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índex català     noviembre - diciembre  n° 45

IwasakiEntrevista a
Fernando Iwasaki
"Si folláramos más, escribiríamos menos"

 

Por Alejandro Tellería

 

Para muchos Fernando Iwasaki (Lima, 1961) fue Premio Copé de Narrativa (1998), colaborador de Diario de Sevilla, La Razón, El País, Diario 16, Expreso y La Prensa, director del área de cultura de la Fundación San Telmo de Sevilla, y profesor de la Universidad del Pacífico de Lima. Para otros es un sevillano de adopción, director de la revista literaria Renacimiento y de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco y columnista del diario ABC. Para mí, fue un recordado profesor de la academia donde me preparé para el examen de ingreso a la universidad.

Como estudiante de Historia de la Pontificia Universidad Católica, Iwasaki nos enseñaba lo poco que hacía falta para el examen. Así, siendo sólo por unos años mayor que mis amigos y yo, se había convertido en un posible modelo a seguir, con sus modos desenfadados y su excéntrica costumbre de dar un golpe a la pared con el puño cada vez que debía enfatizar el nombre de algún Inca o el año de alguna batalla, mil pum ochocientos pum sesenta pum y seis pum (lo de Don’t Stand So Close To Me de The Police, lo observábamos cuando nuestras guapas compañeras nos rompían el corazón suspirando por él a cada golpe).

Logrado su objetivo de hacernos universitarios, lo veíamos pasar de lejos, cargado de una pila de papeles, las gafas asidas a media nariz, absorto en algún pensamiento histórico del que ningún universitario de poca monta como yo se atrevía a sustraerlo. Y luego de la universidad, poco fue lo que supe de él.

Por los vericuetos de la existencia, que así les llaman, acabé en el oficio que ejerce y en el país donde vive. Así surge mi curiosidad por conocer otra vez a Fernando Iwasaki, no ya al profesor de los puñetazos sexy, sino al escritor prolífico que hoy pasea a caballo entre la memoria, el ensayo y la creación literaria; por hacer un fisgoneo respetuoso y breve de la ruta vital que recorrió aquel modelo a seguir de mi adolescencia.

TBR: Muchos escritores disfrutáis con el placer de escribir cuento. Aparte de éste, ¿algún género de los que abarcas te resulta más placentero que otro?

FI: Me interesa mezclar géneros como la ficción, la memoria y el ensayo. Lo hice así en mi libro El Descubrimiento de España (Oviedo, 1996) y todavía me siento muy satisfecho del resultado. Por otro lado, terminar Ajuar Funerario me llevó más de cinco años de escritura, pero por razones estrictamente operativas, ya que los microrrelatos hay que escribirlos una vez a las quinientas. Al ser un libro de microcuentos de terror, siempre estuve a la caza de historias, sueños, pesadillas y obsesiones, que anotaba en una libreta y más tarde transcribía en la computadora. Hay muchos recuerdos de mi propia infancia, leyendas urbanas, bastante lectura y sobre todo fantasía.

TBR: Si escribir fuera un acto de disfrute sexual, ¿por qué escribirías? ¿Por amor, diversión, pasión, urgencia o por algún otro detonante?

FI: De ser así, la literatura sería onanismo y sublimación, pues siempre se ha dicho que los que escriben mucho es porque follan poco. La verdad es que si folláramos más escribiríamos menos. Por lo tanto, la literatura es el esparcimiento más turbador.

TBR: Entonces es por eso que un escritor busca llegar, en algún momento, a vivir de vuestros esparcimientos más turbadores. ¿Tienes esto como meta?

FI: A mí me bastaría con vivir en los pueblos jóvenes (chabolas) de la literatura; es decir, colaborando en revistas, suplementos culturales, presentando libros, escribiendo prólogos, interviniendo en alguna tertulia, publicando artículos literarios y dando conferencias. Todas esas actividades no son incompatibles con la propia creación y para mí sería una meta ideal. El problema es que tengo hipoteca numerosa y familia a plazo fijo, y por ahora no puedo dejar el flamenco.

TBR: ¿Escribirías viviendo en Perú? ¿Tienes alguna tentación laboral distinta a la literatura?

FI: La verdad es que yo NO vivo de la literatura, porque de la literatura no viven ni siquiera los escritores españoles. Mi ocupación profesional prioritaria, alimenticia e hipotecaria es el arte flamenco andaluz, y en segundo lugar vendría la colaboración en medios de prensa. La literatura está en el cuarto o quinto lugar. Ahora bien, si viviera en el Perú escribiría todavía menos, porque lo normal es que en Perú tuviera tres o cuatro trabajos, todos mal pagados y en el peor de los casos gratuitos.

