índex català enero - febrero n° 46 |
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PALABRAS DEL OFICIO Poesía en la Patagonia ___________________________ El pasado mes de octubre la autora cordobesa Concha García realizó un sueño: conocer
la Patagonia. De su encuentro con la poesía que ahí se escribe y los jóvenes poetas con
los que departió en el taller literario al que fue invitada a participar, nos habla en el
presente ensayo.
El pasado mes de octubre estuve dando un taller de poesía con un grupo de jóvenes y poetas patagónicos. Desde la región de Chubut, en Lago Puelo, a poco más de 100 kilómetros de la turística ciudad de Bariloche, el poeta y periodista Cristian Aliaga coordina unos talleres literarios desde hace tiempo auspiciados por la Fundación Hudson. Los poetas con los que compartí mi tiempo en la Patagonia se sienten orgullosos de serlo, quiero decir que para ellos la ciudad de Buenos Aires, es un lugar aparte. No se relacionan apenas con la vida cultural de la ciudad porteña. No hay que olvidar que las distancias son enormes. Pensemos también que sólo Buenos Aires y el cono urbano albergan casi el cincuenta por ciento de la población argentina. Al llegar a Lago Puelo, con mi equipaje de mitificación gestado durante años, sentí que por fin se cumplía uno de esos sueños que una tiene desde siempre y que no acaba con la realización del mismo. Yo pensaba que en aquellas lejanas tierras iba a encontrar de vez en cuando algún poeta aislado, y que a lo sumo escribirían cosas terribles o bellas sobre el paisaje. Menos mal que no era cierto. Existen muchos que suelen celebrar encuentros con sus paisanos chilenos con regularidad. Algo que me llamó la atención fue que una poeta, Macky Corbalán, defienda los derechos de las mujeres en aquel territorio, cuyos pioneros, a finales del siglo XIX, fueron exclusivamente hombres, llamados por la aventura y por la fuente de trabajo que propiciaban las explotaciones petroleras y las grandes estancias. Siempre hay excepciones. Un interesante libro de la escritora nacida en Bahía Blanca, Virginia Aurie, titulado Mujeres en tierra de hombres (Ed. Sudamericana, 1998) nos proporciona datos e historias también de las pioneras. Desde Bariloche, la excelente poeta Graciela Cros (1945) escribe una poesía comprometida con su país y su historia, es autora de varios poemarios, y recientemente ha publicado un hermoso poemario titulado El libro de Book. También Cristian Aliaga (1962) es un autor de exquisita sensibilidad y muy comprometido o más bien enamorado de aquel paisaje que conoce tan bien. Recientemente ha publicado en Buenos Aires una antología personal titulada Estrellas en el vidrio. Cristian es además director del semanario El Sur de la Patagonia, prácticamente autogestionado porque la presión de los grupos de poder mediáticos no deja paso a las opiniones críticas. El Sur se alza como voz independiente para defender, sobre todo, ese territorio azotado por la mala gestión de sus políticos más que por los vientos constantes y perturbadores.
