índex enero - febrero 2002 num 28 |
La orgía de la libertad La
vida sexual de C.M.,
Nadie parece recordar el libro Sex (1992), de Madonna, desdeñado por la crítica dadas las innumerables y controvertidas estratagemas comerciales a las que, gracias a ese inconfundible olfato para el escándalo, la reina del pop nos tenía acostumbrados. Lo cierto es que, para desgracia del texto, la controversia lo ensombreció, y los medios solo atinaron a regocijarse con fotografías que mezclaban exhibicionismo y orgía. Pero Dita, protagonista de Sex, en cuya voz se reproducen fantasías y reflexiones sexuales diversas, suscita comparaciones fundadas con Catherine Millet, protagonista y autora a la vez de este nuevo escándalo activado como una dinamita en el seno de las letras francesas, La vida sexual de Catherine M. (La autora es directora de Art Press, el mensual de mayor prestigio sobre el arte contemporáneo. Su último libro, LArt contemporaine, fue publicado en 1997. Fue comisaria de la sección francesa de la Bienal de Sao Paulo, en 1989, y del Pabellón francés en la Bienal de Venecia, en 1995.) Básicamente porque quienes narran ambos libros parecen asir en sus manos la sabiduría y experiencia necesarias para abordar los entresijos del mundo del sexo, inmunes hasta lo cristalino contra tabúes y prejuicios, con una naturalidad pasmosa que no tiene reparos en brindar detalles milimétricos, y sobre todo, inculcando -aunque nunca explícitamente- un efusivo culto a la libertad. Sobre feminismo nadie parece haber visto una gota. Sin embargo, cuánto de alivio liberador rebosa para cientos, miles de mujeres acaso, en el mundo de hoy La vida sexual de Catherine M. ¿Acaso no revela la hora de que la sexualidad femenina se exprese por fin de manera individual; tras un largo período en que como corriente intelectual el feminismo pareció perderse en la búsqueda de una expresión colectiva que no reprodujera los dogmas del machismo? La solución parece traerla este libro que, entre líneas, da la impresión de gritar: ¡que cada mujer viva su sexualidad como le dé la gana! No se trata de un manifiesto en pro del sexo libre, tampoco de un alegato contra un conservadurismo imperante, sino simplemente de un análisis minucioso de las etapas sexuales que atraviesa una mujer concreta en la búsqueda de su goce personal, llevada de la mano de una mente tan abierta a la experimentación que, hacia el final del relato, parece ayudarla a descubrir lo que la autora denomina el "santo grial" del sexo. Si en Sex Madonna dedicó una página entera a esta frase: "Ill teach you how to fuck", Catherine Millet dedica cientos a enseñárselo a sí misma. A conocerse, a perfeccionarse, a escudriñar las riquezas encerradas en el cofre del cuerpo, en el área infinita de los sentidos, -el de la vista cobra relieve en el capítulo titulado "El Espacio"- en pos de la noble tarea de hacer emerger placer, delirio. Que una jovencita de dieciocho años pase, en apenas unas semanas, de perder la virginidad expresión que ya de por sí tiene, para nuestra sociedad, la connotación negativa de pérdida y no la positiva de ganancia- a los denominados partouzes podría resultar por lo menos llamativo para el común de las personas; para la protagonista, en cambio, este es en un hecho que ella precipita por una razón "inexplicable" que no merece la pena desentrañar. Cabe recalcar que esta disponibilidad maratoniana para la orgía multitudinaria ("podía haber hasta ciento cincuenta personas, [ ] de entre las cuales podemos calcular que yo acogía el sexo de una cuarta o quinta parte") o para cualquier otro tipo de práctica, se apoya, como es de suponer, en una previa concepción del sexo como acto ajeno al amor, y recuerda además las reflexiones de la prestigiosa feminista Hélène Cixous, acerca del poder sobre uno mismo -diferente del poder en sí- "que no se basa en el dominio, sino en la disponibilidad", término que en francés, como afirma Toril Moi, "tiene una fuerte connotación liberal-burguesa, en parte por el empleo que de ella se hace en la obra de André Gide. Estar disponible puede implicar un cierto deseo egoísta de estar preparado para cualquier cosa, no estar atrapado en obligaciones sociales o interpersonales". Son asimismo llamativos los episodios de "arranques de deseo mal asumidos, contrariados, agresivos", que, cuando no se aplacaban, podían provocar una "opresión que me resultaba insuperable, que me impedía realizar las tareas de la jornada", y los raptos de celos "esporádicos" que se infiltraban como polizontes cuando