Extracto
de la novela
En mi cuarto
Guillaume Dustan
Traducción: Ahmed Haderbache
1. EL HERMOSO SERGE
Le conocimos en el Queen, muy tarde, a la hora en que ya no quedan
prácticamente más que los empedernidos. Un poco calvo. Un metro ochenta y cinco, ochenta
kilos. Súper bien hecho. Una sonrisa sempiterna de dientes blancos y regulares.
Suficientemente joven. Una cara hermosa.Visiblemente colocado con algo de muy buena
calidad. Primero nos niiramos. Después bailé pegándome a Stéphane para excitarle. Se
nos unió. Dimos un espectáculo en la pista, fingiendo ante todos que nos follábamos.
Eso lo empalmó. Noté que había cantidad. Después nos despegamos. Intercambiamos tres
palabras en medio del barullo de la música. Envié a Stéphane por bebida. Le dije Hostia
tengo súper ganas de comértela. Dijo No hay ningún problema. Me llevó hacia los
lavabos. Me dije Qué guay sabe lo que quiere. Le seguí dócilmente. Los lavabos estaban
hasta los topes, había cola para entrar. Dije Bueno qué hacemos. Me llevó al ángulo
muerto justo al lado de la entrada. Dio la espalda a la pista. Me dejé caer de rodillas
al suelo. Sacó una polla súper hermosa y me la metí en la boca mientras me la cascaba
durante cinco minutos. Fue guay. Después dije Bueno mi chico está esperándonos tenemos
que ir ¿vale? Dijo Vale. Stéphane esperaba en el bar con las copas, tan tranquilo como
de costumbre.
Nos pusimos de acuerdo enseguida sobre
el itinerario a seguir. Primero pasamos por su casa para recoger una nueva droga americana
que no conozco y que por lo que se ve es fantástica para follar, y después vamos a casa
porque en nuestro piso hay material y en el suyo no. Por este último detalle ya casi
estoy seguro de que va a ser un mal rollo, pero está tan bueno que ni por un instante
puedo dejar de imaginarme tirándomelo mientras sea posible.
Su casa es de lo más. Piso estilo
loft. Tele y altavoces en el váter. Muebles de categoría. Un sobre remitido por una
cadena de televisión permanece desplegado sobre la barra americana extra-ancha de la
cocina. Pone trance muy alto. El sonido es genial. Probamos el polvo. Al cabo de diez
minutos estamos súper ciegos. Habría que filmar. Nos desvestimos. El es sublime. Una
súper polla, muy ancha y larga, huevos gordos llenos de piel. Se la mamo. Le como los
huevos. Me da azotes en la espalda, en el culo. Juega al macho. Me gusta. Me suelta Tú
eres una auténtica guarra, una de las auténticas. Me la pones tiesa.
Lo compruebo. Exagera. Estoy seguro de
que no me va a follar pero da igual. En los lavabos tenía una caja vieja de prophyltex
llena, y los prophyltex son demasiado pequeños para una polla como la suya; si para dar
por culo utilizase normalmente condones, tendría los manix grandes. Lo que también
resulta extraño es el par de zapatos de salón tirados por el suelo al lado del espejo
del cuarto. Pero es la única huella de mujer en el piso. Quizás sea bi este gilipollas
pretencioso. Me mira a los ojos. Le devuelvo la mirada. Nos sonreimos. Me dice No me mires
así o acabaré casándome contigo. Le digo No es culpa mía, es así. Hace ¡Uau uau uau!
dando palmas mientras propino manotazos al culo del cariñín para poner un poco más de
sexo en el ambiente.Y luego el cariñín está demasiado ciego y se duerme sobre el
parquet con el pantalón de cuero en los tobillos. Es verdad que este Serge me gusta, es
como si me estuviese enamorando. El problema es que por supuesto no me folla. Apenas un
pollazo o dos, encima sin condón, así, en la cocina y con las ventanas abiertas,
después de haber roto la antena de su teléfono inalámbrico al intentar metérmela en el
culo. Por lo que se ve este tío no tiene costumbre de follar. Es verdad que todo no se
puede hacer en la vida. Me dice varias veces que lo siente, que está demasiado ciego. Le
digo No pasa nada.
