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índex català     noviembre - diciembre  n° 45

A la hora del bocadillo
David Hernández de la Fuente

 

Cuando termino de trabajar, los días que trabajo, suelo ir a comer al bar de los bocadillos, en la calle Doctor Cortezo.

Me gusta sentarme en la acera, con mi bocadillo de calamares, enfrente de la salida de emergencia de los multicines, para ver mientras como las caras de la gente que abre las puertas y sale a la calle después de la primera sesión, cuando aún es de día. Sus caras vienen de quién sabe qué mundo.

La mayoría de la gente que sale mira desconcertada al cielo aún azul y pálido. Tratan de sonreír a los amigos que les acompañan y preguntan ¿qué te ha parecido? ¿te ha gustado?, o algo así. Siempre se equivocan sobre el camino que hay que emprender.
      Tanto les ha influido la ensoñación del cine que no saben qué dirección tomar y suelen chocar unos con otros. Especialmente un tipo de chica de edad perdida entre los veinte y los treinta años que se ve en la salida del cine a esa hora, un tipo de chica que lleva rebeca de entretiempo tejida por una madre y cara de no saber qué es un hombre.

Algunos salen destemplados y con la cabeza en blanco, como un hombre joven con su chaqueta de pana y el folleto de la película en la mano con todos los comentarios del director y los críticos. Mira a izquierda y derecha, despistado al verse en el mundo real de nuevo. La película le ha distraído durante algo más de una hora, le ha hecho olvidar todas las pequeñas y estúpidas preocupaciones que lo atormentan.

Las novias y los novios se miran con la mejor cara que pueden después de haberse perdido del mundo en el cine y proponen ir a comer una pizza. Muchos otros se quejan de los subtítulos mientras encienden tímidamente un cigarrillo y miran al cielo murmurando "aún es de día, vaya mierda".

Frecuentemente se ve gente de otros países. Ellos también me divierten mientras mastico y hago reventar los calamares en mi boca. Porque pienso que son pálidos y rubios como calamares rebozados y que son grasientos también, porque nunca se han subido a un andamio y, si lo hicieran, resbalarían sin duda por ser aceitosos y blandos. Salen hablando en sus idiomas del norte, cortantes como una navaja. También el color de su pelo me recuerda al pan correoso de mi bocadillo.

Por último, salen siempre los rezagados, aquellos que visten más de negro, o los que se quedan a ver todos los títulos del final, que les parecen muy interesantes, o también están los que se han estado metiendo mano en el cine y salen más perdidos y azorados que ninguno. Pero siempre hay uno que es el último o la última, y ese conserva aún en sus ojos la última escena de la película que irremediablemente se disipa cuando mira al cielo azul y pálido de día.
      En ese momento ya he acabado mi bocadillo y al mirar a sus ojos puedo ver la película que muere y se extingue en contacto con la realidad, como una colilla que se apaga al caer en un charco.

© David Hernández de la Fuente 2004
Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso.
HernandezBIO: David Hernández de la Fuente (Madrid, 1974) es autor de los  ensayos “Lovecraft. Una mitología“ (2004), “La mitología  contada con sencillez“ y del libro de relatos “Las puertas del sueño“ (2005), por el que recibió el VIII Premio de Narrativa Joven de la Comunidad de Madrid. Ha sido antologado en obras como “Inmenso estrecho. Cuentos sobre inmigracion“. Como traductor, se ha especializado en literatura clásica (“Dionisíacas“, 2001 y 2004, “Cantar de Ruodlieb“, 2002, Voltaire, “Micromegas“, 2003, etc.) y ha prologado, anotado y editado obras como “Cervantes y la invención del Quijote“, de Manuel Azaña. Licenciado en Derecho y Filología Hispánica y Doctor en Filología Clásica por la Universidad Complutense, ha sido investigador de Literatura Clásica en diversas universidades (actualmente en la Universidad Carlos III de Madrid). Colabora habitualmente en revistas de historia y crítica literaria (“Historia National Geographic“, “Revista de Libros“, etc.) y es autor de numerosos artículos de su especialidad.

Anteriormente ha publicado en The Barcelona Review los relatos "Brooklyn Bound Train" y "Retrato de muertos" (TBR 36) y Instinto maternal y Ángeles de quince años (TBR 42)

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noviembre - diciembre  n° 45

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