consideraba que otra mujer superaba su atractivo físico. En general, el interés que despierta este libro satisface toda expectativa, ya sea porque, respetando la inteligencia, es decir, sin recurrir al morbo de cloaca, apela al ejercicio de la reflexión sobre la propia vida sexual, o ya sea porque, indagando en los pormenores y la sinceridad, incita a cuestionar los juicios de valor con los que se da manga ancha o coartan los deseos e impulsos más recónditos. Aquí hay de todo: masturbación ("ningún desenlace es más cierto que el que busco en solitario"), felación ("me gusta mucho chupar el sexo de los hombres") cunnilingus ("nunca en mi vida había absorbido un dobladillo tan inflado"), tríos ("Gozaron los dos; uno en el coño y el otro en la boca"), orgías, sodomía, lesbianismo, coitos strictu sensu, sadomasoquismo light, fantasías, -o lo que la autora denomina "mundo fantasmático"-, sexo al aire libre y en lugares públicos, (como en el Museo de Arte Moderno de París), y un larguísimo etcétera. Cualquier comentario o reseña, por tanto, se halla de antemano destinada al fracaso porque La vida sexual de Catherine M. excede cualquier categorización. Un libro altamente recomendable para la salud humana. Un libro para espíritus abiertos. ¿Se necesita mayor aliciente para correr a comprarlo? Ernesto Escobar Ulloa (www.geocities.com/escobarulloa/net) Un descarnado y divertido retablo urbano La
última hora, La última hora es el relato de las horas finales de libertad antes de ingresar en la cárcel de Monty Brogan. Cuando amanezca montará en el autobús que le llevará hasta la prisión federal de Ostinville, donde debe cumplir una condena de siete años por tráfico de drogas. Monty es un narcotraficante relacionado con la mafia rusa y acostumbrado a disfrutar de todos los lujos que se pueden comprar con el dinero fácil. Personaje conocido en este tipo de ambientes, es un joven duro y atractivo que acostumbra a recorrer Nueva York montado en su Corvette, con la sensación de que la ciudad le pertenece . Monty pasa esas últimas horas con su padre, quien ha vendido su negocio para evitar que su hijo entre en prisión preventiva sin que esto sirva al fin para nada, y con sus amigos del instituto y su novia. Los amigos del instituto son ahora un broker de Wall Street que realiza grandes operaciones especulativas (Frank Slattery), y un desencantado y depresivo profesor de inglés incapaz de mostrar y compartir sus emociones (Jakob Elinsky). Ambos tienen respecto de Monty sentimientos ambivalentes. Son sus amigos, envidian la vida que lleva, y al mismo tiempo tienen lástima por lo que le va a suceder pero eran también amigos de muchos que han muerto por causa de las drogas. Naturelle, la novia de Monty, tiene también emociones encontradas: ve en su encarcelamiento una posibilidad de libertad y a la vez el fin de un estilo de vida que había conocido con él. A medida que va desarrollándose la acción, van apareciendo los momentos más felices, llenos de la emoción, de una vida al margen de la ley, y surge la pregunta: ¿cómo va a ser capaz de soportar Monty lo que se le viene encima? El título, claro está, deja abierta la puerta al suspense, pues apunta a la posibilidad de que Monty haga un último intento por evitar su ingreso en prisión y huya. Y la novela, en ese sentido, está sembrada de ocasiones. Además de jugar con sus lectores, instándoles a ver ocasiones de salvación en la historia que se desarrolla alrededor de Monty, Benioff -que ha publicado numerosos artículos y cuentos en prestigiosas revistas como Seventeen , GQ, Zoetrope y Esquire y cuyos relatos forman parte de conocidas antologías de literatura actual como The ExFiles y Best American Voices 2000- crea un retablo urbano descarnado y divertido lleno de personajes despiadados y de deseos insatisfechos. El autor llena su novela, breve pero intensa, de ambientes variopintos, desde la sala de profesores en la que Frank escucha el discurso absurdo de un compañero hasta el club nocturno en el que se prepara la fiesta de despedida para Monty que adquiere, comprensiblemente, un aire extraño. Y todas las preguntas que Monty plantea sobre su futuro, desde algunas dudas sobre las atribuciones de Slattery hasta la cuestión de quién va a quedarse con su querido pitbull, se formulan con el trasfondo de una esperanza última. Al final, cuando el tiempo apremia, Benioff nos ofrece una sorpresa que está a la altura de la situación. Pero lo que hace que el lector disfrute de la novela, más allá de sus meros mecanismos