ÍndiceNavegación

índex     septiembre - octubre 2001  num 26

!| biografía

¿Quién nos traduce? o El lugar de la verdad en el discurso

Fragmentos del capítulo primero de
El saber del traductor, de
Amalia Rodríguez Monroy

 

Y quedó Moctezuma admirado e ver la lengua de Marina
hablar en castellano y cortar la lengua, según que informaron
los mensajeros al rey Moctezuma; de que quedó bien admirado
y espantado Moctezuma se puso cabizbajo a pensar y considerar
lo que los mensajeros le dijeron.

Hernando Alvarado Tezozomoc

 

Traidor, faraute, trujamán, lengua, espía, delator, agente doble, voyeur, cómplice, traducidor, son algunos de los fantasmas en que el discurso común ha conjurado a lo largo de la historia el recelo –disfrazado de olvido y menosprecio- que suscita en toda comunidad cultural la figura del traductor-intérprete. Para la cultura hispánica esos fantasmas tuvieron su encarnación histórica en La Malinche, esa mujer que -¿por amor?- entrega a Cortés los secretos de los suyos. Por amor y conveniencia, como se desprende de las crónicas; pues, cuando Cortés descubrió los merecimientos de Malintzin, «la tomó aparte y el prometió más que libertad si le trataba verdad entre él y aquellos de su tierra, pues los entendía, y él la quería tener por su faraute y secretaria».

Deja así de ser esclava y concubina de un conquistador para convertirse en su lengua, como denominaban metonímicamente en las crónicas al mediador, conocedor de los usos lingüísticos vernáculos y foráneos (¡curiosa posición la del políglota, ese nómada que inspira nuestra reflexión!). Tan rutilante ascenso social es para doña Marina –que así también la llamaban- un logro debido, según Bernal Díaz del Castillo, a que es «de buen parecer, entrometida y desenvuelta», cosa que no hemos de olvidar cuando ahondemos más adelante en esa figura de la «alcahueta de América» que aquí asociaremos a esa magna empresa traductora que fue la conquista del llamado -¡contra toda evidencia!- «Nuevo Mundo».

Pero, de momento, retengamos sólo la condición que impone Cortés a la mujer. Tenía que ser veraz en su mediación; sería liberada... «si le trataba verdad». En la cláusula se revela el temor a ser engañado. La dependencia en que su posición mediadora coloca al otro es, sin duda, una dimensión importante de se miedo al traductor. Al fin y al cabo, es quien tiene en sus manos el sentido, quien hace posible al otro el acceso a la significación. De ahí que esa leve, aunque sine qua non, presencia de la verdad en el contrato del intrépido conquistador, cuya aspiración es adueñarse de gentes y territorios, sea ya un síntoma de lo que está en juego en toda traducción; sobre todo si tenemos en cuenta que también la traducción es un acto de conquista, de apropiación de lo otro. Acto que, como Benjamin sabe bien, no excluye la violencia ni la arbitrariedad.

¿Es la verdad de su mediación lo que hace «fiable» al traductor? Lo curioso es que las fórmulas que han disfrazado esa exigencia –implícita, por otra parte, en todo acto discursivo- han hecho siempre referencia a su manifestación más visible, en condiciones, además, de franca disimetría: se exige al traductor que sea fiel. El término nos devuelve, no al espacio de la verdad, sino a un territorio si cabe más conflictivo, al del amor. (...)

Pero, no vamos a perseguir todavía las múltiples resonancias presentes en todos los significantes que remiten a la traducción. Nos limitaremos a señalar que, en efecto, si hemos de entender la metáfora en el valor de síntoma que Lacan le asigna, lo que está detrás de todo ese mundo de sustituciones y desplazamientos del sentido es una de esas verdades que el discurso busca enmascarar, aunque el pensamiento lacaniano –que orientará a menudo nuestra búsqueda. Haya encontrado los modos de señalar el lugar fundante que ocupa en el orden cultural. (...) La traducción, como metáfora que es de todo acto de conocimiento, apunta necesariamente a la ausencia de un significante Uno, un todo de la significación. Nos muestra que no existe la posibilidad de hacer de dos textos uno; por eso, en su orden de jerarquías, reflejo de lo no-dicho por nuestros discursos, reserva el valor máximo de unidad para el texto original. El todo (imaginario) del lenguaje se contrapone al no-todo (real) de la lengua, que aquí llamaremos, con Lacan, lalengua. (...) Entretanto, la traducción sigue subsistiendo en la invisibilidad más absoluta, a pesar de mostrársenos, desde su reverso, como central en la relación del ser parlante con el lenguaje. Sumida en esa oscuridad del no-querer-saber en que el orden cultural la enmascara, nos preguntaremos en estas páginas qué insoportable verdad viene ese olvido a encubrir.

