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marzo - abril 2001 num 23 |
DAR CUERPO A LA LUZPor Núria Casellas Asistimos con tanta frecuencia al hecho de que un artista se limite a un único campo creativo que cuando encontramos el caso contrario lo primero que se nos ocurre es insistir en las divergencias y convergencias entre los distintos lenguajes. Y sin embargo, lo que tendría que ser objeto de estudio sería lo otro: por qué una determinada intuición creativa queda acotada en un solo lenguaje, por qué, si se trata de una verdadera intuición, se empeña en constituirse en género. El bagaje cultural de Albert Ràfols-Casamada es vastísimo y sus inquietudes artísticas incluyen todas las artes. Y de entre ellas, probablemente sólo la poesía le ha sido tan necesaria como la pintura. Sólo así se entiende el volumen de su obra poética, que ahora nos ofrece la editorial Proa en un tomo de más de mil páginas. Una obra poética que, a pesar de empezar a publicarse cuando el autor ya entraba en la cincuentena, no sólo se ha ido desarrollando de forma paralela a su pintura, sino que incluso la precedió. Por lo tanto, si va a ser difícil abstenerse de establecer comparaciones entre ambas actividades, en lugar de descifrar el valor plástico de su poesía, lo más acertado sería vislumbrar de qué manera su obra pictórica se ha enriquecido de su decir poético. En cualquier caso, son cuestiones mal planteadas si de lo que se trata es de entender que todo nace de una misma luz, o mejor, que estamos ante cuerpos diferentes que reflejan una misma luz. Tan interesante como su pintura y su poesía, la obra ensayística de Ràfols-Casamada nos ofrece valiosas reflexiones acerca de su labor creativa. Textos teóricos, pensamientos y aforismos, la mayoría incluidos en los Dietarios, ahondan una y otra vez en esa equivalencia: cuando hablamos de arte estamos hablando de poesía. El concepto del arte como intensificador de la vida. El arte intensifica la vida porque le aporta esa nueva dimensión que es la poesía. Porque arte y poesía son lo mismo. (...) La poesía es un destello que sabemos ver a veces en las cosas. La función del arte es dar cuerpo a esa luz (Diciembre, sin fecha. 1982). Todo el universo de Ràfols-Casamada parece salir de ese dar cuerpo a la luz; algo que no consiste sólo en reflejarla. Atender a la luz, sin más, comportaría el riesgo de dar lugar a un único cuadro y a un único poema. Es necesario ser sensibles a la manera en que vivimos su presencia: detenernos en el detalle, las gradaciones, el matiz. Así, en otra página del Dietario leemos: La poesía es una dimensión nueva de las cosas, una dimensión añadida. / El sueño y el recuerdo, buenos caminos de la poesía. / Su presencia da al aire una coloración diferente. (Noviembre, sin fecha.1981). Porque no sólo en el espacio de la tela tiene lugar el matiz; los colores son igualmente los aromas, las imágenes evocadoras o los recuerdos que se cristalizan en imagen. Inflexiones en el sentir diario que la palabra poética no sólo permite nombrar sino que ella misma es depositaria de una carga testimonial propia. Títulos como Sol de tarda, paranys i raons per atrapar instants, Els límits del dia, Signe dAire, El color de les pedres...nos están hablando ya de imágenes -rescatadas o nuevas- que el autor hace resonar, y lo hace con expectación, ya que con ellas se activarán presencias, matices insospechados que sólo el poema conoce. La merienda en las rocas tenía sabor de viento, dice Ràfols-Casamada en Lombra dels núvols, y con ello recupera un momento vivido para, una vez expuesto a la luz del poema, hacerlo estallar en una experiencia nueva. Porque si el arte y la poesía consisten en dar cuerpo a la luz, es el matiz lo que nos permite exponer a esa luz nuestro existir. ____________________
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© 2001
Núria Casellas Este texto no puede reproducirse ni archivarse sin permiso del autor y/o The Barcelona Review. Rogamos lean las condiciones de uso. |
Núria Casellas (El Prat de Llobregat, 1969). Licenciada en Historia del Arte, ha publicado artículos sobre pintura en revistas como Gaceta de Antigüedades, El Prat y Rosa Cúbica. Asimismo ha publicado poemas en El ojo de la aguja y en Rosa Cúbica. A partir de los poemas aparecidos en esta última revista, Josep Soler compuso 4 Estudis-Poemes para piano, estrenados por el pianista Miquel Villalba en mayo de 2000. También para las Ediciones de la Rosa Cúbica ha traducido al castellano el Dietario de Albert Ràfols-Casamada. |
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