Se duerme en el sofá mientras se la
mamo. En la cadena de música ahora suena ópera, es lo que debe de escuchar
habitualmente. Me quedo solo, voy a su cuarto, hojeo algunos libros, debajo de la mesita
de noche un método para tener un cuerpo perfecto y cómo mantenerlo, las cintas de vídeo
debajo del televisor frente a la cama, no hay cintas pomo o están bien escondidas, una
cómoda con slips, calzoncillos, calcetines, pañuelos para el cuello. Todo está
perfecto. Los slips están perfectos. Los calzoncillos están perfectos. Los calcetines
están perfectos. Me pruebo unos slips azules que no están mal, después un jock strap,
yo tenía uno casi igual, no me queda muy bien, luego un viejo nikos muy entallado que me
está súper bien. Me lo guardo en la cazadora, luego busco un envase para el polvo.
Encuentro un bote de carrete fotográfico vacio sobre el escritorio. Tomo mi pequeño
regalo. Me como una rebanada de pan de centeno. No hay otra cosa en la nevera. Continúa
sonando la música de ópera. Despierto a Stéphane. ¿Qué tal? Muy bien. Dejo una nota
para el hermoso Serge, con nuestro número de teléfono. Fuera hace buen tiempo. Me pongo
las gafas de sol. Las calles empiezan a animarse. Nos vamos a casa. Stéphane conduce.
Garaje. Panecillos con chocolate. Croissants. El hijo del panadero sigue siendo nuestro
fan. Qué gusto volver a casa. Entonces fumamos un porro. Y me follo a Stéphane.
Llama hacia las siete, las ocho de la
tarde. Hola soy Sergio man. Es como le llamé en la nota.Va a una cena pero nos podemos
encontrar más tarde. Está raro. Dice Volveré a llamar a las doce. Bueno eso es normal,
con tres siempre resulta un poco complicado. Para una vez que hay alguien que me interesa.
Que me impresiona. El hijoputa. Estoy seguro de que ni me va a llamar.
Llama, pero a la una y media. No es
buena señal. Se excusa. Corto el rollo. La cena todavía no ha terminado, ¿nos podemos
encontrar a las tres en Folies, o mejor a las tres y media? Digo Vale. Cuelgo. Le digo a
Stéphane Bueno tengo muchísimas ganas de follar de verdad con él al menos una vez. Es
necesario que vaya. Stéphane dice que sin problemas.
2. LA CITA
Estoy en Folies Pigalle. Hay una chica guapísima con una camiseta de color
rosa claro súper ajustada que lleva escrito Babie en plateado. Baila súper bien. Es tan
alucinante como un maricón o como un negro. Son las tres. Me he tomado un cuarto de
ácido, tres rayas de coca, me he filmado dos porros y he bebido una cerveza antes de
salir de casa. Ciego, pero no mucho. Charlo con el taxista. En la puerta de Folies Pigalle
hay un tío que hizo un trío con Quentin hace años. Me dice Hola ¿estás con alguien?
Tengo un momento de paranoia, no entiendo lo que quiere decir, le digo No, estoy solo,
¿me dejas pasar? Parece un poco sorprendido, pero debe de ver que estoy ciego. Una vez
dentro me digo Por supuesto que no va a echar a alguien que conoce, y me digo Hostia qué
guay, conozco al portero de Folies. Estas cosas me impresionan. Sé que es una memez. Tras
la entrada está uno de los organizadores, un chino súper alto y delgado que hace además
camisetas provocativas. Me lo crucé en un fashion show donde me había llevado mi amigo
Georges. El chi-nito se dobla en dos hacia mí para darme un beso suave. ¡Hola! Me pago
una cerveza. Fumo un pitillo. Bailo.
