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índex català  noviembre-diciembre  n° 39

véase la versión original en catalán

Más poetas de Barcelona (5)

Gabriel PlanellaGabriel Planella

Gabriel Planella nació en Olot (Girona), y se formó literariamente en Barcelona, donde se licenció en Filosofía y Letras y cursó estudios de Periodismo. En 1998 se trasladó a vivir a Australia -primero vivió en Canberra y después en Sidney- donde ha residido hasta diciembre de 2002.
      Esta selección reúne poemas sus dos últimos libros NY, abierto toda la noche (1997) y Mezcal (2002). La traducción castellana es de Neus Aguado y Dionisio Cañas. Ambos libros consiguieron un notable éxito de crítica y de público en su versión original en catalán. Los han precedido Història d’un paisatge (1985), Roda (1992) y Hemisferis (1995).
      También ha traducido a la escritora samoana Sia Figiel, al poeta australiano Les Murray y a Charles Dickens. Ha sido director de la revista "Lletra de Canvi", crítico literario en los periódicos "Avui" y "ABC" (Cataluña), en la revista "Quimera", y ha escrito como colaborador freelance para "El País" sobre temas australianos. Desde 2001 es director del Festival Internacional de Poesía de Barcelona.

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NY, ABIERTO TODA LA NOCHE
Versión de Neus Aguado

 
ALBA
 
Tener cerca tu cuerpo
aún tibio de sueño
y no decir nada—qué pensamos,
hacia dónde vamos o quiénes somos.
La luz esboza propósitos
en las lunas de los armarios;
la rueda de aviones nos recuerda
que el mundo es una noria.
Después de tantas preguntas,
los silencios nos confirman.

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STRIPTEASE
 
 
Es cierto, no da para mucho
que un trocito de nota –te dices-,
este abrir y pagar con el sueño.
Primero es el celaje, la neblina verdosa
y blanca y los relámpagos de mercurio
entre las mamparas de espejo marinos.
Después, las miríadas de antojos
que no atraviesan las pieles de escama
templadas en playas de astros,
mientras ellas se acarician el pecho,
las nalgas y se inclinan
y se enroscan cual sirenas
en largas bielas de mercurio
-son de timbales y trepidar de navajas.
Y abajo, ellos –todos— esperando
muertos de deseo, con las piernas abiertas
-nunca ningún Ulises se quisiera ver-
para que cuando llegue el momento
se ensamblen etéreas, suavemente
y, sobre todo, impasibles,
como el bambú que se curva
con los embates del vendaval.
Y ahora, siente los perfumes: el ámbar,
el almizcle, el jazmín, el rocío,
y mira –por última vez—
a los que han venido a conjurar la sombra
que en definitiva nos iguala
en estos locales, entrada la noche,
entre olas.

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HAVE A NICE FUCKING DAY
 
Al mediodía de agua se besan—
el aire lleva aroma de estepas
juncos y quillas convierten en espejo
el estanque que los árboles ciñen.
un helicóptero vuela a ras de
las buhardillas del Dakota.
Se despiden dos pobres
que han pasado la noche al raso
--"have a nice fucking day"-- ;
otros recogen en sacas
envases para reciclar.
Hoy el sol salta otra vez
las presas de acero y mármol,
que significa que han retrocedido
las sombras de sinagoga
en el templo sin dios.
Pronto se llenarán
los prados y roquedales de este parque,
tan amargo y suave a la vez
como la voz de algún nuevo blues.
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 LUNA PARK
 
Todo sube y baja, hace tiempo
aprendimos, de forma similar esta mañana
de domingo, en Coney Island.
Los muelles de maderos que se adentran
en el océano en forma de cruz,
por donde hace veinte años paseaba
la flor y nata de Manhattan,
están hoy llenos de hispanos
que recogen claridades oscuras de cangrejos.
Y cerca del brazo de arena
tatuado de bañistas,
se convierten en astillas las atracciones:
en lugar de neón y vértigo,
ahora agonizan abandonadas:
las montañas rusas ahumadas
como el esqueleto de una mina
y las norias transformadas en madejas
de malas hierbas y herrumbre.
Por la avenida, los radiocasetes
mezclan boleros, merengue y rap,
mientras dos avionetas anuncian
pólizas de vida en tecnicolor.
 
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MEZCAL
Versión de Dionisio Cañas, con la colaboración del autor.
 
