Mayra R. Encarnación Meléndez
Microrrelatos
Umbral
Se arrastraba por el suelo de la habitación y se paraba apoyado en sus muñones. Frente al espejo se peinaba con aceite de coco y se vestía con sus mejores atuendos. Frente al umbral de la puerta esperaba por la mujer que repartía las cartas.
Todos los días repetía su rutina y se deslizaba hasta la posición de recibimiento de las cartas. Funestamente nunca le escribieron. Se deslizó hasta el altar y apagó cada una de las velas.
Melaza
En cada alborada preparo el ungüento para exhumarlo de la cueva: agua de azahar, canela, nuez moscada y un poco de miel. Comienzo mi ritual, elevando esta melaza a la creación. Cubro su piel; mi lengua sirve como linimento y él mueve sus extremidades hasta sentir la recuperación de sus pérdidas. (La mujer recorrió sus amputaciones con tanta pasión que él enloqueció de amor).
Bailamos, reímos y consumimos la geografía de la piel hasta que él descubrió la desaparición de la miel. Quebrado, observó la ausencia de sus piernas y comenzó el vía crucis de la desolación.
Ceguera
Nací desde el tacto, el olfato y mi clarividencia auditiva. Sueño con su piel sedosa, moradora de todos mis ardores. Sus ojos color azabache contagian mi fulgor por vivir.
Cuando ella se aproxima, siento un desenfreno. Mis presentimientos se convierten en pesadillas. Mi respiración entrecortada, mis glándulas sudoríparas entran en descontrol y comienzo a caminar en zigzag, zigzag sin frenar. De repente oigo su voz, respiro su fragancia e imagino el almizcle de su entrepierna… (No paro de segregar ansias de acercarme y palpar el instinto carnal de su piel).
Firme, tomé la determinación de presentarme. Aceleré mi paso y extendí mi mano. (Mi cuerpo se estremeció. Sentía una lluvia torrencial en mi espalda. No podía parar de sudar). Escuché el sonido perpetuo del deseo. Ella sospechó la ceguera de mi propensión: “Viajamos en direcciones contrarias. No giro en tu universo”.
El sudor frenó.
Vejez
Cada mañana cuento las expresiones de la piel. Este plisado se produjo el día que mi hijo mayor murió en el accidente de tránsito. Este otro, cuando me divorcié. Los melindres de los ojos cuando quedé desempleada por el mal manejo y la corrupción desenfrenada del gobierno. Pero ¡esta nueva aparición! Esta rugosidad no tiene origen. La miro, la toco, la estiro, la maquillo y sigue ahí. ¡No tiene razón para existir!
Me tiro a la calle, cruzo la calle sin mirar y mi cuerpo embiste un carro y termino acostada en el pavimento inconsciente. Despierto en el hospital y solicito a la enfermera un espejo: “Ya tengo razones para poseer el paso del tiempo en mi piel”. Sonrío y solicito maquillaje.
Corporeidades
Confieso desde mi último desencuentro sexual ni pienso en la remota posibilidad de acercarme a una mujer. Los estragos del tiempo sobre mi cuerpo me provocan pavor… Imagino por un instante, desnudarme y que vea mis imperfecciones…
El cuadro de un posible encuentro sería este: luz apagada, ropa conservadora, ungüento en la rodillas y espalda baja para poder funcionar. Le solicitaré que no me mire a los ojos; jamás podrá quitarme la ropa y mucho menos, besarme. Ella puede asumir la posición activa y cabalgar porque el óxido nítrico está en su esplendor.
Nos encontramos, después de expresar mis condiciones para el juego, se levantó y me miró fija a los ojos: “Nadie escoge por mí. Mi cuerpo no se rige por tus estatutos”.
© Mayra R. Encarnación Meléndez
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Mayra R. Encarnación Meléndez, Puerto Rico. Trabaja en la Universidad de Puerto Rico en Carolina. En octubre de 2014 participó en el 13° Encuentro Internacional de Poetas y Narradores de Las Dos Orillas, y el 3er Congreso Americano de Literatura, celebrado en Uruguay. En dicha ocasión, recibió la distinción de Visitante Ilustre en la ciudad de San Carlos. En mayo de 2015, presentó Metáforas del olvido en el Encuentro de Poetas del Mundo, la Isla en versos en Cuba. Obtuvo el primer premio en poesía en el Certamen de Microliteratura organizado por El Post Antillano, 2018. Participó en la publicación antológica titulada De Sur a Sur. Revista de Poesía y Artes Literarias que recibió el Premio especial FIS 2018. Ha publicado los siguientes libros: Deshilo del costado, 2003; El otro en mí, 2003; Tránsfuga, 2009; Metáfora del olvido, 2015; Brújula del tiempo, 2019; y Violencia nuestra de cada día (Antología), 2020.