barcelona review #15

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Barcelona Review número 15

Reseñas
:
Franz Kafka, Obras Completas. Edicíon dirigida por Jordi Llovet
Nuria Amat, El país del alma
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UN NUEVO KAFKA

por Juan Abreubooks.jpg (6074 bytes)

 

Ningún escritor, quiero decir la realidad que su obra irradia, encarna la pesadilla alucinante del siglo que termina como Franz Kafka. Su mundo literario (que abarca tres novelas inconclusas, unos copiosos diarios, un volumen de narraciones y aforismos y una abundante correspondencia(, concebido en las dos primeras décadas de la presente centuria es el espejo en el que nos contemplamos con una mezcla de estupor y horror. En esas cuartillas apretadas, repletas, en las que hasta los bordes son escritos o rellenados con dibujos, obtenidas en una lucha feroz contra todo y todos, está el siniestro y falaz espíritu de nuestra época.

Kafka, un judio de Praga, personaje inquietante y desasosegado, muerto a los cuarenta años de tuberculosis y de lucidez, que rogó a su mejor amigo Max Brod que destruyera su obra a su muerte; que no creia y no estaba interesado en ningún tipo de posteridad literaria es, entre todos, quien supo desvelar como nadie la anormalidad del "mundo social" que hemos construído y que habitamos. Hannah Arendt, en un brillante ensayo sobre el autor de El proceso lo explica con claridad meridiana: "El fingimiento de una competencia universal, la apariencia de una laboriosidad sobrehumana es el motor oculto que impulsa la maquinaria de exterminio en la que quedan atrapados los protagonistas de Kafka, y que es responsable del funcionamiento de ese mundo absurdo de por sí. El tema principal de las novelas de Kafka es el conflicto entre un mundo que adopta la forma de esa maquinaria de funcionamiento impecable y un protagonista que intenta destruirla. A su vez esos protagonistas no son simple y llanamente seres humanos como los que encontramos diariamente en el mundo, sino modelos variables de un único ser humano cuya única cualidad distintiva es su imperturbable concentración en asuntos comunes a todos los seres humanos. Su función en el argumento de la novela es siempre la misma: el personaje descubre que el mundo y la sociedad de la normalidad son, de hecho, anormales, que las sentencias emitidas por los prohombres de prestigio reconocido son de hecho demenciales, y que los actos que se derivan de las reglas del juego son de hecho desastrosos para todos".

En ese mundo de reglas desastrosas y de sentencias demenciales vivimos. No hay escapatoria. Esa maquinaria absurda de exterminio que tan bien describiera Kafka nos aprieta por el cuello y aunque es imposible deshacerse, ser verdaderamente libres y reales, al menos nos queda el consuelo de leer en una nueva y excelente edición de Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, la obra completa del maestro. Estas Obras Completas de Kafka (que constituyen un verdadero acontecimiento literario para el mundo de habla castellana(, está basada en la edición crítica alemana que viene publicando la editorial S. Fischer desde 1983 y que es considerada, por el rigor con que ha sido realizada, la edición definitiva de la obra de Franz Kafka. El primero de los cuatro tomos, que acaba de aparecer contiene las tres novelas: El desaparecido (América), El proceso y El castillo, en renovadora traducción de Miguel Sáenz, un ensayo biográfico de Klaus Wagenbach y un penetrante ensayo, a manera de prólogo, de Hannah Arendt. Los tres restantes contendrán los diarios y otros escritos autobiográficos, las narraciones, fragmentos y aforismos, y la correspondencia. El proyecto de la edición y la dirección de la misma está a cargo del profesor, escritor y traductor Jordi Llovet (ver entrevista), que ha realizado un trabajo espléndido y cuyo objetivo fundamental ha sido brindar a los lectores de habla castellana la obra de Kafka tal y como al gran escritor le hubiese gustado que se publicara.

Acabo de concluir la lectura de este primer tomo y puedo asegurarles que es como redescubrir a Kafka. Todos los numerosos errores (incluyendo los arbitrarios títulos y fragmentaciones de Max Brod) de anteriores ediciones de las obras del autor de La transformación (Metamorfosis), han sido corregidos y la traducción sigue fielmente, por primera vez en castellano, los criterios muy particulares de Kafka en cuanto a la presentación tipográfica de sus textos, y respeta la peculiar sintaxis de la frase kafkiana. Una exhaustiva sección de notas completan la entrega.

Como todos sabemos, Kafka pidió a Max Brod que rescatara sus manuscritos de manos de familiares, amantes y amigos cuando él muriera, y los destruyera. Para el escritor sólo tenían sentido en el contexto de su vida. El propio autor entregó al fuego parte de su obra a lo largo de los años. Max Brod, en uno de los actos de desobedienca más famosos de la historia de la literatura, no sólo no hizo caso a la petición de su amigo, sino que se ocupó de reunir y publicar la obra de Kafka casi a partir de la muerte de este en 1924. Lo que la salvó de una posible desaparición, pero la dió a conocer al público de forma fragmentaria y arbitraria. Hasta hoy, en que esta formidable edición de Círculo de Lectores-Galaxia Guttenberg remedia de una vez por todas esta situación, al menos en lo que concierne a los lectores del mundo hispano. Un libro imprescindible.

IMÁGENES

      Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores también ha publicado "Franz Kafka. Imágenes de su vida", de Klaus Wagenbach. La obra reúne imágenes fotográficas, y otros documenos que constituyen un emocionante y exhaustivo recorrido por el mundo que habitara el escritor. Todo acompañado de notas biográficas a cargo de Wagenbach, un reconocido conocedor de la vida y obra del autor de El proceso. Una verdadera fiesta para los amantes de Kafka.