IwaskiTBR: ¿Cómo contribuyen tus intereses extraliterarios a potenciar tu proceso creativo, a reflejarse en tu producción?

FI: Mi principal obsesión extraliteraria es mi familia, mi esposa y mis hijos. ¿Cómo me leerán? ¿Qué pensarán de mis cuentos y novelas? Para mí eso es más importante que las ventas, las reediciones, los premios y cualquier otra mojiganga comercial. Tampoco me obsesiono con ser políticamente correcto, ni con dilucidar la identidad peruana, ni con demostrar que soy un escritor comprometido. Respeto a quienes piensan en las ventas, en la sexualidad de sus lectores o en que la palabra nace del fusil, pero para mí lo primero es mi familia y todo lo demás es secundario.

TBR: Marcos González Mut, al reseñar Ajuar Funerario (TBR, 43) dice, en alusión a la brevedad de los cuentos, que te has propuesto "la demolición general de un modelo" y que, "a la manera de algunos escritores sudamericanos, fomentas la depuración de los cuentos, su disminución progresiva, su concentración infinitesimal".

FI: Es un punto de vista legítimo. Ahora bien, como yo soy medio japonés, quizás lo mío sea una tendencia al haiku (poema breve). O sea, nada que ver con los dinosaurios que ya estaban allí.

TBR: ¿Qué te influencia a la hora de escribir, algún tipo especial de cine, música o literatura?

FI: El cine me influencia muy poco, aunque mi Libro de Mal Amor podría haber sido escrita por el protagonista de Sueños de un seductor de Woody Allen. La música ya me dice más cosas. En A Troya Helena tengo un cuento –"Rock in the Andes"– dedicado a John Lennon y en cada libro mío hay alguna referencia –soterrada o explícita– a los Beatles. Por ejemplo, en Ajuar Funerario uno de los microrrelatos se titula "A Mail in the Life", parafraseando la penúltima canción del lado B del Sergeant Pepper’s Lonely Hearts Club Band (ya sé que se ha inventado el CD, pero mi imaginario musical está en vinilo todavía). Por otro lado, para escribir Libro de Mal Amor tuve que recurrir a la banda sonora de la memoria y busqué toda la música que sonaba en los tonos (fiestas) de Lima en los años 70 y 80. Eso sí, me quedé en The Police.

TBR: ¿Qué opinión te merece la narrativa hispanoamericana actual?

FI: En general tengo una buena opinión de la narrativa en español, porque a pesar de las polémicas y controversias siempre encuentro contemporáneos de quienes aprender y disfrutar. Y como es muy sencillo elogiar los libros de Marías, Bolaño, Vila-Matas o Muñoz Molina, prefiero citar a los contemporáneos míos que aprecio y admiro. En España me gustan especialmente Belén Gopegui, Justo Navarro, Fernando Royuela, Eduardo Jordá, Nuria Barrios y Antonio Orejudo. De los latinoamericanos puedo citar a Rodrigo Fresán, Juan Carlos Méndez Guédez, Santiago Gamboa, Leonardo Valencia, Edmundo Paz Soldán, Mario Bellatín y Jorge Volpi. Y entre mis contemporáneos peruanos a Jorge Eduardo Benavides, Carlos Herrera, Iván Thays, Enrique Prochazka y Mario Ghibellini. Y si no cito a Santiago Roncagliolo es porque es muy joven y no es mi contemporáneo.

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Página web de Fernando Iwasaki: http://www.fernandoiwasaki.com

Véase la reseña de Ajuar Funerario en TBR 43.

 © TBR 2004 
Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
telleriaBIO: Alejandro Tellería (Lima, Perú, 1967) estudió Letras y Humanidades en la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Contabilidad en la Universidad Mayor de San Marcos. Escritor autodidacta desde su infancia temprana, trabaja en medios de comunicación y publicidad desde 1995. Ha publicado el libro de relatos El Rey de la Paja (Jaime Campodónico, 2001), merecedor de excelentes críticas. The Barcelona Review publicó un relato de dicho libro, Don Abel Velezmoro se defiende del frío invierno (TBR, 39). Actualmente prepara su primera novela en un piso conocido como "la embajada del Perú", en la Plaza Rius i Taulet del barrio barcelonés de Gràcia.

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noviembre - diciembre  n° 45

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