediante alusiones a escenas muy conocidas de esta gran novela, Garro trata de crear un paralelismo entre ambas en lo referido al aspecto detectivesco que comparten si bien con infinita distancia. Sin embargo, precisamente esta mezcla de intertextualidad, biografía ficcionalizada y hechos históricos verídicos deja la imprecisión de un argumento abocetado, en el que el ritmo narrativo no logra definirse. Igualmente sucede con el tono. Si bien lo frívolo es por supuesto totalmente aceptable, y nada hay que reprocharle a Garro por su uso, sí se resiente su abuso cuando homogeniza el nivel de conflicto de los incidentes de la persecución por motivos personales, las muertes por el terrorismo argelino en París y los debates ideológicos procomunistas en Europa. ¿Parodia por parte de Garro de la actitud comprometida y reflexiva que asumió Paz en los 60? No tenemos modo de penetrar en las secretas intenciones de la autora, pero este puede ser un modo de leer el efecto de frivolidad intencional que deja la novela. Vale añadir, como apoyo a esta teoría, que una vez más como en la novela Recuerdos del porvenir y algunos cuentos de La semana de colores, Garro escoge como narradora la voz de una adolescente y circunscribe a su punto de vista el mundo que presenta. Vista así, Mi hermanita Magdalena es también una novela de aprendizaje, el recuento de una mirada asombrada, y en este sentido, podría recordarnos la experiencia de Garro: el matrimonio nunca es el camino más corto para la liberación femenina. crítica por Madeline Cámara |
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