A lo largo de esta reflexión, nuestro interés va a centrarse, pues, en esos límites que la verdad impone al sujeto, es decir, a su discurso. Y en ese límite la traducción aparece paradójicamente como el lugar privilegiado de toda indagación sobre nuestros modos de significar, de otorgar sentido a nuestro ser de discurso. Así, de revisar el viejo ideal de «fidelidad» nos llevará, por diversos caminos, a descubrir la tautología que encierra; la paradoja en que coloca al propio traductor. Entre la necesidad de «transformar» el texto -¿no es lo que supone traducirlo?- y la obligación de mantenerlo idéntico -¿no es eso lo que significa «serle fiel»?- se sitúan multitud de preguntas que son siempre las preguntas de un sujeto ante tal enigma del lenguaje, ante lo inabarcable del sentido. (...)

Nuestro recorrido por los problemas de la traducción se inserta en esa misma encrucijada de saberes [los planteamientos bajtinianos] para contemplarlos desde sus fronteras y localizar desde ahí el lugar que el traductor ocupa, aun en su invisibilidad. La visión benjamiana de la tarea traductora como algo que ha de trascender la coyuntura concreta –e imaginaria- del discurso para abordar el problema del lenguaje, aunque en exceso nostálgica de un origen de unidad, será otro camino, otra vía de aproximación a la cuestión de la verdad. Su «lenguaje puro» es un modo de reivindicar ese espacio vacío de no-saber en que la verdad se engendra.

No espere, pues, le lector encontrar en estas página un recorrido más por los esquemas y modelos de la traductología. Nuestro diálogo con las teorías de la traducción estará marcado por la polémica. En el centro de esa polémica hay una pregunta: ¿qué lugar asignan al sujeto traductor, a su experiencia? (...) Si la verdad de Benjamin no habla de muerte es para decir, en un mismo movimiento dialógico, que la traducción es supervivencia, un modo de restituir a la historia una dimensión simbólica que el arte permite configurar. Un modo, añadimos nosotros, de otorgar nueva vida –otra vida- a un texto cuando en él hemos sabido reconocer el texto mismo de nuestra experiencia.

 

© 2001 Amalia Rodríguez Monroy

Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
biografía: Amalia Rodríguez Monroy. Profesora titular de traducción y literatura anglosajona en la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, ha enseñado también en las universidades de Princeton, Nueva York y Autónoma de Barcelona. Conocida traductora de poesía, es autora de La poética del nombre en el registro de la autobiografía (1997) y La huelga de la cultura. Cuatro ensayos de ética y literatura (1998), además de numerosos artículos de teoría de la traducción y teoría de la cultura. En la actualidad prepara una traducción de la poesía de Emily Dickinson. Los fragmentos aquí reproducidos, con permiso de la autora, están extraídos de su último libro, El saber del traductor. Hacia una ética de la interpretación, Barcelona, Montesinos, Colección Ensayo.

navegación:    

  número 26  septiembre - octubre 2001 

-Narrativa Des Dillon: La gallina azul
Jim Ruland: Kessler no tiene pantalones de la suerte
John Aber: Ciudad de esperma
Daniel Gascón: El congreso
-Poesía Neus Aguado
Fernando Hervás
-Artículos Eloy Fernández Porta: Retórica y punk en el relato...
Amalia Rodríguez Monroy: El saber del traductor
Miguel Martínez-Lage: Tarazona 2001

-Reseñas

Samuel Beckett, Amalia Rodríguez Monroy
-Secciones
  fijas
Breves críticas (en inglés)
Ediciones anteriores
Entrega de textos
Audio
Enlaces (Links)

www.BarcelonaReview.com  índice | inglés | catalan | francés | audio | e-m@il