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El país del alma, Nuria Amat

Barcelona, Seix Barral, 1999. 376 páginas.
por Ana NuñoNuria Amat cover

     Un fantasma recorre la actual narrativa, y no sólo en España: la puerilidad. Consúltense las listas de libros más vendidos, en este y cualquier otro país europeo, y se podrá constatar el predominio aplastante de un determinado tipo de ficción que, en algunos casos, viene aderezado con el epíteto de "internacional". No hace falta citar nombres de autores, y en todo caso es mucho más pertinente señalar los rasgos característicos de este subgénero (en ambos sentidos del prefijo "sub"): tramas insubstanciales ancladas en un medio social bien acotado, escritura ingeniosa y sentenciosa, peripecias sexuales dignas de la imaginación de un preadolescente, ausencia total de "craft", en el sentido jamesiano, o siquiera de construcción narrativa, más allá de la más elemental contraposición de escenas y capítulos. No es de extrañar, en un contexto como éste, que suscite incomprensión y aun rechazo la última novela de Nuria Amat, escritora nacida en Barcelona que tiene ya en su haber una decena de obras en las que ha demostrado poseer un magistral dominio de tres géneros -la novela, la narración breve y el ensayo- y una capacidad para fertilizar la narrativa con la escritura ensayística y de reflexión, y viceversa, que no tiene parangón en las actuales letras españolas.

El país del alma puede leerse, claro está, como una sensible y a la vez desesperada historia de amor entre sus dos personajes principales: el arquitecto Baltus Arnau y Nena Rocamora, poeta secreta, sin obra publicada -como lo fue Emily Dickinson, de quien pone Amat en epígrafe una cita-, pero de quien se nos dan a leer algunos de los poemas que ella apunta a veces en una libreta negra. Y puede leerse también, qué duda cabe, como un intento, logrado con creces, de evocar un mundo perdido para siempre: el de cierta burguesía catalana, abierta al mundo, que apostó por la República y por unos valores destrozados por la Guerra Civil, en un tiempo histórico especialmente sombrío, sin duda el más sombrío de este siglo en Cataluña y en España: los negros años de la inmediata posguerra. Y en este terreno logra Amat una suerte de hazaña, ya que evita simultáneamente las trampas del realismo -ese genio tutelar de la narrativa española centrada en este período- y de la novela histórica. No se trata, de ningún modo, en esta novela de "recrear" un ambiente o una atmósfera del pasado, sino de algo mucho más ambicioso y temerario: hacer palpable la sensación de una derrota, la pérdida de un mundo y la orfandad de quienes sobreviven a ese cataclismo. Para lograrlo, Amat hace lo que todo escritor verdadero: dar cuerpo a la forma precisa de esa sensación de orfandad. Y es aquí donde residen, a mi modo de ver, la fuerza y la autenticidad de El país del alma.

Toda novela que no sea una novela de tesis o una fabricación destinada al mercado supone la creación de un mundo donde, para decirlo con palabras de Milan Kundera, "el juicio moral queda suspendido". Ojo: no quiere decir esto que este tipo de novela -que entronca con la mejor tradición novelística europea del siglo (la que encarna en las obras de Proust, Kafka, Musil, Woolf y Faulkner)- proponga la abolición del juicio moral, sino que el arte de la novela, llevado a su punto más alto de desarrollo, presupone una comprensión más amplia, más ecuménica del mundo; un mundo en el que, según Carlos Fuentes, "ninguna voz, ninguna persona (...) detenta el monopolio de la verdad o una posición privilegiada en el discurso". ¿Qué se le ha reprochado a la novela de Amat? Por ejemplo, el haberse negado a nombrar el "pequeño país". Dicen algunos: "pero, si está hablando de los barrios burgueses de Barcelona y de Cataluña, ¿por qué no lo dice? ¿Por qué no los nombra como tales?" Subyace a este y parecidos reproches una concepción de la novela ajena, precisamente, a esa otra tradición en la que se inscribe plenamente. Porque, ¿qué hace efectivamente Nuria Amat? Trazar el mapa del "país del alma" para dar a ver el alma de unas gentes derrotadas, de unos destinos rotos, de un mundo perdido. Y esto lo logra, espléndidamente, haciendo de la derrota, la rotura, la pérdida la materia misma de su escritura. De ahí que se nos presente la novela como un tejido de voces, una polifonía tan cautivadora como la diseñada por Virginia Woolf en Las Olas. (Sería ocioso llevar más lejos la comparación entre estas dos novelas. Pero vale la pena señalar que, con todo lo que las separa y distingue, a ambas las hermana lo que podríamos llamar un "factor desencadenante": tanto en Las Olas como en El país del alma, el resorte primero de la narración es la pérdida y el duelo: para Woolf, la muerte de Toby, el hermano adorado; para Amat, el mundo de la madre, desaparecidos ambos y causa de nostalgia desde la infancia. Desde este punto de vista, El país del alma retoma el ovillo del que ya había tirado Amat en La intimidad (Alfaguara, 1997), pero tirando de otro hilo.)

Emotividad y audacia, sensibilidad y razón (¿sense and sensibility?) son los guías que nos conducen por el país de Amat. Un país único, sin equivalente en la actual narrativa española. Vale la pena adentrarse en él.

 

© 1999 The Barcelona Review

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