Esta noche no conozco absolutamente a
nadie de los que hay dentro. Ningún colega, ninguna pareja, nadie con quien haya
intercambiado más de dos frases. Me estresa un poco. Además el ácido es fuerte. Me
provoca dolor de espalda y me tira de los cigomáticos y estoy súper acelerado y de
cuando en cuando me quedo sin aliento y me acaloro. Me tranquilizo diciéndome que siempre
ocurre lo mismo con el ácido. También tiene su lado positivo, la luz y los colores son
más o menos diez veces más reales que en la realidad. Como tengo un buen rollo no puedo
pensar más de dos segundos seguidos en algo desagradable. Mi única preocupación es lo
que siento y la necesidad absoluta de moverme para descargar la energía realmente
excesiva que me da.
Tan solo las tres. Decidí ir a las dos
y media para asegurarme de que no se me escapase. Me gusta hacerme la quinceañera. La
música es buena, el sonido mejor que antes, así que bailo. Cuando tomo ácido, bailar me
descansa la espalda. Primero me caliento y luego, cuando estoy bien en caliente, me subo
al podio, me quito la camiseta, bailo con el pecho al descubierto, en vaqueros, los
tirantes por los muslos, las rangers.Va bien llevar zapatones cuando se tiene tendencia a
trastabillar. Y luego la música empieza a ser menos buena, demasiado hardcore. Vuelvo a
bajar. Estoy empapado de sudor. Voy a los lavabos a refrescarme. Largo pasillo rosado. Hay
muchachitas árabes que excitan a chicos árabes. Una tía pretende mear como un tío, en
el urinario. Como de todas maneras no consigo mear, me aparto para que nos enseñe. Ella
se lanza, se desabrocha la bragueta y después se raja. Charlan un poco demasiado fuerte,
es el ligue morito. Me voy a vaciar en los lavabos cerrados que quedan libres en ese
momento. Me digo que no les habrían tenido que dejar entrar, se crea un ambiente extraño
con los árabes.
La fiesta es un puro éxito me parece a
mí. Solo hay beautiful people que baila bien, todo el mundo parece pasmado, totalmente
ciegos o muy novatos en el mundo de la noche, o incluso ambas cosas. Nadie con quien
ligar. Demasiado fashion. Bueno con el ácido no hay problema.
El ácido no me gusta demasiado,
encuentro que es demasiado fuerte, pero bueno hay que reconocer que te da buena marcha.
Como la música es algo menos trance hardcore, vuelvo a bailar a tope. El dj es una
pasada, en-cadena deep disco para remover los culos, trance más duro, hasta que empieza a
ser excesivo, empezamos a desmovilizamos y, hop, empieza otra vez. Los tíos gritan de
dolor cuando el dj rompe adrede el ritmo en medio del mix. Hago una pausa. Escaleras.
Pasillo. Bar. Estoy empapado de sudor, un poco heavy para el local, no me atienden
enseguida, pero finalmente sin problemas, el gin-get es copioso.
A las cuatro menos diez aún no ha
llegado.Vuelvo a salir solo. Doy la vuelta a la plaza Pigalle. Estoy cabreado. A la
entrada del Transfert el portero me sonríe. Stéphane está aquí, con sus grandes y
dulces ojos y un maillot de guarra abierto hasta los pezones. Le morreo y luego digo
¿Qué tal nene? Dice Me aburría un poco. Es la hostia. El cumpleaños del Transfert.
Nada peor que una fiesta en un local leather. El pastel circula sobre platos de papel.
Nadie quiere, pero los tíos más próximos a la barra se esfuerzan por ser corteses. El
camarero nos monta el número Señores ¿no quieren pastel? Pues les advierto de que hay
un montón de gente ahí fuera que sí querría.
Doy una vuelta por el cuarto oscuro, se
la mamo un poco al cabeza rapada que se arrastra en pelotas por el lavabo de lluvia
dorada, pero en realidad lo que él quiere es que le mee encima y yo no tengo ganas de
mear. Me largo. Me hago besuquear un poco y trabajar los pezones por otros dos tíos. Hago
lo mismo. El tío que tengo enfrente me mete dos dedos en el culo. Me subo los pantalones.