narrativos, es el estudio de personajes que se va desarrollando a medida que los viejos amigos se reúnen y empiezan a provocarse unos a otros. Personajes que toman a menudo los caracteres de pesadilla urbana y que tienen frecuentemente un toque surrealista y explosivo. Así por ejemplo el personaje del mafioso ucraniano Kostya, tratado con un tono oscuro e intenso, al que todo le sale mal y no consigue nada de lo que se propone. Quizás el único reparo que pueda ponerse a la novela es cierta falta de profundidad en las descripciones de los personajes, que a veces los hacen parecer estereotipos más que personas reales. Pero incluso esto parece un efecto buscado para señalar el sentido principal de la obra como cuento admonitorio para la generación X , en los días finales del siglo XX y primeros del XXI. F.H. El porqué de una rosa Rosa Cúbica 21-22: El 19 de diciembre de 2001 se presentó en la Fundació Tàpies de Barcelona el esperado número de Rosa Cúbica dedicado a José Ángel Valente, significativamente titulado la rosa sin por qué, cita de la traducción que el fallecido poeta hizo de los versos de Angelus Silesius: «la rosa es sin por qué; florece porque florece, no se inquieta por ella misma, no desea ser vista.» Victoria Pradilla y Alfonso Alegre Heitzmann -fundadores y directores de esta insustituible revista de poesía (véase en Ediciones anteriores la entrevista a ambos y también el artículo In memoriam José Ángel Valente, firmado por Alfonso Alegre) que cuenta con el exquisito diseño gráfico de Ramon Cortés- presentaron el acto, en el que intervinieron Antoni Tàpies y, también, Américo Ferrari y Coral, viuda del poeta, venidos ambos expresamente desde Ginebra, su ciudad de residencia, que también lo fue de J. A. Valente, quien en vida colaboró estrechamente con la revista y las Ediciones de la Rosa Cúbica, donde publicó Lectura de Paul Celan. Fragmentos y, en colaboración con A. Tàpies, Comunicación sobre el muro. Victoria, Américo y Alfonso leyeron, tras la presentación, algunas composiciones. Salpicado de poemas de Valente, el número 21-22 de Rosa Cúbica, fruto de más de un año de trabajo, trae colaboraciones de autores de once países diferentes, entre los que cabe citar a Juan Goytisolo, Andrés Sánchez Robayna, Américo Ferrari. Edmond Jabès, Antonio Gamoneda, Saúl Yurkiévich, Blanca Varela y Jean Gabriel Cosculluela. De la edición también cabe destacar las ilustraciones de Tàpies y de la propia Coral Valente, y las fotografías de Manuel Álvarez Álvarez, alguna de ellas totalmente inéditas. En uno de los momentos más emotivos del acto, se recordó que no hacía mucho, apenas en 1998, Valente y Tàpies habían presentado, desde esa misma mesa, la Comunicación sobre el muro. Manteniendo viva la palabra poética, alimentando la memoria como fuente infinita de nuevos impulsos, el esfuerzo realizado y el contenido del número nos hacen pensar que, tal vez, pese a los versos de Silesius, la Rosa tiene un porqué. D.N. Una grata sorpresa Prima Littera, Exactamente; de grata sorpresa puede definirse la recepción en el domicilio barcelonés de TBR de un ejemplar del número 9 de esta revista, editada por la Asociación Cultural del mismo nombre en Rivas Vaciamadirid (Madrid). Dirigida por Arturo Ledrado, con coordinación de José Luis Morante, diseño y maqueta de Elena Kanidinc y José Luis Cuevas, y con Javier Gamonal a cargo de la secretaría de redacción, el número, bellamente editado, incluye secciones de poesía, narrativa y crítica, más una «Una conversación con Julio Olivio Jiménez» (Cuba, 1926), crítico especializado en poesía hispánica contemporánea y en autores de la generación del cincuenta, Premio Nacional de las Letras en 1999 por su estudio sobre el poeta Francisco Brines. A la poesía -una selección de composiciones de Carlos Marzal (Valencia, 1961), autor con poemarios publicados en colecciones de editoriales como Renacimiento (Sevilla) y Tusquets (Barcelona), y un «Poemario» que da a cabida a una amplia gama de poetas-, sigue una serie de cuatro relatos firmados por autores como Lorenzo Silva y José Luna Borge, entre otros. De la sección dedicada a la crítica destacamos un muy interesante artículo sobre «La permanente actualidad de Pessoa», firmado por Francisco Gutiérrez Carbajo. Y no queremos olvidarnos del «Revistero», sección en la que también nos sorprendió muy gratamente encontrar una reseña del nº 26 de nuestra revista. Desde aquí, nuestro agradecimiento a la redacción de Prima Littera. TBR. |
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