Tampoco hay muchas bibliotecas en el amplio territorio patagónico, así que para ellos Internet es una ventana muy útil para entrar a otros mundos literarios y culturales, ya que poemarios de otros países, por ejemplo España, brillan por su absoluta ausencia. Al preguntarles qué poesía contemporánea conocían de nuestro país no tenían ningún dato. Pero sus influencias poéticas son múltiples y llevan cierto desorden, un desorden saludable que desde luego no surge del azar. La apertura democrática iniciada en 1983 provocó que el centro se radicase en la ciudad de Neuquén y allí comenzaron a circular textos de Juan Gelman, pero también la poesía que se escribía en Chile, en México o en Uruguay fue adquiriendo relevancia. Como he dicho, cada año celebran un encuentro de escritores entre los poetas del sur de Argentina y Chile respetando la condición de sureños. Me sorprendió que la poesía beat haya calado también aquí, entre los jóvenes, y es que el poder mediático de Norteamérica se filtra hasta por los lugares más recónditos. Un poeta, Sebastián González (General Roca, 1978), con su poemario Criaturas es un excelente ejemplo de la absorción de dicha cultura, pero con un sesgo muy personal en el que los poemas aparecen como breves relatos de situaciones reales en el marco de su tierra, en su cruce más violento y desolado, quizás por ello aquellos viejos poetas beat han calado tanto. Por ejemplo este poema: Parado inmóvil en la vereda/ a esta hora/ no pasa nada./ De un momento a otro/ caminar hasta la esquina/ tomar mucho líquido/ evitar/ las emociones fuertes./ Tres de la tarde/ es un pequeño infierno". Criaturas, el poemario de Sebastián González, traza aguafuertes situacionales de instantes de vidas en aquel sur nada idílico. También Raúl Mansilla en su poemario No era un viajero inglés da pistas sobradas, a través de sus poemas, de ciertas clases de vida: Puente Bayley. "Vi al puente doble faz, y desde su tétrico costado/ me observé cruzarlo, como a la calle principal, con miedo/ Pensé en un mediodía entre los bancos,/ y en mi madre encorvada, con su bolsa de compra". Sin embargo, el paisaje para muchos poetas no es lo más relevante, ya que apenas aparece en sus textos, aunque reconozcan que es una carga simbólica importante. Juan Villarreal (1976), ciudadano de Neuquen, nos dice que no debería prescindirse de él ya que pertenece a un imaginario constante. Es un excelente narrador que apenas comienza. El paisaje desde luego en ninguno está atravesado por una mirada idealizada. La mayoría de los poetas con los que me encuentro viven en ciudades y no habitan en zonas paradisíacas, más bien reservadas al turismo y a los inversores. Se ven obligados, y esto es muy importante, a ver el paisaje a través del viaje. ¿Cómo se viaja? Pregunto. En ómnibus o en autos, con muy malos servicios siempre. Trasladarse entre ciudad y ciudad es un infierno de horas. Cada viaje dura de 9 a 18 horas y contando transbordos por ejemplo, ir hacia la Capital Federal cuesta treinta horas. El avión es un lujo que no pueden costearse. Valeria Resenite (Esquel, 1975) de su libro inédito La constelación del caos que podría competir con cualquier buen poemario mimado de este país, escribe: Desorden/ aproximado/ en la confusión/ de creer/ que un día/ algo de lo que fui/ hará/ el trasplante/ exacto/ hasta dar conmigo". Su poesía se orienta hacia la búsqueda de una otredad, y construye una serie de imágenes que indagan en el paisaje interior. El inmediato presente es la postal que estos poetas dibujan a fuerza de instantes. Aquí existe una división de papeles muy marcada en cuestión de sexos. Cada uno tiene muy bien asumido su papel, también confiesan que se sienten en crisis. Por eso, ellas especulan más con el lenguaje, son menos inmediatas, tienen una visión más honda que la de los varones, más dados al relato de la cotidianidad y a la anécdota. Por ejemplo, Marcela Saracho (Mar de Plata, 1964) de Bariloche desde hace veinte años, es una mujer reflexiva, que antes de publicar un poema se lo piensa mucho. Autora de tres poemarios y de otros tantos inéditos. Su poesía llega a una idealización de lo femenino, que deambula entre un estado de vaguedad emocional y le impulsa a crearse en otras. Una oye los ecos de la lírica onírica de Olga Orozco y la desesperación de sesgo modernista de Delmira Agustíni. Sus versos interrogan a la propia poesía y confiesa que ésta es el "aliento de su alma". Estos versos son de su largo poema Geografía: "¿A dónde migrar espadas/ desvelo/ el corazón que llora agujas/ irrepetible?/ ¿a qué amor acudiríamos sin él?/ ¿quién nos desvelaría la falta de fe de las aves amarillas?/ ¿Quién nos protegería de lo lleno?".
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© Concha García 2005 Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso. |
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