Me doy la vuelta. Enfrente de mí hay un tío que conozco, pero al que no me he tirado.
Sale siempre pero no folla mucho, creo. Me mira el rabo, me la casco un poco delante de
él en plan de broma. Después de esto charlo con un pequeño cabeza rapada que parece un
ratoncillo. Es de lo más dulce. Le digo Me das ganas de ser malo. Suelta ¿Ah sí?, todo
esperanzado. Pero no estoy muy convencido, no me parece lo bastante guarra. Lo nota, y lo
dejamos. Encuentro a Stéphane en la barra. Nos salpican en la cara con champán. Empieza
a ser un rollazo. Decidimos largarnos.
Estoy hecho polvo en el coche.
Stéphane me dice cinco o seis veces que tiene ganas de sexo. No contesto. En casa, cuando
nos desvestimos, la moqueta que rodea la cama se cubre de confeti. Le digo a Stéphane Si
quieres puedo follarte. No se lo puede creer. Pregunto ¿Tienes el culo limpio? Dice Sí.
Cojo un olla, no nos quedan manix grandes, pero el olla me gusta más, era el que
utilizaba con Quentin. Son bastante gruesos, pero muy flexibles y suaves. Me lo llevo
primero al lavabo, de pie delante de la taza del váter, le meto la cabeza dentro y me lo
follo. Luego le llevo de nuevo a la habitación y me lo follo en la cama por delante,
luego por detrás. Dura mucho, y no está nada mal, entro y salgo, su culo hace floch,
floch, floch muy fuerte, ronronea encogido debajo de mí. Se me empieza a bajar porque
está muy abierto. Todavía sigo un rato. Y luego tenemos que pararnos porque se me ha
bajado demasiado.Vamos a lavarnos las manos. Le propongo que me folle. Dice que tiene
ganas de mear. Me apresuro a meterme en la bañera y me mea encima y sin lavarme volvemos
a la cama, de todas formas las sábanas estaban bastante usadas. La follada es genial.
Profunda. Larga. Me dejo follar como nunca. Encuentro que se lo monta cada vez mejor.Y
luego resulta obvio que estamos demasiado ciegos para podernos correr así. Busco el
reloj. Son las diez, hace cuatro horas que estamos follando. Acabamos a mano, me come los
huevos, me corro y luego le propongo trabajarle el culo con la mano izquierda porque la
derecha está llena de semen. Estalla. Nos hacemos un mimo. Lío el último porro. Se
duerme. Fumo la mitad y luego me doy cuenta de que pierdo el conocimiento, entonces dejo
el porro y me duermo.
Al despertar estoy encendido por el
plantón de ayer.Vemos la televisión. Intento resistir y acabo por llamar a Serge hacia
las siete de la tarde. Contestador. Hablo por si filtra las llamadas. Descuelga.
-¿Sí?
-Hola, soy Guillaume.
-Hola ¿cómo estás?
-No muy bien.
-Ah... Ahora estoy acompañado. Con mi
madre.
-Qué bien.
-¿Estuvo bien ayer por la noche?
Pienso.
-Fue decepcionante. Es decir, no sabía
que no te ibas a presentar.
-Yo tampoco sabía que no iría.
Silencio.
-Bueno, abreviemos, estás acompañado
y no tengo gran cosa que contarte.Tu veras.
-Te llamaré.
-Vale.
Cuelgo. Este tío me da asco. Digo a
Stéphane ¿Puedes creer que me ha dado plantón y soy yo quien le llama? Pero también
eso es bueno. Estar sorprendido. Demostrarlo. Como una guarra. Pero no mucho. Estaba
contento del Fue decepcionante. Esperaba que hubiera entendido que quería decir tanto que
él era decepcionante como que yo me sentía decepcionado. Quería tocarle un poco los
huevos. Pero al mismo tiempo seguía queriendo tirármelo. Su piel ultrasuave. Sus
músculos perfectos, ni demasiado ni demasiado poco. Hermoso.
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