 
 
OCÉANO

Corre un norte helado que muerde las manos
(el verano en Europa significa tiempo precario en el hemisferio sur).
Como en una pesadilla, no me tengo de pie en el vientre
de roca que no cesa de agitarme,
y crece un fuerte hedor de algas, esperma y carne de peces
en descomposición, y me golpean largas trompas
(serpientes que se desenroscan y se vuelven a enroscar),
y hay alguien que grita si no estás solo, ¿ qué importa el duelo?
y es gris la barca por mares agitados de neutrones,
gris como el invierno traidor que me ha calado el cuerpo,
gris como unas gotas de sangre seca en el tubo de vidrio,
gris como mis ojos en los ojos de un tiburón.
 
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MEZCAL

Con él los cauces de los ríos
eran igual que valles lunares
llenos de volcanes, aves
y árboles de Calder y de Miró.
Más los túneles de anguilas:
espirales de trazos amarillos,
arcos de látex, espasmos
de quien cruza el dreamtime.
Y luego aparecieron tritones
que me clavaban en los dedos
agujas de erizos indoloras
en nombre de un orden mítico.
Le lamía los pies de charol,
su piel lisa, sin escama,
me agarraba fuerte a su dorso
y me precipitaba al oxígeno (un sabor
lejano, de sal) para respirar.
Y los labios eran de cereza,
y en su pubis ardiente, un olor
de ron dorado o de mezcal.
Frutos que ahora añoro:
al día siguiente, en el estuario, sólo
se oía la resaca del mundo.

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NÓMADA
 
La ducha tiene olor a zotal,
y los armarios a tiempo encerrado.
En una cama una maleta y alguien sentado
todavía con el abrigo puesto.
La ventana lo refleja más oscuro
cuando el crepúsculo calcina los campos.
Un motel pelado, en la carretera
que navega por altiplanos desiertos.
Recogen fruta cuando es la temporada,
o verduras en alguna granja del camino.
Tótems intermitentes, confines
que se alejan más cuando se acerca
y haber tirado las llaves: hace tiempo
que esta es la única balada.
 
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OXFORD TAVERN: TOTAL EXPOSURE
 
Era en una taberna grande, sucia y taciturna;
era en un suburbio apagado y tenebroso,
como una taberna de cualquiera suburbio,
hasta que se disparó una música
de metralla (del siglo que ahora acaba),
y al tiempo de un abrir y cerrar de luces,
apareció ella igual que un milagro:
escote, cota de malla, tacones de estilete
y sombrero nevado como las alas de un arcángel.
Y los de los billares, los jugadores de póquer
y los bebedores se arremolinaron en la barra
para escupir y gritar en dialectos desconocidos,
para aplaudir y murmurar y silbar
mientras ella se deslizaba por el cielo y por la tierra
( la mujer-pájaro de Leonardo; un tigre bengalí
revolcándose en el vientre de su madre),
y les repartía besos y movía la lengua impúdicamente.
A cada contorsión, más crecía la catarsis.
Los focos azul verdosos y rojos se fundieron
justo antes de quedarse como una Eva pagana.
En ningún momento del ritual de movimientos
hubo ni una sola mirada malvada
porqué en el deseo de todos estaba Platón:
demasiado perfecta para una gente tan humilde:
en el fondo nada más que una dream girl.
Afuera, en silencio, colgaba el arte de la luna.
 
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AGAINST THE WALL AND IN YOUR FACE
 
Unos labios cosidos con cremallera, y un pentagrama
que él atraviesa con un nombre que no es el suyo.
Cualquier hora es oscura en la pensión del instinto: mañana o tarde
son noche, y la noche nunca es alba: angustia del sol en el ojo
de un tenebrista. Y en las vísceras un silencio de altar: un yo
de sombra que tapona los corredores para no dejar
pasar a otro y así sustraerse a la desintegración.
Tic-tac: en la habitación olor a cerrado, de templo enfriado,
de país recluido. Tic-tac: los tacones afilados del tiempo:
rechinan los dientes, la cera crepita con los brazos encendidos
cuando entra la dominadora con maquillaje de ángel
y fulmina la sombra del interior primera sin ni siquiera tocarla:
"levanta las rodillas y ponte de cara al muro,
y tú, el otro, quítate la máscara, mírame a la frente
y dime si quieres convertirte una estátua trágica,
un bibelot victoriano con sonrisa mecánica."
Después de la escena, las mil gracias de rigor.
Cuando él sale amanece. Motores de caldera.
Se ha apagado la sed del desierto. Baja anestesiado por Surry Hills.
Ya en su casa abre y se encierra. Solamente en un cristal ha visto
movimiento: polillas que se estrellan ciegas de luz azul.
 
 

© de los poemas: Gabriel Planella
© de las traducciones: Neus Aguado y Dionisio Cañas

 
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noviembre-diciembre  n° 39

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